Janet Yellen se encuentra nominada, con el respaldo de Barack Obama, para presidir la Reserva Federal (Fed), el Banco Central Norteamericano. Es la candidata puntera y de la continuidad. Apoya plenamente las políticas del actual presidente y habría de continuar con la creación de dinero, concretamente 85 mil millones de dólares al mes, para dotar de gran liquidez a la economía, bajar las tasas de interés y financiar de manera barata al gobierno norteamericano.
Ante el comité del Senado que entrevista a los distintos candidatos, Janet Yellen acaba de señalar que el desempleo es demasiado alto, lo que refleja una economía que operan muy por debajo de su potencial. Se mostró decidida a apoyar la recuperación económica desde lo que podría ser su nueva posición.
Básicamente lo que ha estado haciendo la reserva es imprimir dinero que utiliza para comprar los bonos del tesoro que se encuentran en manos de inversionistas privados. Al comprar la deuda del gobierno libera los recursos privados que entonces deben buscar otras alternativas de inversión distintas a prestarle al gobierno.
La abundancia de dólares en el mercado financiero hace que las tasas de interés sean muy bajas, incluso negativas, por lo que el pago del servicio de la deuda pública es barato. Es prácticamente dinero sin costo; lo que facilita el desendeudamiento público y privado, o promueve deudas que alientan el gasto privado. Por esta vía se genera la demanda, la inversión y, derivada de ambas, la generación de empleo y el crecimiento económico.
Crear liquidez y demanda de este modo no tiene un efecto inflacionario debido a que la economía norteamericana tiene una amplia capacidad instalada y mano de obra disponible que no es utilizada. La demanda que se genera puede provocar que de inmediato se reactive la oferta correspondiente.
¿Cuál podría ser una política similar en México? Echando a volar la imaginación, el Banco de México podría imprimir decenas de miles de millones de pesos para gradualmente ir comprando la hasta ahora impagable deuda que nos heredó el FOBAPROA e incluso comprar CETES. Al comprar esa deuda se dejaría libre una gran cantidad de recursos privados que habrían de buscar otra cosa en qué invertir al mismo tiempo que el servicio de la deuda pública se abatiría. Lo que facilitaría tanto su pago, como el re endeudamiento.
Habría un incremento sustancial del gasto público disponible que podría orientarse a crear demanda. Dado que buena parte de nuestro aparato productivo, tanto manufacturero como agropecuario, están también operando muy por debajo de su potencial, ese gasto podría tener una rápida respuesta en creación de oferta. El equilibrio entre nueva demanda y nueva oferta haría que el esquema no fuera inflacionario.
Lamentablemente se trata de “sueños guajiros”. ¿Saben ustedes que lo que estoy proponiendo es ilegal? A diferencia de Janet Yellen, si esto lo propusiera Agustín Carstens perdería su empleo en el acto. A “nuestro” Banco de México no le está permitido impulsar la economía o el empleo; lo administran solo ex banqueros y financieros.
La Fed de nuestros vecinos del norte tiene entre sus responsabilidades principales la de promover el aprovechamiento del potencial productivo de la economía norteamericana y la de procurar el pleno empleo. Lo dirigen representantes de la industria, el comercio y las diferentes regiones del país.
Allá buscan una intervención activa en la economía real, productiva, para generar capacidades de demanda públicas y privadas. Acá el debate se centra en cómo imponer mayor austeridad, incluso de manera vengativa. De este modo, el razonamiento es que si la mayor parte de los mexicanos nos empobrecemos también el gobierno debe apretarse el cinturón. En lugar de demandar que el gobierno se responsabilice de promover eficazmente la economía, el empleo y el bienestar, lo amarramos y justificamos sus incapacidades.
Este ha sido un pésimo primer año de sexenio, de decepción. Y si no cambiamos el rumbo será un sexenio de desmoronamiento económico y social.