Como lo señalamos en páginas interiores (Los grandes se achican), los partidos tradicionales pierden presencia en nuestro país. Agraviada y traicionada por tanta retórica y promesas incumplidas, pero también por la ausencia de un Proyecto de Nación para México, la ciudadanía empieza a colocarlos en el rincón de las cosas inútiles y hasta perniciosas.
De un lado, la pérdida de identidad de tres partidos dominantes, PRI, PAN y PRD, que en conjunto bajó de 60.9 puntos en 2003 a 44.9 el año pasado, según encuesta-investigación de la empresa Consulta Mitofsky; del otro, las derrotas que esas tres organizaciones políticas han tenido en muchas partes del país, por cuya causa han perdido bastiones que gobernaron ininterrumpidamente durante 70 años, como es el caso del otrora invencible PRI.
En este segundo caso, es relevante lo ocurrido en el estado de Jalisco en las elecciones federales de 2015, donde los candidatos de Movimiento Ciudadano ganaron en 10 de los 19 distritos electorales en disputa. Además, se alcanzó la victoria en la capital, Guadalajara (la segunda ciudad más grande de la República), y en la mayor parte de los municipios de su zona metropolitana, así como (por segunda vez consecutiva) en Puerto Vallarta. Hoy, alcaldes que fueron candidatos de Movimiento Ciudadano gobiernan a la mayor parte de la ciudadanía jalisciense.
Vale decir que en esos mismos comicios de 2015, el PRI perdió 88 ayuntamientos, el PAN 13 y el PRD siete a nivel nacional; en la Ciudad de México, el PRD perdió diez de las 16 delegaciones.
Movimiento Ciudadano no solamente cambió de nombre en 2011; abrió las puertas a los ciudadanos sin distingo de militancia partidista y enriqueció su propuesta en el objetivo de devolver el poder a quien legítimamente le pertenece. Con ese poder legítimo, el ciudadano debe evaluar a sus gobernantes y decidir si continúan en el cargo para el que fueron elegidos, o se van a su casa por incompetentes; podrán exigir transparencia y rendición de cuentas, luchar frontalmente contra la corrupción y terminar con el saqueo y la impunidad.
Urge un nuevo rumbo, cambiar el modelo neoliberal que tiene a la mitad de los mexicanos en la pobreza, recuperar valores éticos y morales en el ejercicio del poder público y de la política tradicional.
Está demostrado que el ciudadano tiene el cambio en sus manos. Movimiento Ciudadano es el camino, la opción.