En la Casa Azul, los objetos revelan el universo íntimo de quien es, sin duda, una de las artistas mexicanas más reconocidas en el mundo
Con Frida Kahlo
En el 2004, después de cincuenta años de permanecer dormidos dentro de un baño contiguo a la habitación de Frida Kahlo en la Casa Azul, se descubrieron trescientas prendas de origen indígena, joyas, medicamentos y aparatos ortopédicos que pertenecieron a la pintora mexicana.
Este descubrimiento dio lugar al montaje de la exposición temporal “Las apariencias engañan”.
Marcada por la tragedia, Frida Kahlo disimulaba su dolor bajo coloridos vestidos tradicionales tehuanos que escondían sus aparatosas prótesis ortopédicas.
A la edad de seis años Frida contrajo poliomielitis, enfermedad que la dejó con la pierna derecha mucho más delgada que la izquierda.Pero la marca de su sufrimiento no terminaría ahí: a los 18 años, el autobús en el que viajaba la artista fue impactado por un tranvía.La columna de Kahlo quedó destrozada y su pierna derecha fracturada en once partes, entre otras graves lesiones.
Perdida entre la multitud de la megalópolis del Distrito Federal, la Casa Azul constituye un pequeño oasis artístico que al poeta tabasqueño Carlos Pellicer le parecía que podía: “alojar un poco de cielo […] donde la buena mesa y el buen sueño le dan a uno la energía suficiente para vivir sin mayores sobresaltos y pacíficamente morir”.