CAMBIO DE LIDERAZGOS MUNDIALES

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Si bien es cierto que el poder de Washington seguirá siendo más fuerte que el de Berlín, es claro que el liderazgo alemán se incrementa y se expande, ideológica y moralmente, más allá de la Unión Europea

Llegó el 2017, año que advertía cambios como la inevitable toma de posesión de Donald Trump. La llegada de este personaje repudiado y criticado por muchos provocó cambios en la política internacional. Si esto lo vemos como una puesta en escena, nos muestra el fin e inicio de una nueva obra, en la que los personajes son diferentes y existe un cambio en los roles de los actores a nivel mundial.

Al vivir en una sociedad internacional, debemos estar conscientes y preparados para un proceso de cambio y adaptación. Aunque por lo regular los cambios son lentos y paulatinos, estamos frente a un proceso que muchos no esperábamos y que aún no queremos aceptar.

A quien le tocó cambiar de papel muy rápido fue a Angela Merkel, quien en noviembre de 2016 recibió al entonces presidente estadounidense Barack Obama en su última visita oficial como mandatario al territorio germano. Este encuentro podría interpretarse que fue planeado por Obama con la finalidad de que se diera una transición cordial y amable bajo el liderazgo de Hillary Clinton como futura presidenta. La situación no pudo ser más distinta: tras la victoria de Trump se cambió dramáticamente el guión. La inesperada derrota de Clinton convirtió a Angela Merkel en la sucesora natural y defensora de los valores occidentales, liberales y democráticos.

Por contradictorio que parezca, nos damos cuenta de que los escenarios políticos cambian y mucho. Los que en la Segunda Guerra Mundial eran calificados como “los malos de la película”, hoy asumen el papel de líderes morales del mundo “democrático”. Merkel ha sido digna, firme y directa cuando se expresa de Trump y su plan de gobierno. Una de sus primeras declaraciones posterior a la victoria del mandatario estadounidense fue: “Alemania y Estados Unidos están vinculados por valores como la democracia, la libertad, el respeto del Derecho, la dignidad de las personas, independientemente del color de su piel, su religión, su sexo, su orientación sexual o sus convicciones políticas”.

Con esta declaración, Angela Merkel dejó claro cuáles son los principios del mundo al que representa. Si el señor Trump quiere participar en este juego, tendrá que hacerlo con las reglas que el bloque occidental ha pactado a lo largo de los años. Además, Merkel mostró su apoyo a las grandes empresas automotrices alemanas, que generan siete de cada diez empleos en el territorio germano. Estas empresas no cedieron ante los tweets de Trump para que sacaran sus plantas de producción de ciertos lugares, y minimizaron las amenazas arancelarias.

Con estos hechos, la canciller alemana ha fijado una postura clave como líder moral mundial porque consolida su postura como líder de los valores liberales. Si bien es cierto que el poder de Washington seguirá siendo más fuerte que el de Berlín, es claro que el liderazgo alemán se incrementa y se expande, ideológica y moralmente, más allá de la Unión Europea. 

Este cambio le viene muy bien a Merkel con miras a un posible cuarto mandato al frente de Alemania. Este liderazgo tendrá que hacer frente a los problemas internos de la UE como los que tienen lugar en países como Francia e Italia, sin olvidar la salida del Reino Unido. Asimismo, es necesario destacar el acercamiento entre Alemania y Polonia, lo cual hace algunos años parecía un hecho imposible. Este acercamiento se llevó a cabo pese a que el gobierno polaco es calificado como ultranacionalista. A su vez, el gobierno polaco considera que lo mejor para ambas naciones es una victoria de Merkel.

Es prácticamente imposible que la mandataria germana no contienda por un cuarto periodo. Fiel a su estilo, reservada, cautelosa y precavida, no se ha pronunciado respecto a su candidatura, a tan sólo algunos meses de que se lleven acabo las elecciones. Lo más factible apunta a que los alemanes vuelvan a votar por Merkel, quien representa la ortodoxia política en un mundo que pareciera irracional desde la llegada de Trump a la Casa Blanca.

La estrategia de Merkel es clara: comienza a formar alianzas con países vecinos claves para su seguridad y su zona de influencia. Los tiempos en que Polonia acusaba a Alemania de querer hacer una alianza con Moscú han quedado atrás y es que la amenaza del Kremlin está latente para países como Polonia, Letonia y Lituania. Estos países tienen miedo de que la experiencia de Crimea se repita en su territorio, provocando una guerra civil como sucedió en Ucrania.

Obama dejó preparada a la región de los países bálticos y del Este. A esta zona fueron enviados casi 4 mil 500 soldados estadounidenses, los cuales fueron equipados con buen armamento para lo que se pueda presentar, aunque su principal misión consiste en proveer apoyo y adiestramiento a los ejércitos locales. Con esto, Barack Obama mostró el apoyo de su administración a los aliados de la OTAN.

Trump ha dejado las tropas que su antecesor envió. En el caso de Polonia, distintas encuestas demuestran que a la opinión pública le agrada la presencia de tropas estadounidenses, ya que esto garantiza seguridad frente a Vladimir Putin, que representa una amenaza real y latente. En un estudio realizado por el Instituto de Asuntos Públicos de Polonia se dio a conocer que más del 75% de los polacos cree que puede haber un ataque por parte del gobierno que encabeza Vladimir Putin.

Si bien es cierto que Estados Unidos y Rusia han sido países rivales, a la opinión pública le preocupa el hecho de que el presidente norteamericano tenga grandes vínculos con el Kremlin. En reiteradas ocasiones, Donald Trump no sólo ha expresado su simpatía por el presidente ruso, sino que incluso ha llegado a cuestionar la participación de EUA en la OTAN. De Trump podemos esperar cualquier cosa y una decisión irracional no parece extraña. Por otra parte, los despliegues militares rusos en Europa del Este sólo han provocado que el diálogo se dificulte, porque la presencia rusa es calificada como una amenaza a la seguridad.

Es claro que Alemania, comandada por Angela Merkel, no sólo debe asumir el rol de líder de los valores occidentales, sino que también tendrá que hacer las alianzas suficientes para hacer frente a Rusia y a la presencia militar de Estados Unidos y las decisiones de Trump, a través de la OTAN en Europa del Este. Un conflicto armado entre la OTAN, comandada por Estados Unidos y Rusia se ve lejano y en el nuevo orden mundial las potencias en Europa del Este se preparan para un posible enfrentamiento. Esta escalda militar no sucederá si Merkel asume su papel como líder regional y mundial, y hace frente a las amenazas de Vladimir Putin, heredero del sistema soviético.