En el prefacio del texto que ocupa las páginas centrales de esta edición de El Ciudadano, se mencionan 16 temas que apuntan a un balance deficitario de la acción del gobierno federal actualmente en funciones: desconfianza, inseguridad, violencia, asesinatos, secuestros, desapariciones forzadas, corrupción, desigualdad e inequidad, déficit educativo, estancamiento económico, desempleo, pobreza, violación de derechos humanos, incredulidad e incertidumbre.
Balance que alcanza, por extensión inevitable, a los tres Poderes de la Unión, a los gobiernos de los estados y a los ayuntamientos de todo el país. Es decir, a las autoridades en quienes 110 millones de mexicanos tienen depositada su confianza… y sobre todo su esperanza.
Si bien toda evaluación abre espacios a buenos y malos resultados, en la que ahora nos ocupa el primer contraste a señalar es que, a la mitad del sexenio, México es un país con más de 50 millones de connacionales en estado de pobreza, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), a julio del año en curso. Además, fuentes acreditadas han señalado que uno por ciento de la población detenta 21 por ciento de la riqueza nacional, y las fortunas de cuatro connacionales equivalen a más o menos el diez por ciento del Producto Interno Bruto.
No en balde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), señala que entre sus 35 países afiliados, México es la nación cuyo nivel de desigualdad social supera a todos los demás. Esta es una realidad vergonzosa y brutal.
El segundo y obligado contraste debe ser con esta realidad, con las promesas y los compromisos que derivaron del proceso electoral, que culminó con la toma de posesión del actual gobierno federal el 1° de diciembre de 2012. La respuesta se encuentra en los 16 puntos descritos al principio de estas líneas.
La consecuencia se refleja en la grave pérdida de credibilidad y confianza en el gobierno, de acuerdo con encuestas cuyos resultados merecieron amplia difusión. Pero el daño principal es el que se propina a la esperanza de 120 millones de compatriotas. El prometido México de “bienestar y paz” sigue en promesa.
De ahí la pertinencia, hoy, de la propuesta de Movimiento Ciudadano: que a la mitad de su mandato, los gobernantes de todos los niveles se sometan a una consulta ciudadana que evalúe resultados.Si el saldo es positivo, que continúen en sus cargos. Si no cumplen, que se les revoque el mandato. El pueblo da, el pueblo quita.