En México, el muro contra los migrantes es humano: Norma Romero

Patricia Zavala Jiménez

Patricia Zavala Jiménez
@patrix89_64

En comparación con el muro de Donald Trump, el muro humano lo conforman el crimen organizado, autoridades migratorias, policías, y hasta algunos pobladores que roban, ultrajan, deportan o asesinan a migrantes centroamericanos, e incluso a connacionales, que desean llegar a la frontera norte

Cuando escuchan el silbato del ferrocarril, un grupo de mujeres organizadas llamadas Las Patronas dejan a un lado sus actividades y se apresuran para recoger las cajas de alimento y agua embotellada que han preparado durante el día, y llegar a tiempo a las vías por donde cruza el tren conocido como La Bestia o El tren de la muerte.
Su objetivo es alimentar a los migrantes centroamericanos que durante varios días permanecen trepados en los vagones, tras abordarlos ilegalmente desde Chiapas o Oaxaca, con la esperanza de reducir la brecha que los separa del sueño americano.

cifrasSeguramente cuando pasan por el estado de Veracruz ya fueron víctimas de asaltos, golpes, vejaciones o ultrajes por parte del crimen organizado, autoridades migratorias mexicanas, policías e incluso algunos lugareños que les disparan cuando cruzan por su poblado. Sin embargo, en la comunidad veracruzana La Patrona, el grupo de mujeres voluntarias que hacen honor al nombre de su comunidad, y sobre todo a la Patrona de México, la Virgen de Guadalupe, son una bocanada de vida para los migrantes al regalarles víveres a cambio de una sonrisa o un agradecimiento.

Antes de que pase por completo el ferrocarril, las mujeres corren hacia las vías porque tienen dos o tres escasos minutos para impulsar con gran esfuerzo físico las botellas de agua, así como las bolsas llenas de bolillos, pasteles y comida (arroz, frijol, atún o pasta). No les importa arriesgar su vida al acercarse demasiado a los rieles por donde avanza el convoy con tal de cumplir su cometido, pues aunque algunos maquinistas suelen disminuir la velocidad, otros la aumentan.

El momento dura poco en comparación con la labor que Las Patronas realizan todos los días; sin embargo, el trabajo se compensa al saber que no sólo hombres, también mujeres y niños se alimentan o rehidratan. No obstante, a veces las lágrimas no sólo son de felicidad, sino de tristeza y frustración, pues no todos logran capturar los productos, a pesar de su voluntad. También les entristece ver el incremento de jóvenes y la presencia de mujeres, las cuales suelen ser violadas en el camino.

Norma Romero, cofundadora de Las Patronas, recuerda cuando inició esta labor desde hace más de 20 años: unos migrantes sobre los techos del tren le pedían a gritos la comida que llevaba entre las manos, y aunque no dudó en dárselas, no tenía idea del por qué constantemente las personas viajaban de esa manera, de dónde venían y hacía dónde iban.

Hasta que un día, el ferrocarril se detuvo en su comunidad con varios migrantes a bordo; le explicaron que provenían de Honduras, El Salvador, Guatemala e incluso de comunidades indígenas de Chiapas o Oaxaca, y que iban rumbo a Estados Unidos en busca de mejores oportunidades laborales. Entonces supo Norma de los altos riesgos que padecen los migrantes en La Bestia, sin dinero para solventar un autobús que los lleve a la frontera estadounidense.

A partir de aquel día, Norma, su madre y sus hermanas se organizaron para compartir sus propios alimentos con los indocumentados, de tal forma que hoy, mientras unas cocinan, otras empacan la comida y unas más corren a las vías cuando escuchan el silbato de la locomotora. A la fecha, 14 mujeres y algunos voluntarios realizan esas labores a partir de las diez de la mañana; otras se dedican a buscar la donación de alimentos, tarea que a veces les ha permito repartir hasta 300 bolsas de comida en un solo día.

Gracias a este trabajo altruista en defensa de los migrantes, Las Patronas fueron merecedoras del Premio Nacional de Derechos Humanos 2013, así como del Premio Nacional de Derechos Humanos “Sergio Méndez Arceo” 2013, y en el 2015 fueron nominadas al Premio Princesa de Asturias de la Concordia. Otra valía es la resistencia a institucionalizarse como ONG, asociación civil, sociedad civil o afiliarse a algún partido político.

Norma Romero compartió esta experiencia el pasado mes de abril en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde se proyectó el video Héroes Cotidianos: Las Patronas, que muestra cómo se vive un día en la comunidad veracruzana y la historia de dichas mujeres; cabe señalar que el director Martín Acosta se basó en ese documental para adaptar la obra de teatro Dos personas se tocan brevemente.

Con la presencia de estudiantes y público en general, Norma conversó sobre diversos temas. Acontinuación incluyo su propio relato, así como la información que proporcionó en entrevista al periódico El Ciudadano.

Las redadas se incrementan

“En comparación con el muro de Donald Trump, en México existe un muro humano que se incrementa en el sureste de nuestro país mediante redadas contra los migrantes. Este muro humano lo conforman crimen organizado, autoridades migratorias, policías y hasta algunos pobladores que insultan, roban, violentan, ultrajan, deportan o asesinan a centroamericanos, e incluso a los connacionales, que intentan cruzar el territorio mexicano para llegar a Estados Unidos en busca de mejores condiciones de vida.

Se discrimina a los seres humanos y es duro porque violentan sus derechos, es una forma de xenofobia. Unos creen que la muralla xenófoba sólo se sufre en Estados Unidos y no en México; sin embargo, recientemente los indocumentados se han visto en la necesidad de buscar nuevas rutas para burlar las redadas que se realizan principalmente en la zona de Tenosique, Tabasco. En otras comunidades, como en Vicente, Oaxaca, muy cerca del estado de Veracruz y en la ruta de La Bestia, los migrantes son considerdos competencia laboral o personas malas, a pesar de que sólo cruzan el territorio para llegar a la frontera norte de México. Cuando pasa por ahí, los pobladores incluso llegan a dispararle al tren.

Los migrantes que logran burlar los retenes se suben a La Bestia, en donde son asaltados por policías y miembros de bandas delictivas, sobre todo en los túneles. Si ya no traen nada o se resisten a entregar sus pertenencias, los golpean o avientan del tren, por lo cual es común que pierdan alguna extremidad y mueran; a veces también caen por error o se quedan dormidos, pues el trayecto dura varios días con sus noches. Hay quienes incluso se amarran para no caer del tren.

La situación es lamentable y me provoca gran tristeza, porque muchos atacantes son policías, pero sobre todo porque la gente ya ve estos abusos como algo normal. Por eso considero que hace falta informar a la población para crear conciencia. Por ejemplo, en algunas comunidades hay bardas en las que se lee: -Amigo migrante, tu presencia es bienvenida, sigue tu camino. Atentamente El Pueblo-”.

norma“Halcones” que sólo buscan información

“¿Cómo te sentirías tú si te dijeran que no puedes pasar, a pesar de que es tu derecho, y sólo necesitas que te permitan cruzar para llegar a la frontera norte? Hay quienes se dedican a envenenar la mente de otras personas y no se dan la oportunidad de conocer a los migrantes. Sobre todo se debe crear conciencia entre los sacerdotes de las comunidades, pues son quienes logran involucrar a la población.

Antes, el albergue de Orizaba era un punto importante para los indocumentados. Desafortunadamente, falleció el padre católico que lo atendía y ahora sus correligionarios no quieren asumir ese compromiso. Aunque hay excepciones. Algunos sacerdotes y organizaciones continúan en la lucha a favor de los migrantes centroamericanos; los admiramos porque son personas comprometidas, que ayudan a los demás. Entre todos conformamos una red de apoyo, por eso no tenemos miedo.

Muchas veces llegan los llamados ‘halcones’, gente que sólo busca información. Nos preguntan: ¿De dónde sacan los recursos? ¿Por qué ayudan a desconocidos? A un verdadero migrante únicamente le interesa que lo ayudes. Sin embargo, nosotras los tratamos con normalidad. Una vez que se iba uno de El Salvador me dijo: -ya me voy, pero a ustedes nunca les va a pasar nada-, pero como si insinuara lo contrario. Sólo le respondí: -no, nunca nos va a pasar nada-”.

En Veracruz vivimos momentos difíciles

“Nuestra comunidad antes era muy tranquila, pero ahora muchos de nuestros chavos se están metiendo en las drogas o roban en los ductos de gasolina, y no sólo los jóvenes, sino toda la familia. Entonces uno dice: ¿Qué espera la gente o el gobierno para actuar? ¿Qué ellos no ven lo que vemos los demás?

En Veracruz vivimos momentos difíciles. Me preocupa mi comunidad, pues sufre al igual que los migrantes. En mi pueblo cada día hay más jóvenes desaparecidos, otros son encontrados muertos, aventados cerca del río que está por nuestro pueblo. Encuentran fosas humanas con gente centroamericana y mexicana, pero parece que no pasa nada. En verdad, yo me pregunto: ¿Qué no les duele o hasta cuándo seremos indiferentes ante esta situación?”.

Nunca pensamos pedirle permiso al gobierno

“Lo que más me duele es que aumenta la juventud migrante; la violencia, la falta de trabajo y educación, los orilla a buscar otras alternativas. Es evidente que el gobierno no tiene interés en ayudar a la gente. La migración va a existir mientras los países no se pongan de acuerdo y hagan algo por el bienestar de los demás. Las autoridades tienen que poner en práctica las leyes. Así como se toman el tiempo de crearlas, deben darlas a conocer, pues se mira un futuro incierto y complicado.

Los problemas más recurrentes que enfrentan los indocumentados en la ruta hacia el norte es que muchos albergues han cerrado por temor, ya que mucha gente dice que son malos y hacen daño, pero eso es mentira. Por el contrario, la Comisión Nacional de Derechos Humanos en el 2016 documentó 881 quejas de migrantes menores de edad que sufrieron abuso sexual y maltrato por parte de las autoridades migratorias.

Nosotros no sólo recibimos a centroamericanos, también a indígenas de Chiapas o Oaxaca; incluso de nuestra comunidad se van a los Estados Unidos. Cuando iniciamos esta labor, nunca pensamos en pedirle permiso al gobierno. Solamente pensamos: si estas personas tienen hambre, pues vamos a darles de comer lo que tengamos”.

Difícil, enfrentar el machismo

“Al principio la gente decía: -esas viejas están locas-; a mi marido le empezaron a decir: -cómo permites que tu mujer ayude a hombres que ni conoce, se la van a llevar-, y pura tontería… Tuvimos que crear conciencia en la familia, porque es donde nos pueden pegar, es algo que nos va a doler. Les dijimos: -piensa que tú tienes familia, casa, trabajo-, y poco a poco otras mujeres de la comunidad se unieron a nosotras, sin descuidar sus hogares.

Una vez una mujer me dijo: -tú crees que con darle de comer a los migrantes vas a cambiar el mundo-, pero yo no dije que iba a cambiar el mundo, simplemente decidí actuar y ayudar.

Muchas veces el migrante no sabe ni qué carro o ruta tomar para seguir en el camino, ni sabe si hay algún albergue o persona que les brinde ayuda; entonces con el sólo hecho de encaminarlo es más que suficiente, porque para él representa una gran ayuda.

Gracias a nuestra insistencia, logramos que las instituciones locales de salud atiendan a los migrantes, antes no lo hacían, estuvieran heridos o enfermos”.

¿Por qué Las Patronas?

“Nosotras no elegimos ser Patronas. Cuando iniciamos nuestro albergue se llamaba Comedor esperanza del migrante, pues un indocumentado nos dijo que éramos una esperanza de vida para ellos. Después, cuando la gente nos empezó a conocer, dijeron: -la comunidad se llama La Patrona, veneran a la Virgen de Guadalupe y son mujeres, entonces ustedes son Las Patronas-.

A partir de ahí se empezó a conocer el nombre y la gente lo aceptó de tal forma que las cosas se dieron poco a poco, nosotras no lo elegimos. Incluso al principio no nos gustaba porque decíamos: -¿Patronas de qué o quién?- Después dijimos: -es en nombre de la Virgen de Guadalupe, y como mujeres católicas que somos, debemos portarlo con orgullo-”.

La Bestia no tiene horario

“No sabemos a qué hora va a pasar el tren, puede ser a las dos, a las cinco de la tarde u ocho de la noche, pero los 365 días estamos ahí para ayudar, por eso siempre estamos al pendiente del silbato. Cuando lo oímos, nos vamos rápido a las vías y nos organizamos para darles la comida, pues sólo tenemos dos o tres minutos. A veces estamos comiendo, pero dejamos todo lo que hacemos, porque sabemos que al regresar comeremos, ¿pero ellos?

Cuando entregamos los víveres es una sensación hermosa, puedes decir: -hoy hice una buena obra, me siento satisfecha, pues sin conocerlo me regaló una sonrisa y yo también, pero sobre todo le brindé una mano amiga-. Lo más grato es compartir y ver la alegría de esos muchachos al agarrar un bolillo o una botella de agua. Quizá para mí es poco, pero para ellos es mucho”.

¿Cómo es un día de Las Patronas?

“Cada una de las mujeres tiene un día asignado: el lunes una hace el arroz, hierve los frijoles; otras van por el pan que dona el supermercado, mientras yo busco donaciones. Por ejemplo, la empresa Maseca mensualmente nos regala bultos de harina para elaborar tortillas. Otra labor es convencer a los maquinistas de que nos apoyen, pues hay un par de maldosos que suben la velocidad.

Las puertas de nuestra casa están abiertas para los voluntarios que deseen ayudar y vivir la experiencia de conocer a los migrantes, pues así se erradican las malas ideas sobre ellos. En ocasiones algunos visitantes llevan auto, lo cual nos facilita transportar las donaciones, o cuando un migrante se baja del tren y ya no pudo subirse, lo llevamos hasta Córdoba u Orizaba para que alcance a su familia. Todos los días son diferentes para nosotros”.

¿Les ha cambiado la vida ayudar a los migrantes?

“Somos más conscientes de la situación que se vive. A nuestros hijos les hemos enseñado que deben respetar y valorar todo. Es una bendición tener a tu familia completa, una casa y trabajo, eso es más que suficiente.

Querer a la gente no cuesta. Los invito a ponerse las pilas, a organizarnos y empezar a trabajar por el bien de cada uno de nosotros. Es difícil, pero si nos unimos será más sencillo. Yo sueño con cambiar mi comunidad, no sé cómo lo voy a hacer, pero lo haré. Por eso tocamos puertas.

Siempre he dicho que el cambio no está en el gobierno, debe empezar por nosotros, si no nunca vamos a avanzar. El error es pensar: -ese no es mi problema-, pero debes reflexionar en que quizá lo sea mañana. Es mejor empezar a actuar desde ahora”.