Concluyó el 2014 entre protestas sociales y la devaluación de nuestra moneda, reflejo del gris liderazgo que está caracterizando a la actual administración pública en los tres ámbitos, lo que ha provocado una profunda irritación entre la población, que aparentemente se apresta a volcarse en las urnas este nuevo año, para darle un giro electoral a México. Este peligroso caldo de cultivo lamentablemente tenderá a incrementarse en el 2015, porque no se percibe que la presidencia de la República contemple algunos ajustes; de hecho el mandatario Peña Nieto ya anunció que el esquema gubernamental continuará inalterable, en busca de cumplir sus objetivos (¿?).
Ante la fatalidad de tanta terquedad, veamos algunos escenarios posibles que surgirían en materia económica, social y política. Creo que económicamente la solidez continuará siendo frágil, derivada de la escasa confianza que se está teniendo en el régimen, por lo que seguramente el gobierno federal preferirá invertir una buena cantidad de dinero en tratar de “sacar adelante” la mayoría legislativa, lo mismo que en las gubernaturas y presidencias municipales que estén en disputa.
La guerra de los precios del petróleo, que Estados Unidos y Arabia Saudita iniciaron en noviembre pasado para perjudicar las finanzas de Rusia está provocando daños colaterales, al afectar, entre otros a la República Mexicana. En ese sentido, todas las inversiones que se habían previsto para extracción del hidrocarburo se verán pospuestas o, en el peor de los caso, no tendrán la rentabilidad esperada, lo cual no es desde luego una buena noticia.
En materia social, simplemente aportamos el dato frío y crudo, debido a que en el 2014 cerca del 60% de la población de nuestro país ha ido eliminando de su dieta alimentos básicos, que estaba acostumbrado a ingerir como el maíz, frijol, arroz, carne de res y tortillas. ¿Qué significa eso? Que la escasez de empleo ha venido deteriorando tristemente el bolsillo de los mexicanos en general. Adicional a lo anterior, hemos visto cómo las grandes reformas que se anunciaban de “gran calado”, han quedado en auténticos fuegos de artificio, cual espectáculo de feria popular, continuando la espera de que se generen las leyes complementarias que permitan aplicar debidamente las mismas y empiecen a producir los beneficios sociales y económicos esperados.
La inseguridad, la delincuencia y el narcotráfico seguirán siendo materias pendientes para un gobierno que está empeñado solamente en “ponerse de tapete”, ante los intereses internacionales, olvidando la dignidad que invariablemente se debe anteponer en cualquier negociación.
En el renglón político, el Revolucionario Institucional se juega mucho en el proceso electoral del domingo 7 de junio del 2015. Se sabe que varios estudios preelectorales lo muestran como el gran perdedor, por lo que donde se vea prácticamente perdido, procederá a impulsar esquemas de voto de desperdicio o de voto nulo, antes que el voto de castigo le afecte directamente y lo desplace parcial o totalmente del poder.
Por eso cada uno de nosotros debe reflexionar –hoy más que nunca- sobre el poder del voto ciudadano para modificar todo aquello que está afectando nuestra calidad de vida. Si nos quejamos que son unos cuantos los que imponen su voluntad a los gobernados, procedamos entonces a acudir masivamente a las urnas, manifestando nuestra opinión en las mismas para señalar que somos nosotros los ciudadanos los que establecemos quién debe gobernarnos y bajo qué conceptos. Solo así marcaremos un hito en la historia electoral de la nación.