En su libro La Espiral del silencio. Opinión pública: nuestra piel social (1977), la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann estudia la opinión pública como una forma de control social, según la cual los seres humanos adaptan su comportamiento (su opinión) a las actitudes predominantes.
Éstas suelen ser impuestas por los medios de comunicación, que constituyen la principal fuente de información para definir criterios y construir el clima de opinión sobre equis tema. Suele ocurrir entonces que quienes están en desacuerdo con las actitudes predominantes optan por el silencio. O, en el mejor de los casos, la gente que se informa, lee, discierne, cuestiona, critica y exige, actúa con cautela y libra cotidianamente una difícil batalla para abrirse paso en el silencio colectivo inducido por los medios, en el que se acomoda buena parte de la sociedad.
El silencio colectivo inducido confiere inmunidad e impunidad a los actos del poder político o económico y pone en manos de los medios un poder inmenso. Hay que tener presente en este escenario, además, que “la espiral del silencio”, como la llama Noelle-Neumann, actúa como un fenómeno de contagio: se propaga rápidamente por toda la sociedad y lleva consigo otro ingrediente viral: la percepción. Finalmente, el clima de opinión cristaliza en criterios y votos que favorecen la colusión estratégica de los medios y el poder. La teoría es que cuanto más se difunde la versión dominante por los medios, más guardarán silencio las voces contrarias.
No se puede soslayar otro fenómeno coadyuvante: la Omertá o “Ley del Silencio”, código proveniente de las mafias sicilianas. Su uso frecuente amplió el significado del término, que germinó y creció en el ámbito de los poderes político y económico con un objetivo: encubrir actos delictivos o punibles. El pacto de silencio original se ha extendido: no hablar, pero tampoco ver ni escuchar. La Omertá moderna es real, tangible e imprescindible para el funcionamiento y el encubrimiento de actividades ilícitas o poco éticas en las esferas del poder político o económico. Los mecanismos para conseguir el silencio varían, pero los castigos son chantaje y extorsión, amenazas a la familia, campañas de difamación, divulgación de secretos de los insubordinados, etcétera.
Cualquier parecido con la realidad…