“Si dejamos de debatir y de exponer las cosas que realmente importan estamos perdidos y empezamos a morir. Yo no estoy dispuesta a eso”.
En el número 8 de la calle de Bucareli, muy cerca del moderno “Caballito”, obra del escultor Sebastián, y de la estatua a Cristóbal Colón, se alza la fachada del periódico El Universal, fundado en 1916 por el ingeniero Félix Fulgencio Palavicini. En las oficinas de este diario, me recibe sonriente la periodista Elisa Alanís, directora de El Universal TV y columnista de este mismo medio de comunicación.
Elisa tiene una trayectoria amplia, ha sido una figura importante en varios canales de televisión y programas de radio. Su pluma como columnista es aguda y certera, se atreve a tocar temas “incómodos” y se ha ganado una merecida reputación como periodista comprometida y ética. “En este medio hay que llegar con la renuncia por delante”, me dice lapidariamente en nuestra entrevista.
Tal vez lo que resulta más sorprendente en el caso de Elisa Alanís, es la sencillez con la que se conduce. A pesar de ocupar cargos altos dentro del mundo periodístico de nuestro país, no se duerme en sus laureles, es amable y accesible, rara avis para el medio en el que se desenvuelve. Con la voz educada durante años en radio y televisión, Elisa me cuenta en esta entrevista para los lectores de El Ciudadano, cómo concibe, analiza y vive su profesión, en la que se considera: “periodista de corazón y comunicóloga de profesión”.
Siempre hay que celebrar el día del periodista, sin importar las circunstancias que rodean al país, porque hay muchos Méxicos, muchos medios de comunicación, muchos periodistas y diferentes formas de hacer periodismo o de no hacerlo, o de hacerse medio guaje. En nuestro país, en el día a día, existen periodistas que están haciendo su labor como debe ser y esta labor es algo apasionante porque cruza muchos ámbitos de la vida de México: el político, el social… es un reflejo de lo que somos.
Hay que celebrar este día para recordar que el ejercicio periodístico es un tema crucial en los sistemas democráticos y que la forma de hacer periodismo, la calidad de éste, va a estar siempre en sintonía con lo que ocurre en un país. Ojalá tengamos siempre a los mejores periodistas en las mejores circunstancias, pero si no existen las circunstancias óptimas, espero que sigamos teniendo a muy buenos periodistas.
Yo veo distintos niveles dentro de esta realidad: por un lado, existe un riesgo constante, sobre todo en ciertas zonas del país, porque el crimen organizado ha cruzado, corroído y transformado a México. Sin duda, esta relación del crimen organizado con gobiernos, con fuerzas de seguridad, en donde los límites se diluyen, ha ocasionado que el ejercicio periodístico tenga un nivel de riesgo altísimo. Por otro lado, está la dificultad, independientemente del riesgo, del ejercicio periodístico y eso también tiene que ver con los lazos que hay entre los intereses políticos y los intereses empresariales, en donde el financiamiento de medios de comunicación viene a través de gobiernos, de manera que cuesta muchísimo trabajo plantear los temas esenciales del país en el periodismo porque resulta que no puedes hablar mal de “perengano” o de “mengano”, o que por aquí no porque estos me patrocinan. La relación entre periodistas y empresarios se ha vuelto muy complicada para el ejercicio y para la defensa de la libertad de expresión.
Antes que nada, creo que es importante saber que, como periodistas, siempre está en riesgo nuestro trabajo, porque si uno no va con la renuncia por delante es muy difícil pensar que vas a poder ejercer el periodismo con el rigor y la libertad que se requiere. Nuevamente, este es un tema entre empresarios y periodistas, en donde para ejercer nuestro oficio necesitamos la apuesta de los empresarios, esa es la combinación perfecta, en algunos momentos se da y en otros no, por eso a veces nos tenemos que despedir y cuando las circunstancias son buenas tenemos que aprovechar el espacio.
Lo que te comento fue lo que ocurrió con Carmen Aristegui. Yo creo que en MVS había entablado una buena relación en donde los dos ganaban; MVS ganaba audiencia y prestigio, y Carmen Aristegui tenía un espacio de libertad editorial. Cuando las circunstancias políticas cambiaron en el país y también se transformaron los intereses de la propia empresa, entonces ya no fue una relación tan tersa.
Vivimos en el país de la simulación, nos encanta. Simulamos, por ejemplo, que se va a rescatar a la función pública con un empleado del presidente Peña Nieto para que investigue si realmente hubo un conflicto de interés en el reportaje que hizo Carmen Aristegui, entonces se simula que se hace esta investigación para llegar a un resultado que ya sabemos. Se simula que no salió Carmen por el reportaje de la casa blanca sino por una relación empresarial, cosa que por supuesto puede ser parte del conflicto, pero entonces ¿por qué tiene que salir el Secretario de Gobernación a decir que ellos no tienen nada que ver? Si no tienen nada que ver ¿entonces para qué sale a decirlo? Estamos atascados en esta dinámica.
Me parece que no hay que perder de vista el tema esencial de este conflicto en donde la democracia pierde, en donde nuestro país pierde y en donde la libertad de expresión, que es uno de los derechos fundamentales, se pone en riesgo y yo creo que no podemos darnos ese lujo.
El ejercicio de la libertad de expresión. Me gusta mucho citar una frase de Martin Luther King que me conmueve, es más o menos así, porque lo dice en inglés: “Uno empieza a morir el día que calla lo que realmente es importante”. Tiene toda la razón, ese día empezamos a morir, y siendo periodistas mucho peor, vivimos de eso: de informar, de expresar, de decir, de denunciar; del conflicto también, por supuesto, porque luego se pierde esa perspectiva, el periodismo está en el conflicto, es parte de su naturaleza, si dejamos de debatir y de exponer las cosas que realmente importan estamos perdidos y empezamos a morir. Yo no estoy dispuesta a eso, ese es un límite importante.
Entonces, si te dicen que no puedes hablar sobre el gobernador de Veracruz, por ejemplo, que no puedes exponer lo que está haciendo con los pensionados cuando llegó la policía a darles toques eléctricos, si eso yo no puedo denunciarlo, entonces no tengo nada que hacer aquí, porque son las cosas importantes que hay que decir.
Que no se puede hablar nada del escándalo de la iglesia en donde hay demandas millonarias a sacerdotes mexicanos que han destrozado lo más valioso, ¿qué hay más valioso que la inocencia de un niño?, ¿qué hay más terrible que un sacerdote sea un depredador de la felicidad de los seres más nobles, que son los niños? Si no se puede hablar de ello ¿qué hacemos entonces?, ¿para qué estamos aquí? Esos son los límites, esas son las circunstancias y a esa censura es a la que nos enfrentamos.
Yo creo que se ha enriquecido, sin duda. El tema de las redes sociales es algo que nos ha impulsado o nos está forzando a reinventarnos. Yo veo periodistas que han estado desde hace muchos años en distintos medios, pero empiezo a notar que su labor en las redes o en los portales de Internet empieza a ser muy importante, y también, por supuesto, veo a aquellos que no son periodistas y que comienzan a hacer periodismo en estos espacios y nos enriquecen mucho.
Para mí las redes sociales son una herramienta, y como cualquier herramienta puede ser utilizada para hacer porquerías o para hacer una muy buena labor; pero, ante todo, son una oportunidad y un espacio que se abre y que nos puede ayudar a hacer periodismo con mayor libertad. Los medios tradicionales tienen que voltear a ver a las redes sociales para decir: “algo tenemos que hacer porque nos estamos quedando”. No es posible que lo que es noticia, trending topic, lo que está en el tema de las redes, lo que está siendo importante, las cosas que no debemos callar porque si no empezamos a morir, se lo salten los medios tradicionales, por sus compromisos, por sus esquemas y formatos anquilosados; están guardando silencio y muriendo poco a poco.
Yo creo que nuestro país es muy grande y en ese sentido hay de todo, como dicen por ahí: “hay de todo en la viña del Señor”. Tenemos muy buenos periodistas y muy malos periodistas, y también tenemos gente que ejerce el periodismo sin ser periodista y lo hace muy bien, y periodistas que la verdad pues no les sale tan bien el asunto.
No sé cómo calificar al periodismo en México porque es muy rico y muy dinámico, desde quienes están en las redes hasta quienes ejercen en los medios tradicionales, que como te comentaba me parece que se están estancando, sobre todo la televisión, porque la radio sigue teniendo una dinámica muy particular que la hace atractiva, se va renovando.
La televisión sí la siento completamente anquilosada, en formatos, en temáticas, en periodismo, ahí se necesita una revolución, que es la que se está dando en las redes, por cierto, en el tema audiovisual, llamémosle televisión digital. Este tipo de medios empiezan a retomar ya un lenguaje mucho más cercano a la dinámica cotidiana que a la gente le interesa, los temas que no se tocan en los medios tradicionales los estamos viendo plasmados en este tipo de espacios.
¡Por mucho! Te voy a contar una anécdota: si quieres ser rico y famoso puedes ser conductor de televisión o futbolista, y luego hacerte alcalde, aunque ese es otro tema. Lo que te quería contar es que me sorprendió mucho cuando entrevistaron a una periodista cuyo nombre no voy a revelar, básicamente porque creo que es una muy buena persona, muy querida, una señora que le ha dedicado mucho a los temas de la flora y la fauna.
Ella es la periodista más famosa de nuestro país. Lo revisé en encuestas y la gente la tiene en la memoria, sobre todo por los infomerciales que realiza. La estaban entrevistando porque cumplía bastantes décadas de ser periodista, le preguntaron cómo le había hecho para seguir al aire durante tanto tiempo y su respuesta fue: “es que yo no opino de política”. Eso dijo la periodista más famosa del canal más visto de México, respondió que ha logrado mantenerse como periodista porque no habla de política. Eso es nuestro país en un ámbito, pero también está el otro lado que resurge y se revela ante este tipo de mentalidad.
Les recomiendo hacer siempre lo que más les guste, si son periodistas eso me indica que son gente que se apasiona por las cosas, porque ésta es una profesión de pasión, sin lugar a dudas. Que no pierdan ese empuje y que busquen los espacios donde poder expresarla.
También les diría que hay momentos en los que no se debe ceder un ápice y otros en los que deben cuidarse, hacer una pausa, no arriesgarse. Cuando va en juego la integridad física vale la pena esperar y replantearse cómo poder seguir ejerciendo la profesión. Les diría que los necesitamos y los necesitamos bien, sanos, fuertes, por eso tienen que cuidar su integridad siempre, para poder continuar ejerciendo y siguiendo su pasión.