“Toda la sociedad debe aceptar que las mujeres hemos sufrido una pérdida”
El 5 de abril de este año, Lorena Abrahamson publicó en su muro de Facebook un texto en el que relata las repetidas ocasiones en que ha sido víctima de acoso y violencia por parte de algún hombre. “La primera vez que un hombre abusó de mí, era yo tan chiquita que no alcanzaba el número 4 en el ascensor”, comienza su duro testimonio, que a pocos minutos de ser publicado fue compartido varias veces, al tiempo que recibió múltiples reacciones y comentarios.
La ola que inició Lorena no paró en deditos hacia arriba y caritas tristes (ahora que Facebook permite más que un “Me gusta”). Para el 8 de abril, Lorena y otras mujeres lanzaron la iniciativa de recopilar testimonios similares, de modo que estas historias se pudieran hacer visibles para crear conciencia del alcance y gravedad del problema de la violencia contra las mujeres. En los siguientes días, los muros de Facebook de muchas se llenaron con infinidad de historias, desde las más terribles, hasta las más terriblemente cotidianas, poniendo de manifiesto el estado de constante amenaza en que viven las mujeres en México. Estos testimonios le dieron cuerpo al sitio de Internet Duelo.org.mx, abierto desde el 24 de abril, día en que se llevó a cabo la Movilización nacional contra las violencias machistas #VivasNosQueremos.
El Ciudadano platicó con Lorena Abrahamson sobre la avalancha que inició la noche del 5 de abril, que hasta hoy sigue creciendo y, esperemos, siga de forma imparable.
La publicación en Facebook
“A riesgo de sonar poco interesante, la verdad es que no fue causal; tampoco fue casual, pero no fue causal. Yo tengo tres hermanas. Una de ellas, Ana, y yo, habíamos hablado tímidamente durante la vida varias veces del tema del acoso. A la postre, después, cuando todo es predecible, entiendo las razones de la timidez de nuestras conversaciones.
Ana se fue a vivir a Canadá, a estudiar su doctorado. Yo tenía esta historia en la cabeza, como la hemos tenido todas, durante mucho tiempo. Sucedió entonces lo de Andrea Noel, y sucedió lo de Dafne, y en particular lo de Andrea me afectó: cómo fue trolleada, cómo fue acosada… Esa noche estaba en casa y vino a mi cabeza la frase: “la primera vez que un hombre abusó de mí…” Me senté y escribí. Escribí directo en Facebook, directo en el muro, ni siquiera hice un word primero y luego lo copié y lo pegué. Fue así, una cosa totalmente impulsiva e intempestiva. Ahora, en retrospectiva, cuando todo es predecible, sí me veo a mí misma en un momento de mucho cansancio con los hombres, con esos hombres, o con esa parte de los hombres.
Escribí y nunca pensé que pasara lo que pasó, nunca lo imaginé. Le di “publicar” a esa cosa y se vino una avalancha real y virtual sobre mí. Muy rápido dejé de ser el centro, porque todos empezaron a hablar de sí, y no podía creer lo similar del fenómeno, porque yo igual que todas, o casi todas, lo había vivido como: “soy yo: soy yo la que mueve el culo de más, soy yo la que sale a horas que no debe salir, o la que toma rutas que no debe tomar, o a la que no cuidaron bien sus papás, soy yo”, y no es así.
Lo primero que pasó, al día siguiente, fue que mi hermana Ana escribió una carta abierta para mí… pienso en eso y quiero llorar. Cuando Ana escribe esa carta, algo se dimensiona dentro de mí: yo crie a mi hermana y estaba muy sorprendida de que a ella, a quien hubiera defendido y defendería con mi vida, le hubiera pasado todo esto y yo no lo hubiera visto. Yo, que no sólo estaba cerca, sino que lo vivía también. Ana guardó silencio, me sorprendió muchísimo: ¡como si yo no hubiera guardado silencio también! Ese es el fenómeno: guardar silencio, sentir vergüenza y sentir culpa, son las características con las que vivimos todo el tiempo el acoso y la violencia.
Empecé a recibir testimonios de muchas mujeres en mi cuenta de Facebook, unas que conocía y otras que no, como asumiendo que yo era una escucha, y entonces me asumí como tal: de pronto cayó en mí una especie de responsabilidad. Entonces Ana, que es muy pragmática y más ducha que yo en esas cosas, dijo: “hay que hacer algo, hay que ordenar esto”, y de ahí la idea de crear la página”.
Retos
“Es bien sabido que uno de los obstáculos más fuertes con que nos enfrentamos en cualquier lucha social es el tema legal, el tema de las represalias, etcétera. Empezaron a suceder cosas con los testimonios muy tremendas, por ejemplo, en la historia de una chica el abusador es papá de una amiga mía a quien conozco muy bien. Nosotras a través de la página no podemos publicar nombre y apellido, porque no somos una instancia legal de denuncia que puede avalar un nombre y un apellido de un presunto delincuente, porque eso son.
Si llevo eso al macrocosmos, ahí está la traba ahorita. Claro: ya dijimos, ya gritamos, lo que sigue tendría que ser legal, y cualquier cosa legal en este país es absolutamente escalofriante, terrible, desgastante, peligrosa, y siento que ahí he encontrado una barrera, porque todas o casi todas podemos nombrar a uno, dos, tres, cinco, diez con nombre y apellido, y no lo hacemos… ¿por qué? Por temas legales, desde luego, pero también por temas de ámbito social. Yo no sé qué hacer con los nombres y apellidos de hombres de los cuales he sido víctima.
¿Denunciar? Ya prescribió, desde luego, hace mil años… ¿qué se hace? Yo creo que ahí estamos atoradas las mujeres en general. Lo que queremos hacer con la página es que haya un área de ayuda legal, de ayuda psicológica, una cartelera cultural que tenga que ver con todas estas cosas que estamos haciendo, el objetivo de la página es crear comunidad.
Otra cosa que ha surgido y que es escalofriante es que vivimos en un país de pedófilos. Empezamos diciendo: “a todas las mujeres nos acosan”, pero luego resulta que a todas las mujeres nos empezaron a acosar a los seis, a los ocho, a los dos, a los cuatro, a los nueve, a los doce, a los quince, si bien te va… Con eso algo tiene que pasar, hay que poner el énfasis en eso también. Lees los testimonios, y en el 70, 80, quizá más por ciento, resulta que las mujeres fueron acosadas de niñas… ¡de niñas!”
Tan cotidiano como un piropo
“La idiosincrasia mexicana está dictada por los hombres. Eso que nosotros digerimos muy fácil como ideología, como historia, ha sido históricamente dictado por los hombres. Son ellos los que enarbolan o enarbolaron en sus orígenes el valor creativo de un piropo, o la gracia supuesta que tiene el mexicano: EL mexicano, EL varón, a las mujeres nadie les preguntó. Lo del piropo es todo un tema, es de las preguntas que más me han hecho en estos días: “¿Entonces nadie te puede decir que estás linda?” No, eso no quiere decir que nadie te puede decir que estás linda. Mi punto de vista es que cualquier cosa que alguien te diga debe admitir una respuesta; debe ser dicho en un contexto donde la respuesta sea admitida y pacífica. Si tú un día me dices: “qué bonita te ves”, yo puedo voltear, verte a los ojos, y decirte: “muchas gracias”. Hay espacio para el diálogo, para la reciprocidad. En mi experiencia al respecto, nunca he sentido otra cosa de un piropo más que ganas de joder, de amedrentar, de asustar, a menos que sea un halago, pero es otra cosa: un halago admite respuesta.
No son un espacio de libertad el cuerpo de la mujer y la mujer caminando. La mujer tendría que tener la misma libertad de circulación, de individuación. Tú tienes que poder estar sola, ensimismada si quieres, leyendo, en la calle, y eso no quiere decir que estés abierta a que los machos vengan y expresen sus opiniones de ti. ¿Por qué alguien siente que puede llegar y meterse conmigo, con mi cuerpo?
Los hombres tienen que ser capaces de frenarse un segundo y parar, porque a ellos no les pasa nada si paran; si no paran, a la mujer en cuestión sí le pasa. Callarse para escuchar es empezar a parar. Es sólo un ratito que los hombres tienen que parar, que se tienen que callar. No es una pelea campal de todas las mujeres contra todos los hombres, pero si bien es cierto que no todos los hombres son acosadores, es igual de cierto que todas las mujeres somos acosadas: no hay equilibrio en esa ecuación. Mientras se equilibra, cállate, escucha, no está en ti la solución, no ahorita, no tienes tú la meta, lo primero es entender”.
Duelo.org.mx
“La página se llama como se llama porque, si bien para el doliente el duelo es el proceso de reconstrucción después de una pérdida, también el duelo tiene que ser aceptado por la comunidad. Los hombres, las mujeres, y toda la sociedad tienen que aceptar que las mujeres hemos sufrido una pérdida: de libertad, de circulación, de sexualidad, laboral, de seguridad, de autoestima; la comunidad tiene que aceptar eso para que dejemos de estar en duelo, ahí se completa el ciclo, no antes. Si a mí me violentan, si los hombres se siguen riendo, si siguen pensando que estamos exagerando, o que andamos de calienta huevos y a la mera hora no, el duelo no se puede completar y yo no me puedo volver a construir. Lo que estamos buscando es la reconstrucción de los individuos femeninos, y eso sólo va a ocurrir cuando la comunidad acepte que despojó a una parte muy importante de su sociedad, a la mitad o más, de partes absolutamente nodales: su cuerpo, su pensamiento, su sexualidad… Mientras yo pueda seguir ayudando, y sobre todo, mientras a mí se me necesite, yo voy a estar. Una no puede perder el aire con un grito, esto no se puede acabar en un grito”.