“La cultura es aburrida” dicen unos, “La cultura es sólo para los cultos” dicen otros, “En México la cultura es de las telenovelas para abajo” sentencian algunos más, y sin embargo suceden fenómenos que contradicen estas opiniones.
La presentación en el Palacio de Bellas Artes de las exposiciones de Leonardo da Vinci y de Miguel Ángel han roto todos los niveles de asistencia imaginables. La gente hace filas de siete u ocho calles para poder entrar a ver las obras. Muchos de ellos vienen de diversas entidades del país. Desde las cinco de la mañana hay personas formadas en la puerta de entrada. Los boletos tienen que adquirirse con mucha anticipación y en los horarios que se puedan. Y lo inusitado: ¡hay reventa de boletos, como en los estadios de fútbol!.
¿En donde queda el desinterés de los mexicanos por la cultura?
Recordemos también otros casos similares como el lleno absoluto del Palacio de Bellas Artes con la presentación de Jaime Sabines y su poesía o la reciente exposición de las joyas de Egipto en el Museo de Antropología e Historia, y otras muchas en la Ciudad de México y en provincia.
La cultura es un bien universal que le permite al ser humano ampliar sus conocimientos, exaltar sus sentidos y crear nuevas formas de expresión. Sin la cultura el hombre se convierte en autómata, pierde el sentido de la orientación sin saber a dónde va y para qué va, sobre todo para qué.
En nuestro país existen miles de personas que hacen y producen bienes culturales, pero les falta apoyo, espacios y estímulos para poder desarrollar su literatura, su pintura, su música o cualquiera de las muchas expresiones del arte y del conocimiento.
Sin embargo en México se recortan cada vez más los recursos presupuestales destinados al fomento y promoción de la cultura, menos espacios, menos becas, menos publicaciones, menos interés para los creadores y artistas en general.
En Mexico la cultura no es una prioridad. Debería serlo.