La percepción social, es decir, lo que la gente cree, supone o asume como verdad absoluta sin que lo sea, anida en la mala comunicación, la desinformación, la mala educación. La principal consecuencia es que al abrigo de este déficit social, arraiga en el poder público la reiterada práctica de mentir, engañar o disimular que todo anda bien, cuando la abrumadora realidad apunta a todo lo contrario.
Y si la percepción social acierta, da en el clavo, se pierde lo que debiera ser el principio esencial de la alianza y la confianza entre el poder y los gobernados: la credibilidad.
Por eso en política y en muchos aspectos de la vida cotidiana, sigue vigente aquello de que “lo que parece, es”.
A manera de ejercicio, hagámonos estas preguntas:
- ¿Qué percepción tiene la ciudadanía de los hechos abominables ocurridos en Ayotzinapa, cerca de Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre de 2014? El saldo: seis muertos, 25 heridos y 43 estudiantes normalistas desaparecidos.
- ¿Cuál es la percepción ciudadana sobre las ejecuciones extrajudiciales sucedidas en Tlatlaya (30 de junio de 2014), Apatzingán (6 de enero de 2015) y Tanhuato (22 de mayo de 2015)? Emilio Álvarez Icaza Longoria, secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, llamó a estos casos “brecha brutal” entre lo que México ha aprobado en reformas institucionales, leyes, planes nacionales… y la dificultad de acceso a la justicia.
- ¿Cuál habrá sido la percepción ciudadana acerca de los dos sujetos que, a bordo de un avión del gobierno de Veracruz, entonces a cargo de Javier Duarte, fueron detenidos el 30 de enero de 2012 (en plena campaña por la sucesión presidencial), en el aeropuerto de Toluca, Estado de México, con al menos 23 millones de pesos en efectivo (en una maleta y una mochila)? El tesorero de Javier Duarte, Tomás Ruiz González (ex procurador fiscal de la Federación, en dos ocasiones subsecretario de Ingresos de la SHCP, primer presidente del Servicio de Administración Tributaria (SAT) y ex director general de Banobras), reclamó la devolución de ese dinero porque con él se pagarían: dos millones para la fiesta de la Candelaria, en Tlacotalpan;15 millones para el carnaval veracruzano de ese año y ocho millones para la Cumbre Tajín. ¿En efe y por adela? ¿En Toluca? Los dos detenidos fueron puestos inmediatamente en libertad “con las reservas de ley”, claro.
¿Cuál será la percepción ciudadana sobre la impunidad que arropa al ex gobernador de Veracruz Javier Duarte, insaciable saqueador de las arcas públicas del estado? Increíblemente prófugo, su manto impune alcanza a los funcionarios de su gobierno, a los altos mandos policiacos que protegió y a una buena parte de los cómplices diputados que tuvo bajo sus órdenes en el congreso estatal. ¿Acaso su milagrosa captura estará también sometida a las todopoderosas leyes del mercado? - ¿Qué pensará el sector vulnerable de nuestra sociedad, el de los jodidos por el sistema, de los otros ex gobernantes saqueadores en Sonora, Chihuahua, Nuevo León, Tamaulipas, Quintana Roo…?
- ¿Cuál será la percepción de los ciudadanos mexicanos ante el cuatismo predominante en la mayor parte del gobierno federal? Un ejemplo paradigmático es la designación de Luis Videgaray en la Secretaría de Relaciones Exteriores el jueves 5 de enero, y su confesión de parte (para relevo de pruebas dirían los abogados): “Yo no conozco la Secretaría. No soy un diplomático, nunca he tenido responsabilidad más allá de los encargos de la Hacienda… Vengo a aprender de ustedes. Vengo a hacer equipo con ustedes en un momento en que México nos necesita a todos más que nunca”. Avisados estamos.
- ¿Qué percepción tendrán los mexicanos del notorio incremento de secuestros, extorsiones, asesinatos, asaltos y manos libres de miles de policías coludidas con las bandas criminales en casi todo el territorio nacional?
Ante el escenario medianamente descrito en este apretado espacio, no es difícil sacar una conclusión. Se trata de un estrepitoso fracaso estructural de quienes en 2012 consiguieron votos para llegar al poder.
México necesitaba entonces (y necesita hoy) de funcionarios públicos aptos, liderazgos genuinos, servidores eficientes, capaces, preparados para gobernar. No de un grupo de cuates dispuestos a instruirse. La miseria, la pobreza, el desempleo de millones de mexicanos, no son aulas para aprender a “ler”.
Las cacareadas reformas están convertidas en fracasos estructurales.
Mientras tanto, fluye la gasolina al pie de la hoguera.