La población carcelaria considerada la más peligrosa en la ciudad proviene de la colonia Desarrollo Urbano Quetzalcóatl, en Iztapalapa, fundada por familias instaladas en asentamientos irregulares. Los delitos más cometidos son: robo, secuestro y homicidio.
Si bien en los reclusorios habitan 35 mil presos iztapalapenses, en ninguna de las otras colonias convergen con tal fuerza la falta de oportunidades y un esquema social ligado a la violencia.
La mala fama comenzó con la aparición de “los Rappers”, grupo criminal dedicado a la venta de droga, el robo a transeúntes y el robo de autos por encargo. Además, en la zona son elevados los niveles de embarazo adolescente, así como el consumo de drogas, el maltrato infantil y los padres con antecedentes delictivos.
Parece que todo está dado para que la colonia funcione como escuela del crimen y lejos de recibir atención, la situación es aprovechada por políticas clientelares, definidas por los ciudadanos como el “votas y te vas”.
El movimiento que nace en Iztapalapa exige atender los reclamos de una sociedad cansada de años de abandono y administraciones fallidas.
Somos más los ciudadanos que rechazamos esta visión caótica y de zozobra, y quienes no aceptamos el estigma injusto de ser una colonia condenada a generar carne de presidio.