Con la demanda de respeto a sus derechos, integrantes de la comunidad lésbico, gay, bisexual, transgénero, transexual e intersexual (LGBTTI) realizaron el 29 de junio pasado su XXXV marcha, con la participación de alrededor de 30 mil personas.
Las actividades comenzaron a las 10:00 horas con un concierto en la glorieta del Ángel de la Independencia. A las 12:00 horas partió la columna sobre Paseo de la Reforma. Durante el trayecto hubo pantallas con mensajes dirigidos a evitar las infecciones de transmisión sexual (ITS) y el VIH-SIDA, promoviendo una sexualidad responsable. El evento finalizó en el Zócalo capitalino con un concierto de Eugenia León.
Relato antes de la marcha -Pura puta y desviado -le escuché decir a una mujer de unos 65 años cuando mi amigo “hetero” y yo caminábamos por Venustiano Carranza junto a cientos de integrantes de la comunidad LGBTTI. Fue el cierre de lo que oí antes, cuando iba en el Metrobús para verme con mis amigos.
Una anciana de unos 75 años le decía a la joven que iba junto a ella: -¿Pero es que están locos? Ya no tienen ideas, ya no hay ningún control de nada, ya se andan besuqueando ahí delante de la gente.
No les da vergüenza, no ocultan sus cochinadas. -Esas personas no tienen la culpa de enamorarse de otro muchacho u otra muchacha – respondía la chica, con una paciencia de la que no soy capaz. -Qué amor ni que nada. Esa gente qué va a saber qué es amor.
No, cómo cree. Yo no sé por qué no se avientan al metro, al tren. Pero ya nada es como antes, ahora ya las mujeres no quieren tener hijos, y a todos ésos se les metió el diablo en el cuerpo. ¡Amor! Eso se llama ignorancia y homofobia y tiene como consecuencia el suicidio de numerosos integrantes de la comunidad LGBTTI.
A mí no me da la gana aventarme a ningún metro y los trenes me gustan para viajar, son muy cómodos. Yo solo espero que al llegar a la edad de tan invenerables ancianas, mi vida, mis palabras y mis ideas mantengan la coherencia.