10 de febrero
A cien años de nuestra Carta Magna, escuchamos posturas académicas, políticas y de analistas que hablan del federalismo en nuestro país y la mayoría coinciden en la gran necesidad del debate para replantearlo.
Yo les quiero compartir mi punto de vista sobre el federalismo y su desarrollo desde lo local a partir de mi experiencia como alcalde. Hace un año y cuatro meses asumí la responsabilidad de ser presidente municipal de una de las ciudades medias más importantes del estado de Jalisco: Ciudad Guzmán.
En ese entonces, recibí una administración que se encontraba al borde del colapso administrativo, con una deuda histórica que rebasa el presupuesto anual del gobierno municipal y con nóminas obesas.
El municipio se encontraba sin equipamiento en materia de seguridad pública ni en los servicios de recolección de basura. Más del 25 por ciento de las luminarias de la ciudad estaban descompuestas y con una tecnología de hace más de 20 años. Sólo se trataba el 70 por ciento de las aguas negras del municipio, mientras el resto se vertía en un lugar designado como sitio Ramsar en la laguna de Zapotlán. Nuestro relleno sanitario, donde todos los días se descargan más de 140 toneladas de basura, se encontraba sin tratamiento desde hace más de 17 años.
Zapotlán es una ciudad media, universitaria, en pleno crecimiento por el desarrollo agroindustrial, que actualmente cuenta con drenajes obsoletos de hace más de 100 años. El sistema de salud está colapsado y rebasado: las instalaciones del IMSS tienen 50 años y las del sistema regional, 35. El sistema educativo se encontraba con más de 40 años sin mantenimiento en la infraestructura de las escuelas.
Es decir, de acuerdo al mandato del artículo 115 constitucional, ofrecemos servicios públicos municipales obsoletos y la manera de modernizarlos es casi siempre sólo a través del endeudamiento. En la práctica la autonomía municipal no existe.
Estoy hablando de la ciudad media de Jalisco que los indicadores del CONEVAL ubican como el municipio con menos porcentaje de pobreza en todo el estado, y estoy hablando de un de los estados con mayor crecimiento y desarrollo del país.
Les hablo de problemas que tienen que ver con medio ambiente, salud, educación, seguridad pública, electricidad, temas que son de competencia federal, estatal y municipal; estamos sometidos al centralismo. Estoy seguro de que así como recibí yo el municipio, la mayoría de los alcaldes y regidores del país, cada tres o cuatro años, se encuentran con este tipo de escenarios.
Entonces, me cuestiono: ¿Nuestro actual federalismo es capaz de afrontar y resolver estos problemas? ¿Es capaz de generar condiciones para el desarrollo desde lo local? ¿Es capaz de generar incentivos económicos para que los municipios cumplan con el artículo 115?
La realidad para los más de 2 mil 400 municipios del país es que nos encontramos maniatados, a expensas de la Federación o del estado. Dependemos de nuestras relaciones políticas y personales con funcionarios federales y estatales para poder gestionar recursos, estamos obligados a regresar dádivas para la aprobación de programas que llegan a los municipios.
Quiero precisar que no hemos sido irresponsables con lo que nos toca en materia recaudatoria: los municipios ingresamos únicamente lo que corresponde al predial, derechos y aprovechamientos; sin embargo, a pesar de nuestros esfuerzos, no ha sido suficiente.
Permítanme hacer una metáfora: tenemos un gran padre que trata a todos sus hijos por igual. Aunque algunos sean más responsables y tengan mejores calificaciones, no se emborrachen y no despilfarren el dinero, vivimos todos permanentemente castigados porque algunos de nuestros hermanos se portan mal. Así percibo el trato de la Federación a los municipios: recibo menos dinero de ella porque tengo menos pobreza.
Yo creo que nuestro federalismo está agotado. Tenemos que hacer un gran llamado desde lo local, desde las alcaldías, desde los cabildos, para generar un debate que permita replantear nuestro federalismo, donde empecemos por admitir el grave déficit que tenemos en pobreza, corrupción, procuración e impartición de justicia, y gobernanza.
Actualmente, la Federación está dando reversa a los procesos de descentralización política que en las últimas décadas llevaban un gran avance en nuestro país. El actual gobierno tiene el sello de la recentralización y mi punto de vista es que el centralismo, lejos de resolver los problemas sociales, los agudiza.
En el contexto del centenario de nuestra Constitución, la mayoría de los ciudadanos no confía en nuestras instituciones, no confía en los partidos políticos, no confía en los políticos; vivimos un hartazgo y un enojo generalizados.
Ante esto, nuestra responsabilidad es exigirnos un replanteamiento profundo de nuestro federalismo que se base en el diálogo y la responsabilidad, que no quede sólo en reclamos hacia el centro. Es el momento idóneo para establecer una agenda que permita dar soporte institucional y financiero a nuestro federalismo acompañado de transparencia, rendición de cuentas, fortalecimiento de nuestras capacidades institucionales y, sobre todo, que cuente con participación ciudadana que nos permita alcanzar, como municipios, la mayoría de edad.
La defensa del federalismo tiene que construirse desde abajo, desde los municipios, con los gobernantes que ponen el ejemplo, con buenos resultados centímetro a centímetro. Los gobiernos locales debemos dar pruebas de ser más eficaces, más honestos, más democráticos.
Todo esto no sucederá sin la participación de todos nosotros, regidores y alcaldes que vivimos con la esperanza de resolver los problemas de la gente de nuestras ciudades.
Luchemos por regresarle la oportunidad al federalismo. Creo que la grandeza de México depende del movimiento de nuestros municipios.
11 de febrero
La grandeza de nuestro México depende de la grandeza de nuestros municipios. Bajo esta premisa, les comparto este mensaje que sólo quedaría en discurso sin una propuesta de trabajo concreta que a continuación enuncio brevemente en tres estrategias:
1.Compartir y transmitir eficazmente las buenas prácticas de los gobiernos locales que permitan fortalecer nuestras capacidades institucionales. Iniciemos con el Reglamento de Participación ciudadana: que los ciudadanos continúen participando no como espectadores, sino como actores para hacer vigentes sus derechos y resolver sus demandas.
2. Convertirnos en la voz política de los asuntos que atañen a la población. Ser los mejores canales de comunicación entre los ciudadanos y los poderes federales y estatales.
3.Fortalecer la sinergia que podemos lograr con los diputados federales.
Termino comentado que nos enfrentamos a una amenaza mayor: una crisis social de descontento, enojo y desconfianza generalizada que nos obliga a redoblar esfuerzos desde nuestra respectiva trinchera para demostrar que los gobiernos de Movimiento Ciudadano sí somos capaces de resolver los problemas de la gente, de rendir cuentas y ser transparentes, de implementar verdaderas herramientas y mecanismos de participación ciudadana. Esto ya lo estamos haciendo y lo vamos a fortalecer.
Todos los que estamos aquí, de alguna manera, tenemos la responsabilidad de reinventar la acción pública, darle legitimidad y rescatarla de los intermediarios que la corrompen; tenemos la responsabilidad de reivindicar la vida política. La democracia es de los ciudadanos y nos corresponde defenderla y protegerla.
Somos los municipios de Movimiento Ciudadanos los que debemos encabezar el sueño de una democracia participativa y eficaz, con gobiernos abiertos y cercanos a la sociedad.
Soy de los creen que aún hay esperanza de un mejor futuro: un mejor futuro para nuestros hijos y para nuestra gente, y sólo lo conseguiremos si hacemos lo que nos toca.