Finalmente llegó el día en Tlaxcala. Los músicos permanecían en el escenario que horas antes habían preparado los técnicos, mientras el público impaciente esperaba a los danzantes que se encargarían de avivar un espectáculo inolvidable.
El frío no fue obstáculo para ver actuar a la región del Istmo de Tehuantepec, con sus mujeres de semblantes bellos, atuendos de diosas coronados por flores en forma de estrella y túnicas blancas de seda, que matizaron el inicio de la danza de las vírgenes.
Con el estandarte por delante de San Pedro Apóstol, poco a poco se fueron sumando los integrantes de la banda conformada por jóvenes virtuosos que tocaban las trompetas.
Al término de cada intervención, los oaxaqueños repartían lo que denominan Guelaguetza, es decir, regalar encantadoras artesanías y fruta típica de la región mixteca. Momento en que los flashes de cámaras brillaban como pequeños espejos de hojalata para perpetuar esa grata acción.
Con las trompetas repiqueteando al ritmo de la tambora, pasadas las diez de la noche, la región de San Juan Bautista Tuxtepec fue entonado el baile Flor de Piña, mientras tanto una voz narraba: “Buenos días Oaxaca, solo les vengo a decir que acabamos de llegar, medio viaje fue subir y medio viaje bajar…”.
Al final de la presentación por tierras tlaxcaltecas, Refugio Rivas Corona, diputado local en el Congreso de Tlaxcala, dijo que traer parte de La Guelaguetza al estado es muy importante, porque no todo el público puede trasladarse a Oaxaca, viajar y pagar los gastos de hospedaje, de alimentos y, además, adquirir una entrada de más de mil pesos en el cerro del Fortín. Siendo así que fue un compromiso de campaña, fomentar la cultura en el estado.