Inicia un nuevo año (2014) y automáticamente todos renovamos nuestros anhelos, planteándonos nuevos propósitos por cumplir. Es una característica natural humana, en la que invariablemente tratamos de olvidar lo pasado y deseamos afrontar con ánimo lo que viene. Bajar de peso, dejar de fumar, ahorrar más, ser más amable, se hallan entre las principales motivaciones individuales.
En materia cívica, tomamos nota como sociedad acerca de todo lo que nos ocurrió y afectó “la vez pasada”, tratando ahora de que dichos momentos no vuelvan a ocurrir. Señalamos –por ejemplo- a malos gobernantes, desorganizados servicios públicos, abusivos cobros por parte de la autoridad, la permanente inseguridad en que vivimos y la pésima planeación urbana que padecemos, entre otros hechos.
Sin embargo ese “renovado furor” espiritual al arrancar un ciclo anual, normalmente dura –establecen los psicólogos- unas cuantas semanas, para luego irse apagando conforme transcurre el tiempo. La rutina se convierte en enemiga del ser humano, hasta acabar con sus deseos de cambioy la falta de disciplina, así como de perseverancia, contribuyen a frustrar nuestras pretensiones.
¿Qué hacer para tener éxito y alcanzar nuestros objetivos? Muy fácil: aplicarse debidamente para ello. Los logros son como frutos de un árbol, que para obtenerlos y disfrutarlos se requiere de tiempo y paciencia. En ese sentido las sociedades orientales, mucho más serenas y reflexivas que las occidentales, están prosperando en función de aplicar tal actitud de vida, sin precipitaciones.
Como buenos “occidentales” y latinos que somos, mucho de lo que queremos lo pretendemos rápido, fácil y prácticamente sin costo económico, pero además no queremos que nos estén presionando para cumplir con nuestras responsabilidades, de manera que traemos una contradicción mental que traba nuestro desempeño. Cuando somos consumidores exigimos, pero cuando somos proveedores pedimos tiempo.
Algo muy sencillo que recomiendan algunos psicólogos, es cambiar de posición los muebles en el cuarto donde duerme uno; si se puede, variar la decoración de las áreas que más ocupa uno, ya sea la cocina, un baño, el pequeño patio trasero. Agregue un cuadro, quite un florero, pinte los barrotes de las ventanas, en fin, el chiste es percibir visualmente alguna transformación, por pequeña que ésta sea.
Establezcamos objetivos diarios, luego semanales, después mensuales y posteriormente objetivos a largo plazo. Eso ayudará seguramente a que no nos desesperemos. Hagámoslo para las actividades personales y comunitarias que consideremos prioritarias. ¡Y empecemos a cumplirlas, sin pretexto o justificación alguna! Pero además, disfrute de hacer esas actividades ya que son cambios reales.
En lugar de fumar una cajetilla al día, reduzca paulatinamente a 19 cigarrillos, luego otra semana a 18 y así sucesivamente. Para ejercitarse comience por caminar quizá un par de kilómetros, luego poco a poco –con ayuda y orientación de especialistas– incremente las distancias o el tiempo.
Otro dato útil: si cree que gasta mucho en estacionamientos públicos, intente ubicar un sitio cercano en donde pueda dejar su automóvil para que le cueste menos el estacionamiento. Caminar dos o tres cuadras hacia su punto de trabajo o reunión, le hará mucho bien.
En cuanto a enterarse acerca de lo que a nuestro alrededor cercano y lejano está ocurriendo; hoy en día –gracias a la tecnología– la información fluye y está muy a la mano como para argumentar: “no pude” o “no sabía”. Elimine de su vocabulario esos dos términos y substitúyalos por otros como: “me comprometo” y “me intereso”.
Verá como si aplicamos voluntad positiva ante las circunstancias que nos rodean, la vida nos sonreirá y será mucho más placentera. ¡Inténtelo, nada pierde! Que disfrute de este 2014.