La historia de la mujer tiene que dejar de ser ignorada para que se reconozca la labor que han realizado en los procesos históricos de nuestra nación.
Es importante que las nuevas generaciones puedan tener otra mentalidad y respeten a las personas independientemente de su sexo o condición. El problema es que vivimos en una cultura patriarcal o machista, donde el hombre tiene el poder y la mujer lo obedece, pero para modificarla necesitamos leyes, políticas públicas y educación formal e informal, desde un enfoque de género, que manifieste respeto hacia las personas independientemente de su sexo.
El objetivo es hacer visible la labor que ha realizado el género femenino en la construcción de la historia de México. Por eso, a través de exposiciones permanentes, explicamos la importancia de la equidad.
También tenemos un centro de documentación que aborda la participación del género femenino desde la época prehispánica, la Colonia, la Independencia, la Reforma, la Revolución y las décadas actuales. Existe una biblioteca y librería especializadas en los temas de género. Además hay exposiciones temporales, impartimos talleres y contamos con un cineclub donde se analizan películas desde la perspectiva de género.
En la Independencia de México destacan las criollas de clase alta que se incorporaron a la lucha, como Josefa Ortiz de Domínguez, Leona Vicario y la “Güera Rodríguez”. En cambio en la Revolución se recuerda al colectivo de soldaderas que curaba y alimentaba a los hombres, incluso pelaban a su lado, pero no hubo un ícono en particular.
En la Revolución, un grupo de maestras normalistas participó en la lucha revolucionaria, por ejemplo, Dolores Jiménez, organizó un mitin en contra de Porfirio Díaz y al ser encarcelada con sus compañeras hicieron una huelga de hambre, después se unió a Emiliano Zapata, fue coautora del Plan de Ayala y obtuvo el grado de Generala Brigadier.
Otro caso es el de Juana Belén, quien se casó con un minero analfabeta al que enseñó a leer y escribir. Le dieron el grado de coronela y fundó el periódico Vésper. Mientras Hermila Galindo, maestra de taquigrafía, participó en el movimiento maderista y revolucionario, fue secretaria de Venustiano Carranza, demandó derechos políticos y sexuales equitativos, e impulsó el voto femenino, aunque sin éxito.
Fueron pioneras de la lucha social, feminista y militante, porque no sólo hicieron demandas sociales a favor del pueblo mexicano, sino en torno a la equidad de género. En ese tiempo la sociedad las condenó y tuvieron que luchar contra viento y marea. En un inicio sus demandas fueron los derechos laborales, el acceso a la educación y al voto.
Aún nos falta mucho por avanzar. Por ser mujer existe una brecha salarial de hasta de 43 por ciento, en 17 estados del país son criminalizadas por abortar y México tiene el más alto índice de feminicidios en América Latina. En el poder legislativo se ha obligado a los partidos políticos a que cumplan la cuota de género; pero en las presidencias municipales solo el 7.7 por ciento son mujeres y ningún estado cuenta con una gobernadora.
Aún prevalece la discriminación porque no se ha logrado cambiar la cultura que tiene raíces provenientes de la antigüedad clásica. Aristóteles, por ejemplo, dijo que las féminas al ser pequeñas tenían el cerebro más chico, por lo tanto eran menos inteligentes, pero en contraparte, Platón señaló que el género femenino poseía el derecho de participar en la defensa de las ciudades.
Incluso las leyes han marginado a la mujer. En Roma se estableció que el padre era el jefe de familia y que podía castigar a su pareja, también en las religiones abrahámicas se establece a un hombre como dios, que da la vida y utiliza a la mujer sólo como intermediaria de procreación.
Existen refugios como Fortaleza, fundado por la Federación de Universitarias, donde se brinda ayuda a mujeres maltratadas. Sin embargo, no hay suficientes espacios, que mínimo debería haber uno por delegación.
Siendo usted una mujer con una trayectoria ejemplar, ¿Siente que en algún momento de su trayectoria ha padecido discriminación por ser mujer y de ser así, cómo ha lidiado con ella?
Sí, padecí discriminación al trabajar en una preparatoria de monjas donde impartí clases de Historia y me pidieron mi renuncia porque estaba embarazada. Me enojé mucho, le dije a la monja que no iba a dimitir, después me pidieron una disculpa.
Tambien había prácticas que antes eran comunes como que en las juntas de trabajo a los hombres se les reconocía su título profesional, al decirles licenciado o doctor, en cambio a las mujeres nos decían por nuestro nombre.