Entrevista con el Dr. José Juan Sánchez Báez
“Las mujeres son un grupo vulnerable para muchos padecimientos y uno de ellos es la ansiedad”
Primero, requerimos recordar que no toda la ansiedad es patológica, hay una ansiedad sana que nos mueve a la acción. Es suave y delicada, no crea síntomas, nos empuja y motiva creando una incomodidad que solo se elimina al realizar nuestras actividades.
La ansiedad, por supuesto que afecta con mayor violencia a personas o grupos vulnerables, sin que ello signifique la exclusión de alguien a padecerla.
Las mujeres son un grupo vulnerable para muchos padecimientos, y uno de ellos es la ansiedad. En ellas regularmente se presenta acompañada de depresión, por lo que comúnmente observamos un síndrome mixto “ansioso-depresivo”. La ansiedad tiene la peculiaridad de generar una desorganización psicosomática y psicosocial grave, con severas consecuencias en la salud y el desarrollo.
No necesariamente, depende del grado del compromiso afectivo que tenga cada uno. Mientras mayor sea el compromiso afectivo hacia los hijos, mayor será el sufrimiento si les ocurre algo.
Lo habitual en nuestra sociedad es que la mujer tenga mayor disposición y capacidad para comprometerse afectivamente. Ello las puede gratificar intensamente como madres, pero las expone a mayores preocupaciones; sin embargo cada vez vemos a más hombres con un compromiso mayor hacia los hijos.
En general cada vez es mayor la aceptación, porque son padecimientos que van en aumento tanto en su frecuencia como en su severidad, cada vez estamos más expuestos y vulnerables a ellos.
Sin embargo, en los centros escolares y de trabajo no son aceptados como una causa de discapacidad, mucho menos de incapacidad. Así, vemos que muchas mujeres asisten a la escuela, las universidades, o a su trabajo, en condiciones de sufrimiento emocional.
Primeramente, la personalidad y la historia personal de una vida familiar desfavorable, inestable, hostil y carente de afecto, lo que crea una predisposición.
En segundo lugar, los factores sociales adversos que exponen a las personas a sentirse amenazadas e inseguras.
También, contribuye el carecer de una red social de apoyo, la presencia de factores naturales amenazantes, los altos niveles de exigencia en las poblaciones infantiles y juveniles, y las enfermedades médicas, sobre todo cuando son crónicas.
La sensación de miedo sin un sustento real o ante situaciones normales, y síntomas físicos como manos frías, sudoración, problemas digestivos, palpitaciones, resequedad de piel, ojos y mucosas. Síntomas pre-menstruales, adormecimiento de pies o manos, mareos, dolor de cabeza, zumbido de oídos, así como pensamientos de preocupación y temor, sensación de que algo terrible va a pasar, fatiga e irritabilidad, y en estados agudos extremos existe el temor a volverse loco.
Se dice que la ansiedad es un asesino silencioso y una epidemia que debería hacer sonar las alarmas de todos los sistemas de salud. ¿Esto es así?
En realidad no tiene nada de silencioso. Se expresa muy claramente, pero la población en general y los gobiernos toman a estos padecimientos con banalidad y los trivializan, los niegan y prefieren no percibir las consecuencias desastrosas para la salud.
No, lo cual tiene graves consecuencias para la salud mental pública y repercusiones directas sobre la salud física y el bienestar social. Para el sector salud, la salud mental pública no es parte de la salud integral.
Sin políticas de salud mental públicas efectivas es difícil hablar de prevención. A nivel individual las personas podemos tratar de reconocer y eliminar los distintos factores de riesgo. Principalmente, crear condiciones familiares afectivas para todos, detectar a tiempo los padecimientos ansiosos y sus factores de riesgo en la infancia y la adolescencia, para atenderlos adecuadamente, sin prejuicios.
Se requieren tratamientos médicos y psicoterapéuticos conjuntos, uno solo no basta. Y como adulto, hay que estar dispuesto a transformar permanentemente nuestra forma de vida.
Desafortunadamente, no es algo que vaya a ocurrir, ya tenemos el panorama establecido, nos está destruyendo continuamente; basta ver el incremento de la patología psicosocial en todos sus rubros y las complicaciones en padecimientos médicos donde participa de forma determinante la ansiedad.
Tristemente, es una realidad dolorosa que no es atendida, o lo es de forma muy deficiente, como fenómeno de la salud mental pública.