Entrevista al pintor Emilio Juárez
Voy a comenzar esta entrevista haciéndole una pregunta que seguro ha tenido que responder mil veces pero que me parece obligada ¿Cómo y cuándo decidió usted dedicarse a la pintura?
A mí siempre me gustó la pintura, desde niño. En casa teníamos una serigrafía que perteneció a mi abuelo, y era una pintura del realismo barroco del siglo XIV (una copia, lógicamente, sino sería millonario) y de chiquito me le quedaba viendo mucho tiempo, no entendía cómo alguien podía hacer eso con pinceles, me llamaba mucho la atención, pero por aquellos tiempos yo pensaba que sólo los que tenían recursos económicos podían dedicarse a la pintura, los que podían ir a Europa a estudiar, los que ya tenían la vida resuelta, entonces lo dejé de lado. Pasó el tiempo, yo continué estudiando, entré a la Facultad de Medicina y mientras esto ocurría, mi papá conoció a un pintor que se llamaba Armando Gómez de Alba, me llevó a su taller y a mí me impresionó mucho ese lugar, los olores, los colores, los bastidores, todo… y ahí ya lo tenía yo a la mano, no era tan lejano como irse a Europa, bastaba con tomar un colectivo.
Comencé a tomar clases con Armando Gómez de Alba y la pintura me empezó a jalar. Llegó un momento en que yo ya no estudiaba medicina, y que bueno porque hubiera sido un pésimo doctor, imagínate, si llegaba un paciente con dolor de cabeza le hubiera recetado un traguito de aguarrás… Llegó el momento en el que tuve que decidirme por la pintura y se armó la balacera en mi casa, me decían que estaba loco, que me iba a morir de hambre, pero era lo que a mí me gustaba así que me dediqué de lleno en el taller de este Maestro, tendría yo como veinte, veintidós años más o menos.
A los tres años de estar trabajando en ese lugar gané un concurso a nivel nacional que se llamaba “El nuevo pintor mexicano”, con un tema de hojas, muy sencillo, y de ahí comenzaron algunas exposiciones, empezaba yo en casas de cultura y cosas así.
Se dice que el arte es 1 por ciento inspiración y 99 por ciento expiración, es decir, que el trabajo y la disciplina son fundamentales para cualquier tipo de creación ¿Qué opina usted de esto?
La disciplina es importante siempre, sino se tiene disciplina no se puede conseguir nada, pero una de las cosas de las cuales yo estoy convencido es que la pintura no se aprende, se desarrolla y con esto se entiende que uno ya trae algo, uno nace ya con cierta capacidad de observación, de sensibilidad.
En cuanto a la inspiración yo no creo mucho en eso, yo creo más bien en el trabajo. Tengo un amigo que decía: “es que no trabajo porque no estoy inspirado”, y yo le decía, “ponte a trabajar, así si llega la inspiración te encuentra trabajando”.
¿Cómo practica usted su disciplina? ¿Pinta a determinadas horas?
Uno se tiene que ajustar a cierto ritmo de vida, mi esposa trabaja, mi hijo va a la escuela y de alguna manera yo tengo que hacer una vida familiar. Antes de casarme yo pintaba de noche, desde las seis de la tarde hasta las ocho o nueve de la mañana, pero ya casado pues empiezan los problemas porque hay que dormirse a una hora, levantarse en ciertos horarios, así que uno tiene que aprender a hacer algunos mecanismos. Sábados y domingos, por ejemplo, hay que estar en la casa y entresemana trabajo de nueve de la mañana a cinco o seis de la tarde.
¿Cómo ha logrado ser un pintor exitoso en un país como el nuestro? Es sabido por todos que los apoyos y las becas en México son muy escasos y que el Estado no le presta a la pintura, ni a la cultura en general, la atención que ésta merece.
Pues es un asunto muy complicado. Están las becas del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (FONCA), yo estuve como ocho años haciendo filas, gastando en impresiones, en fotografías y todo lo demás para solicitar una beca, aparte de calendarizar el trabajo y toda la serie de requisitos que te piden, luego a hacer filas y filas de todo el día, todo para que resultara que las becas ya estaban de alguna manera otorgadas. Veías los apellidos de los ganadores de las becas en el periódico y parecía que estabas viendo marcas de licuadoras: “Osterizer”, “Tromercazon”, cosas así. Entonces pues no, nunca me otorgaron becas.
¿Cómo le he hecho? No sé, es muy difícil porque cuando uno empieza a pintar, pues de entrada pintas bien feo, entonces no vendes. Yo no sé cómo me compraban cuadros; tienes que empezar a vender cosas casi nada más para recuperar lo que invertiste en los materiales. Para tener algunos ingresos yo hacía bastidores, destilaba aguarrás y lo vendía, revendía pinceles, daba de repente una que otra clase y vendía uno que otro cuadro en 200 o 300 pesos.
Finalmente, me gustaría que hablara un poco sobre el mural Personajes de la segunda mitad del siglo XX, que pintó recientemente para Movimiento Ciudadano. ¿Cómo lo fue creando y qué significa para usted este mural?
Lo que me interesaba en este mural era la importancia de los personajes que están pintados, se me hacía un compromiso muy grande y pensaba: “en donde no sepa cómo pintarlos a ver qué hago”, porque son dos cosas; una es cómo lo vas pintar, que ese es tu compromiso como pintor, tienes que hacer bien tu trabajo, mantener el color limpio, el volumen, la fuerza, etcétera. Eso es lo que a mí me toca, pero además está el compromiso de hacerlo dándole el carácter que debe de tener cada uno de estos personajes que fueron y siguen siendo, piedras angulares en el rumbo de nuestro país.
Cuando me dieron las imágenes para el mural, me puse a revisar qué cosa había hecho cada uno de los personajes, a qué se habían dedicado y ahí es donde uno comienza a darse cuenta de cuál es la expresión que predomina en las fotografías que hay. El Dr. Mario Molina, casi siempre aparece sonriendo, por ejemplo. Si vas haciendo una carpetita de fotografías, vas sacando un gesto, ese te lo guardas y al momento de estar pintando estás pensando en ese gesto y vas buscando de qué manera trazarlo.
Este mural fue un encargo, sin embargo yo conservé mi libertad como pintor al momento de crearlo y esto lo logré con la forma de aplicar el color, el volumen, la técnica que usé en el cuadro y que forma parte de mi estilo.