Las trapacerías en materia electoral no son nuevas. Detrás de ellas están, principalmente: 1) la mala calidad educativa, la manipulación mediática y la desinformación del grueso de la ciudadanía; 2) la perniciosa costumbre de las élites del poder en México, que cíclicamente y desde hace décadas imponen sus intereses, ambiciones y prácticas corruptas por encima de las libertades y los derechos de las mayorías; 3) la ausencia de debates y confrontación de ideas, y 4) la persistencia de cacicazgos regionales a cuyo frente están muchos de los gobernadores mexicanos.
Estos males, tangibles, reales, reseñados aquí en mínima expresión, hicieron necesarias hace 24 años reformas constitucionales que derivaron en la creación de Instituto Federal Electoral (IFE) y un Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe), para dotar a la ciudadanía de una institución que brindara certeza, transparencia y legalidad a los procesos electorales. Estas reformas tuvieron su réplica en los estados de la república, pero sin normas que ataran las manos de los cuatreros regionales.
Veinticuatro años después, con una nueva reforma política electoral que convirtió al IFE en Instituto Nacional de Elecciones (INE), y con aparentemente nuevas reglas de juego para regular los procesos, esos tumores malignos de la democracia a la mexicana siguen sin ser extirpados. Ni se ocupó de ellos la frustrada transición política del año 2000.
La valiente voz de alerta la acaba de dar, el 29 de mayo último, el presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, al acusar sin rodeos a gobernadores de presionar a los consejeros del INE para tener injerencia en la conformación de los organismos electorales que habrán de organizar y vigilar, en 2015, las elecciones locales en 17 entidades federativas del país. Y como para confirmar la persistencia de esa malsana costumbre del poder a que nos referimos líneas arriba, Córdova Vianello afirmó que se trata de “presiones normales”.
“Es cierto lo que dicen: hay poderes locales, empezando por los gobernadores, interesados en incidir en la constitución de los organismos locales. Tenemos por lo menos 17 problemas enfrente…el INE recibe hoy presiones y seguirá recibiendo presiones”, aseveró Córdova Vianello.
A ello hay que sumar otras vergüenzas de nuestra cultura política: asesinatos y amedrentamiento de candidatos, empleo cínico e impune de recursos públicos para conquistar el voto de millones de ciudadanos inmersos en la pobreza, uso desenfrenado de encuestas a modo que nadie regula; la paga millonaria y furtiva de comentarios y entrevistas, así como propaganda disfrazada de noticias.
Esos son los desafíos que tiene el INE para darle a México la certeza democrática que exige y se merece.