José Luis Pimentel, es egresado de la Escuela Superior de Ingeniería Química del Instituto Politécnico Nacional, generación 61-65, su vida era como la de cualquier michoacano que en su juventud emigra a la Ciudad de México para estudiar ante la falta de oportunidades en su estado natal, y después regresa; hasta que el destino lo alcanzó en 1968, para convertirlo en guerrillero por accidente y, años más tarde, en luchador social por convicción.
Ese año, su familia sufrió la represión del Estado por parte de los órganos de seguridad, con la persecución de dos de sus hermanos durante las movilizaciones de 1968, quienes esa trágica noche del 2 de octubre fueron reportados como desaparecidos. Por ello, el ingeniero Pimentel emprendió un viaje de regreso a la capital del país en busca de ellos
“Los busqué en hospitales, reclusorios, en el servicio médico forense y vi muchas personas asesinadas. Todos tenían el tiro de gracia: señores, señoras, incluso embarazadas, adultos mayores. Había muchos muertos, en particular jóvenes, y yo pensaba en mis hermanos”.Sin embargo, los hermanos de José Luis lograron evadir las balas y se resguardaron en domicilios colindantes a la Plaza de las Tres Culturas. Después, fueron ellos quienes le marcaron la vida, motivándolo a iniciar la resistencia desde la lucha armada clandestina.
En aquella época de autoritarismo desbordado, México era una tierra muy fértil para la movilización social. Entre las organizaciones que surgieron por la crisis del sistema estuvo la Unión del Pueblo, a la que perteneció el ingeniero Pimentel, una luis pimeagrupación que, segú su descripción, se financiaba de manera autónoma sin realizar ninguna acción que afectara a la propia sociedad, a la cual pretendían transformar. La organización realizó diversas acciones instalando explosivos en inmuebles gubernamentales, pero sin afectar a una sola persona: “Nunca fue nuestra intención causar terror hacia la población, el intento siempre fue decirle al gobierno que las cosas no estaban bien y que había que cambiar desde la base este modelo desigual”.Tras varias acciones, el ingeniero cayó preso producto de la presión que ejercieron los órganos de seguridad estadounidenses, que buscaban silenciar a los movimientos opositores de esa época.
“Mi hermano se encontraba realizando algunas pruebas con explosivos cuando perdió la vida” y tras este accidente, la ubicación de la agrupación fue descubierta. Entre 1972 y 1973 estuvo preso en el Palacio de Lecumberri, mejor conocido como “El Palacio Negro”, que oscureció la historia de la época y la vida de quienes ahí estuvieron presos. Posteriormente, fue recluido un par de meses en el Campo Militar número 1, donde sufrió tortura física y psicológica por parte de militares y gente del Estado Mayor.
“Me sacaron dientes, a diario me golpeaban, me torturaban con toques eléctricos colgado de los pies; los interrogatorios y las torturas eran día y noche, pero al no obtener información de DESDE LA DIGNIDAD Y HASTA LA HISTORIAFotos: Giovani Marcelino Moralesmi parte, me exiliaron del país. Estuve siete años en Cuba y gracias a una amnistía que realizó el gobierno mexicano puede regresar a Zitácuaro. Mi familia había sufrido muchísimo. La represión contra ellos se mantuvo mientras yo me encontraba en el exilio”.
El regreso del “terrorista”
Casi una década después retornó a México, con la única esperanza de recuperar su vida. Regresó sin nada, sin patrimonio y sin una trayectoria profesional que lo avalara, además, el estigma de haber sido guerrillero en su comunidad era muy fuerte.
Al volver a su tierra, se encontró con el miedo infundado que le tenían sus paisanos, incluso fue señalado como el terrorista o el bombero. “Nadie me hablaba, todos me tenían un miedo espantoso, en la iglesia del pueblo me excomulgaron públicamente por ser comunista, mis amigos de toda la vida se alejaron”. Sin embargo, en muy poco tiempo, con trabajo honesto, fundó una empresa maderera en el oriente del estado, y a principios de los 90 fue funcionario del gobierno de Michoacán, en el área forestal donde logró ser presidente de la industria maderera de la entidad.
Años más tarde, los deseos de seguir ayudando a su comunidad y conseguir la transformación de México hacia una nación más justa, llevaron al ingeniero Pimentel a Movimiento Ciudadano, donde actualmente es el delegado de Trabajadores y Productores del estado. Después de 46 años, este hombre no ha perdido su emoción social y su deseo por cambiar la historia del país. “En todas estas décadas hemos sido testigos de cómo los ciudadanos están cansados de los partidos tradicionales, y en Movimiento Ciudadano he encontrado un vehículo real para la transformación de la vida pública. En este momento lo que estamos construyendo es una nueva plataforma ciudadana, estamos buscando a mujeres y hombres libres que quieran gobernar en Michoacán.”
“Alguien como yo, que ya pasó por la lucha, la tortura y el exilio, sólo puede sugerirles a los ciudadanos libres de este país que no abandonen sus sueños. Lo único que tenemos es la fuerza de nuestra dignidad que nos llevará a la construcción de una nueva historia”.