El Congreso Constituyente de Querétaro sesionó del 1 de diciembre de 1916 al 31 de enero de 1917 y dos semanas después, el 5 de febrero de 1917, promulgó la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. Desde su concepción, el objetivo fue recoger los reclamos que, en 1910, llevaron a obreros, campesinos y clases medias, a una rebelión armada contra una dictadura que maquilló de modernidad su intolerancia, su autoritarismo y su hábito represivo.
El esfuerzo para darle vida institucional a México fue histórico, pero insuficiente para contener las ambiciones de poder de un generalato deseoso de convertir en culminación política su participación en la lucha armada. Las disputas internas se resolvieron a tiros, con sangre y muerte.
Plutarco Elías Calles (presidente saliente) y Álvaro Obregón (asesinado ya electo presidente), creyeron que un partido político, el Nacional Revolucionario (PNR), que después sería el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), hoy conocido como Partido Revolucionario Institucional (PRI), actuaría como factor de unidad y terminaría con ese periodo trágico de la Revolución.
Pero las ambiciones de poder político y económico persistieron al paso del tiempo y terminaron por corroer las entrañas de lo que, hace 98 años, se creyó el genuino advenimiento de la vida institucional de México.
El poder pervirtió y corrompió a gobernantes e instituciones. Hoy, ni aquéllos ni éstas pueden suponerse parte de una urgente solución, cuando son el origen del mal, del problema de rezago, pobreza e inseguridad que enfrentan millones de mexicanos, excepto la minoría que mantiene el poder político y económico en sus manos, y con ello prerrogativas que no llegan a la ciudadanía.
Hoy, los partidos tradicionales han convertido la división de poderes en un vulgar intercambio de privilegios, con gravísimas secuelas de corrupción e impunidad; este secuestro del bienestar colectivo debe ser eliminado mediante la participación activa y decidida de los ciudadanos en la elección del próximo domingo 7 de junio.
Es hora de que la agenda de unos pocos vuelva a ser la agenda ciudadana. Vota.