CAMPECHE (2a de 3 partes)
Cuando de transgénicos se trata, son variados los campos que pueden estar involucrados, tanto en cuestiones benéficas como nocivas. Al tratarse de alimentos, tiene que ver con la salud y con el medio ambiente, (más allá de probable contaminación de suelos y del ciclo del agua en niveles insospechados). Hay, además, un claro aspecto de economía global, de soberanía alimentaria.
Con tantas cosas en juego, siempre queda la cuestión de un proceso de control jurídico de formas de vida, lo cual también tiene que ver con el papel que juega al ser un arma de control y un arma económica.
En materia de salud hay demasiada información contradictoria; dentro de la propia comunidad científica y académica impera la controversia.
La preocupación por los efectos sobre la salud provienen de dos vías: efectos directos de las semillas genéticamente modificadas (GM) sobre el organismo, y por el empleo excesivo del Glifosato y su presencia en el medio ambiente.
La OMS clasifica al Glifosato con un Nivel 3, en una escala del 1 al 4, siendo el 4 algo No Tóxico.
El Centro Nacional de Información de Pesticidas (NPIC), operado por acuerdo entre la Agencia de Protección Ambiental y la Universidad Estatal de Oregon, afirma en su página web que el Glifosato es “ligeramente tóxico”. La información al público señala que el herbicida no se vaporiza después de ser dispersado, permanece seis meses en tierra (dependiendo del clima), es descompuesto por bacterias y no contamina el manto acuífero. La información puede ser confirmada en: http://npic.orst.edu , disponible en pdf.
Ante los señalamientos de efectos nocivos en la piel o la vista, e incluso decesos por mantener contacto con el herbicida, el NPIC asegura que se debe a “otros ingredientes asociados a la presentación en la que se use el Glifosato”.
En diversos medios prevalece una campaña permanente y obsesiva para lograr la aceptación de los productos derivados de OGM y el uso de la ingeniería genética en la agricultura. En agosto de 2015, la revista Scientific American cuestionaba: ¿Por qué la gente se opone a los OGMs a pesar de que la ciencia dice que es tecnología segura?
http://www.scientificamerican.com/article/why-people-oppose-gmos-even-though-science-says-they-are-safe/?print=true
Con todo y la defensa de lo “saludable” de los OGMs, el autor no puede negar que hay dudas fundadas en la aparición de hierbas resistentes al herbicida, y que hay transnacionales involucradas. Con esta sola mención se olvida de decirnos que la tecnología de los OGMs es de las más saludables y que nuestros atavismos ancestrales nos impiden aceptar esto.
En numerosos reportes se menciona que se ha encontrado glifosatos en la cerveza alemana o en viñedos orgánicos de California. En 2011, un miembro de la Oficina de Investigación Geológica de EUA, organismo del Departamento del Interior, señaló que encontró “niveles significantes” del herbicida en muestras de tierra y agua de granjas en dos estados. http://www.reuters.com/article/us-glyphosate-pollution-idUSTRE77U61720110831
Hay un marcado interés por parte de la multinacional por combatir, rechazar y desacreditar los estudios, investigaciones o señalamientos sobre los daños que provoca el uso de su tecnología patentada.
En donde no hay controversias es en la pretensión de Monsanto para reclamar derechos de propiedad intelectual sobre diversas formas de vida que han desarrollado en sus laboratorios. Aceptar este reclamo podría tener consecuencias inimaginables: el desarrollo y evolución de la vida tiene vías que se salen del control de las pretensiones corporativas. Durante los primeros días de abril del año en curso, la Suprema Corte de Argentina cerró el paso a las patentes de Monsanto con un dictamen que podría sentar un precedente mundial.www.unoentrerios.com.ar/laprovincia/Los-jueces-negaron-patentes-de-transgénicos-a-Monsanto-20106404-0008.html
Como ya mencionamos, la tecnología de los OGMs es un arma económica dirigida hacia uno de los temas más sensibles para la humanidad: la producción de alimentos. Si bien las cuestiones ambientales y de salud dan pie al debate, en este punto no hay duda que entregar el sistema alimentario a los intereses transnacionales afecta de manera directa a la soberanía de las naciones, asunto que nos ocupará en la próxima entrega.