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a obra de José Guadalupe Posada representa la realidad de la sociedad mexicana entre dos siglos, expresa cultura y tradición, refleja la historia de nuestra patria, une la vida y la muerte.
Posada nació el 2 de febrero de 1852 en el barrio de San Marcos, ciudad de Aguascalientes. A lo largo de su vida transcurrieron sucesos históricos que marcaron el rumbo de nuestro país, desde la Reforma y el Porfiriato, hasta la Revolución de 1910-1917. El litógrafo se adelantó a la realidad con sus ilustraciones, dibujó al tirano en forma de tarántula, y a pocos días de su muerte en 1913, Victoriano Huerta usurpó el poder.
El trabajo de José Guadalupe pasó desapercibido durante su vida, pero nunca en la historia ha existido un artista tan presente en nuestra vida cotidiana. Irónicamente sus ilustraciones se encontraban de forma anónima en todas partes: cajetillas de cigarros, cajas de cerillos, juegos de mesa como la lotería, volantes y periódicos independientes y críticos del sistema porfirista, como El Jicote, donde Posada colaboró ganándose el exilio de su estado natal.
Jean Charlot escribió en La Revista de revistas en 1925: “Posada creó el grabado genuinamente mexicano”. Asimismo, dividió el desarrollo de la obra de Posada en tres periodos: litografía; grabado en hueco al buril sobre metal tipográfico; y grabado al relieve, al ácido y sobre zinc.
También Diego Rivera escribió sobre Posada en 1930: “Tan grande como Goya o Callot, fue un creador de una riqueza inagotable, producía como un manantial de agua hirviente. Posada intérprete del dolor, de la alegría y la aspiración del pueblo de México, hizo más de 15 mil grabados. La obra de Posada es la obra de arte por excelencia”.
El cuerpo de Don Lupe encontró su descanso en una fosa común junto con calaveras como las suyas. El artista se inmortalizó inspirando a grandes muralistas como José Clemente Orozco y Diego Rivera, después de muchos años por fin se conoció el nombre del creador de las miles de ilustraciones que formaron parte del entorno de esa época.
Sus grabados en blanco y negro tenían por objetivo colorear al mundo, sin moralizar, divirtiendo y manifestándose contra las injusticias al proletariado. Su obra sigue cumpliendo su misión a más de un siglo de su creación. Las creaciones del grabador e ilustrador no buscaron reflectores, gallardetes, ni murales, se redujeron a estar en volantes que hoy en día aún traducen la realidad que enfrentan los campesinos y obreros en nuestro país.
José Guadalupe Posada sigue con nosotros. El conocer nuestra historia a través del legado de magníficos artistas que hacen renacer los sentimientos de lucha, verdad y justicia permite que las juventudes nos manifestemos en diversos escenarios y formas.
Los jóvenes buscamos espacios de libre expresión, desde una tribuna al pronunciar un discurso, un altavoz para exigir justicia en una marcha o simplemente a través del arte que nos permite ver más allá de los ojos y pensar más allá de nuestra realidad. Este texto invita a seguir el legado que nos deja Don Lupe con su alegría a más de 164 años de su nacimiento de lucha, arte y vida.