«Desgraciadamente en nuestro país los gobiernos piensan que creando o aumentando la burocracia los problemas se resuelven automáticamente».
Se anuncia la creación de una nueva secretaría en el gobierno federal: la Secretaría de Cultura. Esta noticia puede ser buena si con ello se desea posicionar a la cultura como una prioridad nacional mejorando la eficacia y el apoyo a las actividades culturales del país.
Pero puede ser muy mala si sirve sólo para crear nuevos puestos de poder y aumentar la burocracia. Desgraciadamente en nuestro país los gobiernos piensan que creando o aumentando la burocracia los problemas se resuelven automáticamente. No han acabado de aprender que es todo lo contrario.
La burocracia establecida sin freno ni control se convierte en el peor enemigo de las causas por las que fue creada. Lejos de ayudar y apoyar a los ciudadanos, los agrede y obstaculiza su desarrollo. Ejemplos existen a montones: Pemex, IMSS, ISSSTE, INE, Consejo de la Judicatura, CFE, Reforma Agraria, Educación… Prácticamente donde señalemos a ojos cerrados, existe exceso de burocracia, independientemente de los actos de corrupción que en sí misma conlleva.
Y es que este fenómeno se forma de manera natural: si se nombra a un secretario, automáticamente se necesitan subsecretarios. Los subsecretarios requieren buenos sueldos, coches, choferes, ayudantes, celulares, seguros médicos, de vida, etc. A su vez nombran directores generales con las mismas prestaciones y éstos, para poder funcionar, nombran directores de área o subdirectores que inmediatamente generan sus jefes de departamento y jefes de oficina.
Cada uno de éstos puestos necesitan además instalaciones, materiales de trabajo, viáticos, computadoras y demás enseres. Al final, el presupuesto destinado para el desarrollo o la atención de las funciones originales de la institución, se utiliza sólo para pagar esa burocracia. Y no es que estemos en contra de las instituciones, al contrario, las defendemos, pero el gobierno debe saber que la máxima regla de la organización es utilizar lo necesario, ni más ni menos.
En el caso de la cultura, los escasos recursos disponibles deben ser para apoyar las actividades culturales y a sus creadores a quienes tanta falta les hace, así como ampliar los espacios para que los ciudadanos tengan acceso al conocimiento, al arte y a la cultura.
Uno de los principales problemas del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) ha sido la falta de presupuesto que cada vez es más reducido. Esperemos que la nueva Secretaría de Cultura no gaste lo poco que tiene en exceso de burocracia. Ojalá que su creación no sea sólo cosmética sino que de veras sirva para apoyar y fomentar lo poco que aún nos queda: nuestra cultura.