Movimiento Ciudadano debe crecer desde el norte
Mucho se ha discutido sobre las “reformas salvadoras de México”, tema que en los últimos meses concitó la atención de políticos, empresarios y sociedad en general, y que concluyó con su aprobación por abrumadora mayoría. Sin embargo, las reformas son un agravio más a esta nación, que vaya que es generosa, primero, por soportar un régimen autoritario y absolutista por más de siete décadas, y luego, por si fuera poco, por aguantar doce años de inutilidad, imbecilidad y ocurrencias de los gobiernos del cambio y el empleo.
En el caso de la reforma hacendaria, para ser benéfica, se deberían introducir dos cosas necesarísimas. Por un lado, buscar que todos los ciudadanos participen del pago de impuestos (la ampliación de la base de contribuyentes). Y por el otro, la revisión y ampliación de las potestades de los diferentes niveles de gobierno, para que participen de las tareas de recaudación, que hasta hoy han sido sólo responsabilidad de la corrupta e ineficiente federación.
En ambos casos, la “reforma” ni amplía la base, ni otorga facultades diferentes a las que tiene, desde el orden central, el gobierno federal.
Sumado a lo anterior, debemos señalar que tenemos uno de los cinco aparatos fiscales más caros e ineficientes del mundo. Esta es la argumentación de fondo para no dar el aval de Movimiento Ciudadano a este engendro legislativo. Son 4.5 billones de pesos y por ningún lado se aprecia que el gobierno federal se apriete el cinturón con un plan de austeridad que provoque eficiencia y certeza en el manejo de los recursos.
De igual modo, es indispensable blindar una recomposición entre el gasto corriente del gobierno y el gasto de inversión en infraestructura, así como avanzar gradualmente del 80-20-20 por ciento de recursos entre federación, estados y municipios, hasta llegar a un nivel que permita que los recursos los manejen mayoritariamente quienes atienden de manera directa a los ciudadanos.
¿Y qué decir de la reforma energética? Una más de las historias de terror de la vida moderna de nuestro país. Dice el presidente que sólo se trata de permitir que el capital extranjero ayude a generar más empleos y riqueza. Hemos permitido que Pemex, esta empresa generosa, sea ineficiente y se convierta en el botín y la caja chica de los gobernantes en turno. ¿Acaso ya se nos olvidó el Pemexgate?
En Chihuahua hemos crecido durante las últimas cuatro elecciones
De manera modesta, pero progresiva, hemos llamado la atención a lo largo de los último cuatro procesos electorales, y sólo hemos hecho dos cosas: la primera, trabajar sin tomar en cuenta todas aquellas circunstancias y personas que pudieran constituir un perjuicio al proyecto; y la segunda, incluir gente proba, trabajadora y honorable, que por sí sola tenga lucimiento y atraiga a más personas, no para utilizarlos, sino para involucrarlos en nuestra estructura.
Me parece que hoy estamos en condiciones de hacer nuestra parte para el proceso de 2015 y, por supuesto, para la elección local de 2016, donde habremos de pasar la meta de los veinte regidores en el estado, y de dos a tres presidencias municipales. Ya lo probamos: en 2013 nos quedamos a menos de veintiocho votos de la presidencia municipal en Janos. En Chihuahua y también en Meoqui nos quedamos a punto. Tenemos todo para ser la tercera fuerza política en un estado conservador, quizá el más difícil para hacer política por su geografía, por su cultura y por su gente.
No habrán reformas regresivas que nos alcancen si somos trabajadores y apasionados, pero, sobre todo, si no perdemos de vista que quienes andamos en esto tenemos que ser profesionales en todos sentidos.