Michoacán y los vacíos del Estado

Michoacán y los vacíos del Estado

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Andrés Treviño

México necesita un pacto político en serio

En entrevista telefónica exclusiva para El Ciudadano, el Dr. Edgardo Buscaglia da su punto de vista de la situación en Michoacán y el panorama nacional de seguridad, delincuencia organizada y vacíos del Estado.

¿Cómo ha llegado México a la situación actual de grupos de autodefensa que se vive en Michoacán y en otras partes del país?

En todos los países donde hay vacíos de Estado surgen grupos paramilitares o autodefensas sociales, grupos armados no estatales que se constituyen cuando el Estado se ausenta de vastos territorios y se despreocupa de la provisión de bienestar hacia la población: seguridad, justicia, salud.

Cuando hay mucha corrupción política regional, el Estado se debilita y se generan vacíos que hacen que surjan grupos armados que, en algunos casos, se constituyen legítimamente como apoyo social para defender a una población, sin ninguna fuente de financiamiento externo, como es el caso del pueblo de Cherán. Y en otros casos, se constituyen como paramilitares, fuerzas armadas no estatales, con jerarquías militares, financiadas por empresarios, por el Estado o por empresas criminales como la red de Sinaloa.

Y cuando el Estado torpemente lo reconoce, como hizo el gobierno federal en enero, está reconociendo su propia debilidad y legalizando a estos grupos.

¿Hasta dónde considera que es legítimo que la gente tome las armas para defenderse, si el Estado no está cumpliendo su obligación de proveer seguridad?

La mayoría de los grupos armados que se ven por televisión está financiada por el Estado, por empresarios o por grupos criminales. Los que firmaron el acuerdo de enero con el Estado están calificados como paramilitares, porque salen ofensivamente a rastrillar y a limpiar de adversarios diversas regiones. Esos no son grupos de autodefensa sociales.

Ahora, hay agrupaciones de autodefensa social genuinas, legítimamente elegidas por su pueblo que organizan barricadas, se arman como pueden y no reciben ningún financiamiento de afuera.

Lo que se está viendo en Michoacán, en Tamaulipas, en Veracruz, en Guerrero, en Oaxaca, son grupos paramilitares mezclados con grupos legítimos de autodefensa social.

México es hoy un bazar de grupos armados

¿Podemos decir que la respuesta del gobierno no ha sido adecuada en tiempo y forma?

Al reconocer a estos grupos armados paramilitares, el gobierno legitima su propia debilidad, porque actores no estatales hacen la labor que debería estar realizando el poder público.

La razón por la cual hay vacíos de Estado en México es porque lo que hace décadas era la pirámide de comando y control del PRI, desde Los Pinos hasta los municipios, que era dirigida verticalmente, se desvaneció y miles y miles de pedazos del Estado a niveles municipales quedaron a la deriva, sin controles centrales; comenzaron a hacer su propio negocio, se transformaron en señores feudales, cada uno tiró para su lado con su propia corrupción. Entonces el Estado se comenzó a atomizar, a fragmentar. La mano derecha del Estado no sabe lo que está haciendo la mano izquierda.

En ese tipo de descomposición, surgen vacíos donde la gente, desesperada, acude a grupos que la protejan. Se genera una especie de bazar. México es hoy un bazar de grupos armados, algunos genuinamente de autodefensa y muchos, la mayoría, paramilitares.

Esto para mí es una noticia muy vieja. En 2011 lo anuncié en la revista Proceso. La periodista Jesusa Cervantes detalló mi descripción de los grupos paramilitares que hace tres años yo veía en México. Contabilicé en ese entonces más de 170 grupos paramilitares. Hoy deben ser muchísimos más. Es un fenómeno que se viene produciendo desde hace años.

Cuando lo anunciamos a los medios mexicanos esto ya era preocupante. Lo que pasa es que en México la mayoría de los intelectuales que tratan el tema de seguridad (no todos, hay muchos intelectuales de primer nivel internacional muy buenos), están en la nómina del gobierno federal realizando los estudios a modo.

Entonces, en el 2011 no había un reconocimiento generalizado de que estos grupos paramilitares ya se estaban formando. Nosotros, con nuestros equipos, ya veíamos en Tabasco, en Tamaulipas, en Nuevo León, que se armaban grupos para limpiar regiones. Eso se llama paramilitarismo, y ya era una señal del deterioro que ves ahora.

Entonces, ahora el gobierno toma acciones cuando el agua ya le llegó al cuello.

Como siempre, reaccionando torpemente. Estamos en una muy mala situación. El gobierno tiene que comenzar a limpiar la corrupción política desde su interior, para que la gente empiece a ver a la policía como legítima, a los fiscales como genuinos, a los jueces como deseables, como hicieron Colombia, Italia e Indonesia. Si no comienzas con esa autolimpieza, todo maquillaje que le quieras poner con empresas y consultoras de imagen es humo mediático que se lo lleva el viento. Se lo va a llevar el viento y lo que va a quedar es el desastre.

El presidente Peña Nieto ni siquiera ha comenzado a tomar las medidas de fondo. No se ve todavía ninguna señal de que haya comenzado una limpieza de la corrupción política.

Cuando la ciudadanía ve que el Estado se limpia y responde, inmediatamente estos grupos paramilitares comienzan a perder legitimidad, a perder su sentido de ser.

Estos grupos paramilitares se constituyen porque el Estado no hace nada, o aún peor, porque el Estado forma parte del problema, como ocurre hoy en el caso de México.

En este proceso, hay decenas de miles de niños, jóvenes, que forman parte de las filas de los zetas, o de estos grupos paramilitares en 14 estados del país. Violan las convenciones de la ONU que prohíben la utilización de menores de edad en conflictos armados. Es una orgía de violencia que va a seguir creciendo hasta que el Estado mexicano no se comience a limpiar a sí mismo.

Para poner un ejemplo práctico, cuando llegó Peña Nieto en el año 2012, una de las medidas que anunció fue la creación de un programa de prevención social de la delincuencia organizada. Fue la medida número uno que anunció en el Palacio Nacional. Y fíjate que, con buena voluntad, le dio esa tarea al subsecretario de gobernación, Roberto Campa, que es un hombre honesto, que merece mis respetos. Más de cino mil millones de pesos se le asignaron a esta política, dinero a los municipios y a la sociedad civil para rescatar a jóvenes y sacarlos de las filas de pandillas. Bueno, todo ese dinero está siendo carcomido por la corrupción política local, están pidiendo el 10% a la sociedad civil que se les acerca. El dinero que el gobierno baja a nivel municipal, que se licita, desaparece en la corrupción política. Cualquier buena intención que tenga el gobierno federal termina cayendo en un saco roto, porque la corrupción prácticamente diluye el dinero que se le asigna a este problema.

Si no limpias al Estado desde lo municipal hasta Los Pinos, no vas a comenzar a ver el principio del fin de esta pesadilla. Quieren salir a través de medidas fantasiosas, campañas de imagen para no hablar de violencia. La realidad se los va a llevar por delante.

Los indicadores de la violencia

Existe en México cierta percepción de que la violencia ha bajado en comparación al sexenio pasado.

No. Hay una percepción de que los homicidios han bajado en algunos lugares. Si defines violencia como solamente homicidios, caes en el ridículo de decir que estamos mucho mejor porque los homicidios bajaron en Chihuahua. Lo que pasa es que en Chihuahua se consolidó un solo grupo criminal, que es el de Sinaloa. Es por eso que bajaron los homicidios, porque ya Sinaloa no se pelea más. Tomaron el poder.

La violencia se tiene que calcular a través de todas las manifestaciones de violencia con razones económicas. La violencia de la delincuencia organizada que más les reditúa es la violencia de la extorsión. La extorsión continúa aumentando en todo el país. La violencia del secuestro: México es el país número uno o dos del planeta en secuestros, delitos que han venido aumentando en los últimos dos años. Otra, la violencia de la compra-venta de personas que sigue imparable en México.

Hay que definir bien la violencia. Los pistoleros a sueldo disfrazados de académicos en las diferentes universidades mexicanas que están en nómina de la Secretaría de Gobernación, dicen que la violencia se calcula solamente a través de los homicidios. Eso es ridículo.

En Rusia bajaron los homicidios vinculados al crimen organizado a casi cero, pero eso no quiere decir que la delincuencia organizada esté más débil. Está más potente que nunca. Asesinan menos porque están más organizados desde el poder.

Debes tener mucho cuidado en cómo defines violencia. En México los indicadores de violencia han empeorado en los últimos tres años, lamentablemente.

Por ejemplo, en Colombia hubo un momento en que el gobierno apoyó a otros cárteles en contra de Pablo Escobar. ¿Es posible que en México se esté viendo algo similar, que la estrategia sea dejar un solo cártel?

Desde el año 2010, los indicadores, las estadísticas oficiales indican un sesgo a favor de la red Sinaloa. Menor detención del grupo de Sinaloa que de los demás grupos criminales; menor cantidad de sentencias contra Sinaloa, que de otros grupos criminales. Eso yo lo anuncié en la revista británica The Economist. Después la cadena de radio norteamericana National Public Radio vino a México y lo corroboró: a Sinaloa se le viene castigando menos. La pregunta es por qué, quién protege a Sinaloa.

Bueno, ahora surgen noticias de que el gobierno norteamericano, la administración de Bush y la de Obama, han usado a la red de Sinaloa para atacar a las otras organizaciones criminales. Queremos imaginarnos que esto se hace con el conocimiento del gobierno mexicano, porque los servicios de inteligencia mexicanos lo deben saber.

Lo anterior se tiene que vincular al caso de Vicente Zambada, que es una causa judicial pendiente en Estados Unidos, en donde han surgido datos objetivos de reuniones ligadas a la DEA con representantes de la red Sinaloa. El Universal publicó el lunes 6 de enero de este año una nota de la periodista Doris Gómora en la que da muchos detalles sobre eso. Sinaloa es el cártel o el grupo criminal que más se ha consolidado en el territorio mexicano y en Centroamérica. Eso quiere decir que a medida que se consolide territorialmente, Sinaloa ya no compite ni se pelea con nadie, y bajan los homicidios.

Hay que bajar los homicidios, pero hay que bajar al mismo tiempo los secuestros, las extorsiones, la piratería, la trata de personas. Los homicidios tienen que bajar junto a los otros 23 tipos de delitos económicos que siguen aumentando en México.

Lo que usted me dice es que al parecer México no tiene una política propia al respecto, sino que sigue las indicaciones de Estados Unidos.

El modelo salinista que ha venido imperando desde finales de los años 80 ha transformado a México en un satélite económico norteamericano. Todo en México responde al beneplácito, explícito o tácito, del gobierno norteamericano en turno.

Al comienzo de su administración el presidente Peña Nieto quiso hacer un simbólico gesto de soberanía al exigirle al gobierno norteamericano tratar con el mexicano a través de una sola ventanilla: la Secretaría de Gobernación, cosa que me parece bien; pero en el fondo el gobierno norteamericano sigue operando a piacere, con total soltura, en todo el territorio. Todo el alfabeto de agencias norteamericanas sigue operando en México y, lamentablemente, este sesgo a favor de Sinaloa ha generado la paradoja de que, por ejemplo, en Baja California disminuyeron mucho los homicidios, y el gobierno en seguida canta victoria, dice que ha controlado la situación, cuando en realidad Sinaloa ha tomado control de la mayor parte de Baja California. Chihuahua es la misma historia.

Lo que no queremos es tener a un grupo criminal poderosísimo controlando al sistema político mexicano, a través de municipios y de gobernadores, en tanto tiene al gobierno federal atado de pies y manos, sujeto a la extorsión de que si no hace lo que la red Sinaloa le indica, los homicidios van a aumentar y le va a ocasionar un costo político al presidente de turno.

No hay salida: tienes que fortalecer los controles políticos del Estado. Hasta que no se limpie el Estado, y no solamente mediante el castigo a la maestra Elba Esther, o a algún gobernador que ya no sirva, sino cayéndole a quien le tenga que caer, sea al primo del presidente, como sucedió en Colombia, sea al hermano del primer ministro, como sucedió en Italia, sea quien sea, esta orgía de violencia, de corrupción y de delincuencia organizada, va a continuar.

La cultura de la violencia

Para finalizar, qué nos puede decir de la cultura de la violencia en México, toda esta moda entre los jóvenes, en redes sociales y en música, que exalta la violencia, las drogas, etcétera.

El Estado no es el único foco de enfermedad social en México. Hay focos sociales que están muy enfermos, desde miembros de la élite mexicana que dicen que legalizando la droga se resuelve todo el problema, y comienzan a cooperar para que la droga se transforme en un negocio para ellos, como en el caso de la mariguana.

Cuando tienes a grupos sociales como en El Dorado, en Sinaloa, aislados de toda oportunidad de trabajo, y el único poder que ve la población son los grupos criminales para obtener trabajo, para obtener protección diaria, para que tu hija se pueda casar sin un tiroteo alrededor, cuando ves que la red Sinaloa es el Estado para todos los términos prácticos, la cultura que se impone en esa sociedad va a ser la del más poderoso.

Insisto, hasta que no haya un Estado que brinde bienestar, que brinde servicios públicos, y no me refiero solamente a alumbrado, barrido y limpieza, sino a justicia, educación, acceso a la salud, acceso a trabajo, entrenamiento laboral patrocinado por el Estado, hasta que la gente no vea que el Estado es una alternativa viable y beneficiosa, la cultura que va a prevalecer es la de los Caballeros Templarios, la de Sinaloa, la del Cártel del Golfo, la de los Zetas.

En Afganistán, donde trabajé, cuando se salía de Kabul, había que pedir permiso a los señores feudales afganos en las diferentes regiones. El Estado no contaba fuera de Kabul. Claro, el caso afgano es mucho más extremo que el mexicano, pero me refiero a que es el proceso de deterioro de los vacíos del Estado lo que te lleva a Afganistán.

Hasta que los actores que hoy ostentan el poder municipal y estatal, los gobernadores, no sean controlados por instituciones democráticas, con un pacto político en serio, no un Pacto por México, que es una vacilada, sino un pacto al estilo del Pacto de la Moncloa, al estilo de la chilena Concertación de Partidos por la Democracia; un pacto entre todos los partidos, donde los actores se dejen controlar los unos a los otros (y eso es muy difícil de lograr bajo condiciones normales), no vas a comenzar a ver una limpieza generalizada.

Cuando esa limpieza llegó a Colombia, en los años noventa, antes del ascenso de Uribe, la élite colombiana ya vivía bajo tierra, en bunkers, estaba amenazada diariamente. Esos mismos políticos colombianos que antes celebraban a Pablo Escobar, que lo invitaban a tomar whiskies a los clubes más prestigiosos, comenzaron a ver que el monstruo que habían creado los estaba devorando y buscaron controles para los grupos criminales, que antes eran los mimados, los apapachados de la élite.

Ese proceso de reversión de preferencias de la élite todavía no ha comenzado en México. Y no va a comenzar hasta que la élite no pague un costo. Toda esa gente que todavía vive en una burbuja va a tener que formar parte de la solución cuando el agua ya les llegue al cuello, y no solamente a la masa de mexicanos, porque el agua ya le llega al cuello a la mayoría de la población.

En Italia asesinaron a un primer ministro; entonces ahí se comenzaron a poner los pantalones y las botas y comenzaron a procesar con seriedad a miembros de la mafia, de la ndrangheta, de la camorra (mafias siciliana, napolitana y calabresa, respectivamente). Si bien todavía no tienen el problema controlado (aún hay mucha corrupción política), sí hay una reacción de Estado, cosa que en México todavía no existe. A los “Berlusconis” mexicanos todavía no se les está sentenciando. Por eso te digo que, hasta que no tengas una reacción de Estado en México, no vas a poder ver el principio del fin.