Los superhéroes llegaron a salvar Hollywood

 

vicente aldrete

Vicente Aldrete

La industria del cine en Hollywood, la que genera más dinero dentro del medio cinematográfico en el mundo, entró en crisis hace algún tiempo. No por falta de recursos –en los últimos años genera más ganancias que en cualquier momento anterior– sino por falta de historias. Así que los grandes estudios voltearon a ver en dónde se estaban escribiendo historias probadas, que le gustaran al público, y la encontraron en un lugar al que le habían coqueteado, pero habían despreciado por décadas: los comics. Ahí, los superhéroes, vestidos de colores y con nombres sonoros, habían estado en espera de su oportunidad. Disney, por supuesto, se lanzó por ellos y organizó un proyecto grandísimo que debía culminar con la película Los Vengadores (The Avengers), en 2012. El éxito fue tan grande que este año se estrenó, a finales de abril, la segunda película de la franquicia, con el respaldo y la garantía de la experiencia de Disney.

Los Vengadores, la era de Ultrón, ha resultado el gran estreno del año en cuanto a cine de acción. Es una cinta de más de dos horas de acción trepidante, con personajes visualmente llamativos y parlamentos que se mantienen en el lugar común, pero con un dejo de inteligencia. La película no decepciona al espectador que espera divertirse un domingo en una salida al cine. Pero no está a la altura de otras cintas de acción del género, y definitivamente no está ni cerca de otros trabajos del guionista y director Joss Whedon, conocido sobre todo como escritor por Buffy la cazavampiros, Toy Story y La cabaña del terror.

Justamente, el año pasado pudimos ver otras dos cintas del proyecto que han resultado muy aplaudidas por la crítica: Capitán América: el soldado de invierno y Guardianes de la Galaxia. Que nos mostraron otras posibilidades narrativas en el universo de las capas y las mallas.

Sin importar la calidad de la cinta frente a sus equivalentes, sigue recaudando cantidades estratosféricas de dinero. Pero en las redes sociales surgen y se discuten los problemas que enfrenta Whedon por el proyecto. Por un lado, Twitter resultó un espacio demasiado agresivo para el director. Los twitteros se volcaron a acusarlo de sexista, con agresiones e insultos; llegando al nivel en el que no pudo resistirlo y canceló su cuenta. Lo interesante es que hasta esta película, era considerado por los feministas de la red como un creador de personajes femeninos fuertes, adecuados para las feministas nerd. Sin embargo, la red es voluble y devora a sus favoritos.

Además de esos comentarios, destaca que el estudio impuso escenas y situaciones, algunas se prohibieron,  lo que impidió el desarrollo libre de la creatividad del equipo. Ya le había pasado a Kenneth Branagh cuando presentó su versión de Thor, en 2011; por lo que su película se llevó malas reseñas ese año. Aunque se especula que volverá a intentarlo para la siguiente: Thor: Ragnarok.

Esta situación me regresa a la idea que planteaba al inicio: la crisis de las historias en Hollywood. Es posible que este desencuentro entre el director y el estudio termine con la participación en la franquicia de quien puso al mayor equipo de superhéroes Marvel entre los favoritos del cine de acción. Pero es el tipo de actitud que ha alejado a los guionistas del cine. Durante 100 años, el escritor fue una figura reverenciada en el medio cinematográfico, puesto tan sólo por debajo del director. Llegar al cine significaba que lo habías logrado. Sin embargo, la llegada de los directivos que no saben de cinematografía a la cabeza de los estudios, provocó que las condiciones de trabajo para los escritores fueran empeorando. Eso se pudo ver en la huelga de guionistas de 2008. El resultado ha sido una migración desde el cine al mundo de la televisión donde, paradójicamente, las condiciones han mejorado. La llegada del “esquema HBO”, donde el guionista está involucrado como productor de su obra, ha llevado a una época de oro de la tele norteamericana; en detrimento de las historias en cine. Y es que parece que se le olvida a los grandes estudios que no se puede filmar sin una historia, y son los guionistas quienes las crean.

Para terminar, y volviendo a Los Vengadores, lo que la película puso en evidencia en nuestro país es algo de lo que se habla desde hace tiempo: las condiciones de la proyección en pantalla, que funcionan en detrimento de la maltratada industria mexicana del cine. En las salas, la distribución del tiempo en pantalla llegó a ser casi del cien por ciento para esta película. Por supuesto, eso no se le puede achacar al estudio ni al director. Curiosamente, tampoco a la ley, que prevé diez por ciento del tiempo en pantalla para el cine nacional. Es un problema de aplicación de la ley, en la que las autoridades fingen demencia o sufren de verdadera ignorancia sobre la Ley Federal de Cinematografía.