A las 10:15 am, Jade borró de su cuaderno el último tache que le recordaba su gordura; a las 12:05 pm, Francisco le juró amor eterno a su macarrón; a la 1:17 pm, Caterina, con una planta carnívora tatuada en el vientre, y Becerril, descubrieron que amor significa dos guantes para cuatro manos; a las 2:09 pm, Daniel, el maestro de español, saboreó la arena en su paladar imaginándose la playa mientras sonreía a sus alumnos; a las 2:14 pm, mientras piensa que todos hemos pasado por la adolescencia y la hemos librado, su mamá golondrina se convierte en tortuga.
A las 8:00 pm, los martes y miércoles de junio, Pamela Almanza, Patricia Yáñez, Luis Arturo García, José Antonio Becerril y Alejandro Toledo, integrantes de la compañía teatral El Coro de los Otros, acompañados por María José Jiménez, llevan a escena la historia de Caterina, Jade, Francisco, Becerril, Daniel y Pascuala, alumnos, profesor y madre, integrantes de una comunidad escolar cuya normalidad se ve trastocada a las 2:14 pm de un día cualquiera.
Boris Schoemann, director de la obra, plantea una puesta en escena basada en un baile grupal constante del que los actores se van desprendiendo para relatar en primera persona las historias de sus personajes. La obra, como la vida, es una coreografía en la que cada quien cumple con su parte, en la que cada individuo tiene su momento para hacer un solo y brillar, en la que uno se encuentra con otro para bailar en armoniosa pareja o ríspido desencuentro. Al acercarse la hora señalada, el ritmo se acelera, el baile se vuelve vertiginoso, anunciando la ruptura violenta de la armonía coreográfica y vital.
Esta apuesta por el baile le da a la obra, por un lado, un atractivo visual, y por otro, un movimiento constante que la hace fluida y atrapa al espectador en un ritmo que avanza constantemente, ambas características muy importantes, en especial si tomamos en cuenta al público al que se dirige la obra: jóvenes de secundaria y preparatoria.
Según la compañía El Coro de los Otros, uno de sus objetivos es generar puestas en escena cuyos discursos nacen a partir del contexto social en que se desenvuelven. Así lo demuestran con 2:14 PM, obra del autor canadiense David Paquet que aborda un tema ya tocado por cineastas como Michael Moore en el documental Bowling for Columbine, o Gus Van Sant en Elephant: el de la violencia escolar, a veces silenciosa, que desemboca en crudas tragedias aparentemente inesperadas.
Hoy más que nunca, este tema es pertinente en nuestro país, que ocupa, desgraciadamente y como en casi todo lo malo, los primeros lugares en el fenómeno del bullying. Sobre el tema, hay quien opina que siempre ha existido, que todos lo hemos sufrido, pero que ahora se habla de él porque tiene nombre. La violencia escolar, ¿es, en efecto, más visible desde que tiene nombre, o hubo que nombrarla porque se trata de un problema creciente?
¿De quién es la responsabilidad? ¿De los padres que consienten o ignoran a sus hijos? ¿De los maestros? ¿Del Internet? ¿De los productos culturales cada vez más violentos que la sociedad consume? ¿De un sistema podrido que produce individuos cada vez más disfuncionales?
La realidad es que las cosas están pasando, y mientras los políticos se enredan en discusiones sobre la mejor solución para el problema (que seguramente terminará siendo la que más les convenga a ellos y no a los afectados), los adolescentes viven, como víctimas o victimarios, el día a día de un contexto cada vez más agresivo.
La realidad es que a las 7:58 pm del pasado 14 de mayo, Héctor Alejandro Méndez Ramírez, alumno de la secundaria general número 7 de Ciudad Victoria, Tamaulipas, México, fue lanzado de cabeza contra la pared por cuatro compañeros de escuela. A las 3:30 am del 20 de mayo fue declarado muerto. La realidad es que no todos libran la adolescencia.
¿Quién habla con los adolescentes, quién los escucha? ¿Quién se da cuenta de que a ellos lo que les interesa, a pesar de la violencia, es enamorarse y que se enamoren de ellos, es tomar a alguien de la mano, besar a alguien, significar algo para alguien? ¿Quién habla con los maestros de los adolescentes? ¿Quién escucha a sus padres?
2:14 PM es, sin duda, una gran opción para que esa franja de la población de la que tanto se habla, pero a la que poco se escucha y atiende, se acerque al teatro y encuentre en él una resonancia, un reflejo, una alternativa que, además de entretenerla, podrá enriquecer sus reflexiones sobre sí misma y sobre su mundo. La gran virtud de 2:14 PM está en hablar a los jóvenes de lo que los jóvenes viven, de sus amores, de sus curiosidades, de sus frustraciones, y hacerlo sin posicionamientos moralinos, sin adoctrinamientos, con humor y vitalidad, pero también con su dosis de crudeza.
Termino haciendo votos porque esta obra pueda ser vista por jóvenes no sólo del Distrito Federal, sino también de otros lugares de la República Mexicana, cuyas posibilidades de acceso a una oferta cultural amplia son más que limitadas. Esta circunstancia, como el bullying, es discriminatoria, y contribuye al panorama oscuro que desgraciadamente enfrentan gran parte de las juventudes de nuestro país.