Bigas Luna – perturbador e inolvidable erotismo fílmico

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Andrés Treviño

“Me provocó un fuerte rechazo a cualquier cosa que tuviera que ver con lo sexual o lo sensual; me corté el pelo a lo chico y no hice ninguna escena de amor, ni tan siquiera con besos, durante varios años. Ahora me doy cuenta de que Bigas Luna […] me dio una gran oportunidad y le estoy agradecida”.

Penélope Cruz sobre la filmación de Jamón, Jamón.

Josep Joan Bigas Luna, mejor conocido solo como Bigas Luna, nació en Barcelona el 10 de marzo de 1946, y falleció el pasado 6 de abril, a los 67 años de edad, en La Riera de Gaià, Tarragona, víctima de linfoma. Fue uno de los mejores cineastas de su generación y, sin duda, uno de los autores más representativos del cine español de finales del siglo XX y principios del XXI.

Calificado, o descalificado, según sea el caso, como el erotómano del cine ibérico, fue un hombre hedonista que a lo largo de su obra desarrolló una y otra vez los temas de la obsesión sexual y el erotismo. Además, tuvo un especial tino para descubrir talentos jóvenes y proyectarlos internacionalmente como símbolos sexuales. Tal fue el caso de Penélope Cruz y Javier Bardem, a quienes lanzó a la fama con el inolvidable film Jamón, Jamón.

Cómo olvidar a una Penélope Cruz de apenas 18 años caminando bajo un sol abrazador por un polvoso y yermo páramo, cargando una pesada canasta, brillosa de sudor y con un ligerísimo vestido de verano que el viento le ceñía al cuerpo. O al joven, casi niño, Jordi Mollà, locamente despechado, golpeando un anuncio espectacular en forma de toro hasta desprenderle los testículos. Y, por supuesto, la batalla final, Mollà vs. Bardem, blandiendo un chamorro y un jamón, respectivamente.

Muchos años después, Penélope Cruz, ya con un Óscar y casada con Bardem, confesó al periódico británico The Sun la conmoción que le causaron las escenas de sexo que protagonizó en aquella cinta: “Me provocó un fuerte rechazo a cualquier cosa que tuviera que ver con lo sexual o lo sensual; me corté el pelo a lo chico y no hice ninguna escena de amor, ni tan siquiera con besos, durante varios años”. Sin embargo agregó, “Ahora me doy cuenta de que Bigas Luna […] me dio una gran oportunidad y le estoy agradecida”.

Bigas Luna estudió arquitectura en su natal Barcelona e inició su carrera en el mundo del video arte y el diseño. Desde sus primeros cortometrajes y exposiciones a principios de los setenta, se inclinó por el arte conceptual y las tecnologías emergentes de la imagen. Todo ello desembocó en su primer largometraje: Tatuaje (1976).

No obstante, es con Bilbao (1978) que se muestra como un cineasta heterodoxo y vanguardista, y la fuerza visual con la que retrata los sórdidos paisajes urbanos comienza a darle cierta notoriedad en los circuitos de cine europeos.

Tras una estancia en los Estados Unidos, donde conoce de cerca la industria de Hollywood y filma Reborn (1981), regresa a Barcelona a dirigir Lola (1985), película en la que anticipa algunas de las constantes que desarrollará ampliamente en los años noventa, como son el triángulo amoroso y los personajes cegados por una libido casi animal que los arrastra hacia destinos impredecibles y, muchas veces, trágicos.

En 1986, quizás no muy satisfecho con sus logros fílmicos, se retira a Tarragona, que en adelante será su refugio íntimo, para dedicarse a la pintura. Allá lo va a buscar el productor Andrés Vicente Gómez con la idea de hacer la adaptación cinematográfica de la novela de Almudena Grandes Las Edades de Lulú (1990).

Con este film gana notoriedad internacional y se convierte en la plataforma para su llamada trilogía ibérica: Jamón, Jamón (1992), que gana el León de Plata en el festival de Venecia; Huevos de Oro (1994), también estelarizada por Bardem junto a Maribel Verdú y María de Medeiros, que gana el premio del jurado del festival internacional de San Sebastián; y La Teta y la Luna (1996), ganadora de la Concha de Oro del festival de Venecia.

Aunque después vienen otras películas importantes, estas últimas tres pueden ser consideradas el corazón de su obra fílmica, el punto donde alcanza la plena potencia y madurez creativa. En ellas termina de definir un estilo propio, con escenas de gran contenido erótico, llenas de expresividad poética y personajes transgresores, entregados voluntariamente a una oscura sensualidad que los arroja a los abismos de la pasión.

Si bien el trabajo fílmico de Bigas Luna es ampliamente reconocido, poco se sabe fuera de España, e incluso fuera de Cataluña, de su obra como pintor, fotógrafo y videoasta. Bigas Luna fue un artista multidisciplinario, que nunca abandonó su veta primordial y regresó a ella a lo largo de su vida entre rodaje y rodaje.

Ejemplos de ellos son el cortometraje Collar de Moscas (2001), donde recupera el interés por la experimentación de vanguardia y los pequeños formatos audiovisuales, y el pabellón de España que realiza para la Expo de Shanghai 2010, con gran éxito de asistencia. También en 2010 estrena la que sería su última película Di Di Hollywood, rodada en Los Ángeles, con Elsa Pataky y Peter Coyote.

Aunque ya minado por la enfermedad, Bigas Luna se encontraba en su refugio de Tarragona trabajando en un nuevo proyecto fílmico titulado Segon origen, que iba a rodar en 3D y en el que planteaba una reflexión sobre temas como la ecología y, otra vez, la sexualidad.

A diferencia de otros autores ibéricos de su generación, Bigas Luna nunca fue un director comercial ni fácil de digerir, todo lo contrario. Muchas de sus películas resultan altamente perturbadoras aún hoy en día, cuando parece que ya nos hemos acostumbrado a todos los excesos de violencia y sexo de la era cibernética.