El pasado 22 de mayo se llevó a cabo el Foro Internacional: Reforma del Sector Energético-Experiencias Internacionales y Opciones para la Transición Energética de México, organizado por la Fundación Lázaro Cárdenas y la Fundación Friedrich Ebert. El evento congregó a expertos de primer nivel del país y del extranjero. Sin duda la presencia y conferencia magistral del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas marcó la mejor pauta de debate sobre las bases en que podría descansar una reforma de fondo que aspire no solo a rescatar a la industria petrolera mexicana, sino a que su potencial de competitividad sea una palanca de desarrollo y ayude a aliviar la urgente necesidad de consolidar políticas públicas de bien estar e inclusión social en México en el largo plazo.
La presencia de expertos en experiencias como las de Brasil y Noruega en particular, nos convocó a repensar a qué modelo de relación entre el Estado mexicano y la empresa petrolera aspiramos, para impulsar su pronta transformación y modernización. El diagnóstico fue claro: con el estado actual de cosas, Petróleos Mexicanos (PEMEX) no está en condiciones de mantener un proyecto tecnológico y de inversión agresivo que atienda la urgente necesidad de preservar las reservas de este vital líquido que alimenta las finanzas públicas del gobierno, ni está en la posición de servir de palanca de desarrollo que atienda objetivos claros de sostenibilidad, que impulse el crecimiento, la defensa del medio ambiente (combate al cambio climático) y la equidad social.
Quedó claro que no hay un modelo único sobre cómo las empresas estatales petroleras deben mantener su rectoría sobre el sector, ni cómo debe preservarse la competitividad del mismo al permitir algún tipo de participación privada en sus tareas, sin que se interprete como una pérdida de la propiedad de la nación sobre sus grandes recursos naturales.
Ningún expositor nacional coqueteó con la idea de privatizar a PEMEX o modificar el artículo 27 constitucional que se prestara a la sospecha de abrir una privatización encubierta. Lo que sí es un hecho es que la transición energética en México debe imaginarse con inteligencia y bajo un gran acuerdo nacional de cómo podemos rescatar a PEMEX, al sector de la energía en general, y cómo generar el tránsito de nuestra matriz energética de combustibles fósiles, al uso intensivo de energías alternativas y renovables que reduzcan el impacto medioambiental.
Debemos actuar ahora y de forma decidida, para que México consolide una estrategia que, con responsabilidad, a la par que rescate PEMEX, no abandone la aspiración de ser un protagonista en el combate al cambio climático.