Entrevista con el Dr. Javier Rico Moreno
En buena medida descansa en que Octavio Paz es el creador de una poesía extraordinaria, que asimila toda una tradición poética y emprende una ruptura, de alguna manera, una revolución en el lenguaje. En ese sentido, creo que la poesía de Octavio Paz es una obra que va a perdurar mucho tiempo en función de sus valores estéticos.
Por otro lado, creo que es separable la imagen del Octavio Paz poeta con la del pensador. En este sentido, hay muchas voces que han reconocido en Octavio Paz a una de las figuras intelectuales más importantes de la segunda mitad del siglo XX. En México y en el ámbito mundial.
En Octavio Paz encontramos a una figura capaz de llevar la intuición poética a terrenos muy amplios, con madurez intelectual para pensar situaciones en muy distintos campos.
Hace algún número de años en la Universidad del Claustro de Sor Juana, donde fui secretario de rectoría, se programó un evento, en las jornadas culturales, en torno de Octavio Paz. Entonces hice un análisis de Posdata y quedé maravillado con lo que encontré desde el punto de vista de la visión de la historia.
Luego, desarrollé un proyecto para el doctorado sobre la visión de la historia en la obra de Octavio Paz y me di cuenta que aquello iba a ser imposible, demasiado, sobre todo cuando empecé a trabajar con El laberinto de la soledad. Me percaté de que es una obra extraordinariamente compleja y toda la investigación tuvo que circunscribirse solamente a El laberinto.
Paradójicamente en relación con lo que el título de la obra sugiere, El laberinto de la soledad es una obra poblada de múltiples presencias. Emprende Paz un diálogo con filósofos, antropólogos, historiadores, poetas, pensadores de distintos campos; además de que hay un entrecruzamiento de reflexiones filosóficas y de otro tipo, que abordan la cuestión de la cultura mexicana y de la historia de México, y que hacen un entramado complejo.
A mí me sorprende que a más de 50 años se siga viendo en ocasiones a El laberinto de la soledad como un ensayo sobre la identidad del mexicano. El mismo Paz en varias ocasiones trató de desmentir esa idea, le preocupaba más emprender una crítica de nuestra forma de ser.
El laberinto de la soledad implica distintos niveles de lectura. Me atrevería a pensar que las lecturas superficiales se impactan por la expresión de que los mexicanos somos hijos de la chingada. Es algo que lastima a una cierta sensibilidad.
Sin embargo, una lectura más profunda remitiría a otra cuestión, que también lastima, que es la conquista de México. El mismo Paz lo expresa de una manera extraordinaria cuando dice que la conquista es una herida de la que mana sangre, todavía nos duele. Eso es cierto, en mis cursos de Historiografía de México I, cuando revisamos, por ejemplo, las Cartas de relación de Hernán Cortés, para las jóvenes generaciones la conquista sigue siendo una llaga que ahí está y lastima.
Tanto en El laberinto de la soledad como en Posdata, Octavio Paz procede por medio de una analogía muy importante entre el individuo y la sociedad. En la estructura psíquica del individuo hay, digamos, ciertos traumas, contenidos ocultos. Paz piensa que lo que le sucede al individuo, desde el punto de vista psíquico, le sucede también a un ente colectivo, que es la nación. En ese sentido, la conquista, la imagen del origen, es un contenido que lastima y por lo tanto se le trata de mantener oculto.
Indudablemente, El laberinto de la soledad está escrito con una prosa poética, todo el discurso está lleno de metáforas, de figuras retóricas, de imágenes extraordinarias, como aquella que dice que “Zapata murió como había vivido: abrazado a la tierra”.
Sin embargo, más allá de la prosa, la visión poética de la historia descansa en una manera de aprender el devenir histórico. Lo que encontré es que Octavio Paz descubre una especie de ritmo histórico, un movimiento oscilatorio entre momentos de soledad y momentos de comunión, momentos de cierre y de apertura; es decir, una dialéctica de oposición, de contrarios, autenticidad y no autenticidad, y en eso consiste la historia de México.
Después de una ruptura con el origen, que está constituido por la conquista, el orden colonial es un orden cerrado al exterior. Y contrastaría esa etapa de cierre con el de la Revolución Mexicana, por ejemplo. En la Revolución Mexicano dirá Paz, el mexicano se abre, explota, busca la comunión. Después viene otra vez el periodo de cierre.
Creo que él lo vería todavía como una búsqueda de las formas que nos expresen. Las formas en Paz son importantes, la forma de organización de una economía, la forma de una organización política, de una organización social. Yo creo que él vería que seguimos buscando una manera de expresión de nuestro ser.
Estoy convencido de que la investigación histórica, tal como se practica en la academia, no es la única vía para llegar al conocimiento del pasado. En ese sentido, lo que encuentro es que Paz llega a reconstruir una representación del pasado a través de una intuición poética. Lo cual no quiere decir que lo que hace sea opinar sobre el pasado. En Paz hay una preocupación y lecturas importantes en relación con la historia. Algunos de sus planteamientos son coincidentes con los de otros historiadores luego de una larga investigación.
Por ejemplo, la imagen que construye del zapatismo es prácticamente la misma que la de John Womack. La obra de Womack es mucho más extensa, el camino que sigue es mucho más detallado; pero si nos quedamos con la imagen final, es la misma que nos entrega Paz en tres páginas.
No, yo creo que hay en Paz, en Posdata y otros textos, algunas de las críticas más profundas sobre el priísmo. Esa crítica en Posdata es tremenda. Un punto muy importante es la explicación del 2 de octubre del 68 de una manera simbólica, como la actualización del sacrificio que emprende el Tlatuani, sacrificio de sangre para mantener el orden. Y simbólicamente eso lo vincula con el México prehispánico.
No sé hasta dónde hay después un acomodo con el régimen priísta, que sería más bien en la época salinista. Creo que habría que plantearnos el asunto un poco en términos humanos. Un personaje que ha pasado por varias vicisitudes, poéticas, políticas, personales. Después de recibir el Premio Nobel, no sé hasta dónde es él quien se acomoda, o es más bien el régimen que trata de aprovechar su imagen.
Supongo que mucha gente hubiera querido que Paz alzara la voz en contra del salinismo. Hay que tomar en cuenta un horizonte amplio, lo que estaba sucediendo en le mundo, el desmoronamiento de la Unión Soviética, la caída del Muro de Berlín. Y quizá también habría en Paz un cierto descenso en la combatividad.
Por otro lado, hay que reflexionar sobre los planteamientos de buscar una vía intermedia, corregir al capitalismo con el socialismo, y al socialismo con el capitalismo. Pareciera una cosa sin sentido, pero no sería más que la búsqueda de una especie de conciliación de los opuestos que permitiera encontrar otra vía de desarrollo.
No conozco la antología que han estado preparando para distribuirla gratuitamente. Pensando en un público amplio habría textos que no podría dejar de lado, por ejemplo, el poema en prosa Mi vida con la ola. A veces uno lo lee como si fuera un texto para niños, es maravilloso. Indudablemente, El laberinto y Posdata, también.
Conozco lo que se está haciendo en la academia, sobre todo, dar voz a quienes han hecho trabajos sobre algún aspecto de la obra de Paz. La parte oficial, no me convence. Pienso que más que el aspecto celebratorio, debería de hacerse un esfuerzo profundo por promover la lectura. A veces, destaca el hecho de que en el extranjero se están realizando eventos importantes y serios para la conmemoración del centenario.