El acoso en cualquiera de sus modalidades (sexual, psicológico, laboral), no es nuevo, no es algo desconocido, aunque tampoco debe estar de moda; sin embargo, en pleno auge de las redes sociales y en tiempos en que la lucha de las mujeres por defender sus derechos se ha exponenciado, tiene sentido que el tema esté en el tintero.
Por si fuera poco, ahora también hay que preocuparse por el acoso que se sufre después de que se denuncia un hostigamiento. Como ejemplo menciono dos casos recientes:
Como se advierte, el acoso denunciado resultó atacado con más acoso. Según las cifras de The world´s women 2015 de la ONU3, alrededor de un tercio de las mujeres en todo el mundo han sufrido violencia física y/o sexual; y según cifras del INEGI, 63 de cada 100 mujeres de 15 años y más declaró haber padecido algún incidente de violencia, ya sea por parte de su pareja o de cualquier otra u otras personas4.
La lucha de las mujeres por defender sus derechos parece no tener fin. Ante la indiferencia o los ataques sobre este tipo de violencia en las redes sociales, no queda más que preguntarnos ¿a dónde vamos a parar?
Quedarse callada ya no es opción; de hecho nunca lo ha sido, mucho menos ante casos como el de Andrea y las llamadas morras, que son atacadas por atreverse a denunciar con valentía una agresión e ir más allá, pese a que el video pueda generar la controversia que sea: exponer a la sociedad un tema tan sensible. Una sociedad, por cierto, que si bien ha logrado avances en algunas cuestiones de derechos humanos, todavía está muy rezagada en temas como el del acoso a la mujer, ante la apatía de autoridades y la desinformación de una ciudadanía que, en general, sigue sin entender que se halla frente a un agobiante problema.
Se trata también de evitar a toda costa la grave reiteración de este tipo de agresiones; de que no se vuelvan el pan de cada día y se asuman cómodas actitudes de indiferencia y vergonzosa omisión, solamente porque las registran las redes sociales, es decir, porque se trata de “violencia virtual”.
Es inadmisible conformarse ante estos hechos y aceptar el aguántese chula, solamente porque vivimos en un país que cimentó su cultura familiar en el machismo; o asumir que, porque se trata de la Ciudad de México y “así son algunos chilangos”, hay que vivir con ello; o que, si ya sabes que en las calles del centro te molestan, para qué te vistes así. De lo que se trata es de aceptar racionalmente que el problema existe y hay que combatirlo.
El tema no es menor. Que la periodista mencionada líneas atrás haya tenido que salir del país atemorizada por los ataques, o que las chicas del video tengan que cerrar cuentas o mantenerse alejadas de las redes para no resultar más atacadas, no es un problema pequeño. Es preocupante. Es de sentido común: no puede esperarse nada bueno de que la violencia sea atacada con una violencia aún mayor.
¿Quién? ¿Quiénes vamos a hacer algo ya para detener la embestida?
2 https://www.youtube.com/watch?v=qIk5fWw0Xps
3 http://unstats.un.org/unsd/gender/chapter6/chapter6.html
4 http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2015/violencia0.pdf