Como estaba previsto, el miércoles 7 de junio iniciaron los cómputos distritales en 34 mil 094 casillas en las que el domingo 4 de junio se recibió el voto de cerca de 20 millones de mexicanos para elegir: gobernador, alcaldes y diputados locales en los estados de Coahuila y Nayarit; alcaldes en el estado de Veracruz, y gobernador en el Estado de México.
Estuvieron en juego 445 cargos de mayoría relativa y 80 de representación proporcional, disputados por 2 mil 637 candidatos. También hubo elecciones extraordinarias en el municipio de Santa María Xadani, Oaxaca, y en siete presidencias comunitarias en Tlaxcala.
En dos de las tres entidades donde se eligió gobernador (Estado de México y Coahuila) no ha habido alternancia en 87 años. Hasta antes de estas elecciones, el PRI (con distintas coaliciones) gobernaba 137 de los 270 municipios en contienda, con particular presencia en Nayarit y Coahuila. El PAN tenía 57 alcaldías y el PRD 33.
Estado de México: suspicacias
Con 11 millones 317 mil 686 electores en lista nominal, el Estado de México eligió gobernador, hecho que acaparó la atención en todos los órdenes.
Al cierre de esta edición de El Ciudadano (jueves 8 de junio de 2017), el recuento parcial en los 45 Consejos Distritales del Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) había recibido ya la impugnación formal de resultados presentada por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuya candidata fue Delfina Gómez Álvarez. Morena exige recuento total con una conocida consigna: voto por voto, casilla por casilla.
La noche del miércoles 7, con el 76.50% de casillas computadas de los 45 distritos electorales, Alfredo del Mazo, candidato del PRI a la gubernatura mexiquense, tenía 33.56% de votos, y Delfina Gómez 31.49%. Su diferencia se redujo a 2.07 puntos, cuando el resultado del PREP del día de la elección había dado una diferencia de 2.91 puntos entre ambos candidatos.
Según el presidente del IEEM, Pedro Zamudio, el cómputo final podría durar hasta el sábado 10.
Coahuila: exigen nulidad
Además de gobernador, se eligieron en Coahuila 16 diputados de mayoría relativa y 9 de representación popular, así como 38 alcaldes y regidores que estarán en el cargo sólo un año, pero con la posibilidad de reelegirse para el periodo inmediato en 2018, cuando se emprenda el proceso para elegir al Presidente de la República, así como senadores y diputados federales.
El centro de atención fue la elección de gobernador. PRI y PAN se declararon ganadores, pero en el desarrollo del cómputo distrital, el miércoles 7 por la noche, cinco ex candidatos y seis partidos de oposición se retiraron del conteo, exigieron la nulidad de las elecciones y anunciaron que llevarán el caso al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Encabezó la protesta Guillermo Anaya, del PAN, que fue candidato de una alianza en la que también participaron Unión Democrática de Coahuila (UDC), Encuentro Social y Primero Coahuila; Anaya fue seguido por Armando Guadiana, candidato de Morena, José Ángel Pérez, ex candidato del PT, y los independientes Javier Guerrero y Lucho Salinas. Todos los partidos que exigen la nulidad integran ya el Frente por la Dignidad de Coahuila.
En respuesta, el líder nacional del PRI, Enrique Ochoa y su candidato a gobernador en Coahuila, Miguel Riquelme, advirtieron que defenderán “que sea respetada la decisión libre de los coahuilenses”.
En el primer día de conteo, el Instituto Electoral de Coahuila (IEC) descubrió irregularidades o inconsistencias que obligaron a recontar por lo menos el 65% de los paquetes electorales. De un total de 3 mil 625 paquetes, se abrirán 2 mil 377, lo que dejó en entredicho la presunta victoria del priista Miguel Riquelme.
Nayarit, ventaja opositora
Los nayaritas eligieron nuevo gobernador, 20 alcaldes, 30 diputados (18 por mayoría relativa y 12 de representación proporcional) y 197 regidores, 138 por mayoría relativa y 59 de representación proporcional.
Aunque entre protestas y dudas que no alcanzaron la magnitud de lo ocurrido en el Estado de México y Coahuila, en Nayarit parecía más clara la victoria de Antonio Echevarría García, candidato a gobernador de la coalición Juntos por Ti, integrada por PAN, PRD, PT y el Partido de la Revolución Socialista (PRS).
El triunfo de Echevarría se perfilaba sobre Manuel Cota, de la coalición Nayarit de Todos, conformada por el PRI, PVEM y Nueva Alianza, y el candidato de Morena, Miguel Ángel Navarro Quintero, que quedaría en tercer lugar.
Veracruz: mayoría de PRD y PAN
Con 5 millones 578 mil 825 empadronados, Veracruz eligió a 212 presidentes municipales y regidores. Ambos cargos serán por cuatro años.
Si bien hay municipios con candidatos cuyos resultados son muy apretados entre sí, puede asumirse el hecho de que la coalición PRD-PAN se impuso con un porcentaje de votación general superior al 32%, por encima de la coalición PRI-PVEM y de los candidatos individuales de Morena.
Al cierre de esta edición, con casi el 100% del conteo, datos preliminares apuntaban que la alianza PAN-PRD llevaba ganadas por lo menos 113 alcaldías; en tanto, los candidatos de la alianza PRI-PVEM y únicamente del PRI, habían obtenido el triunfo en 38 presidencias municipales; Nueva Alianza habría conseguido ya 18 y Morena 17.
Un dato significativo es que Veracruz fue durante décadas un bastión para el PRI. Su debacle política y electoral resulta de sus últimos dos gobernantes: Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, ambos priistas.
Edomex, ¿referencia clave?
Aunque dispares los cargos que estuvieron en disputa en las cuatro entidades federativas, la elección de gobernador en el Estado de México atrajo la atención política y mediática por varios factores:
1) Es la entidad con el padrón electoral más numeroso del país: 11 millones 317 mil 686 ciudadanos en lista nominal (13.26% del total).
2) La elección del gobernador mexiquense se realizó un año antes de los comicios presidenciales. Por eso se le consideraba laboratorio político apropiado para medir el escenario en que se disputará la Presidencia de la República en 2018.
3) Antes y durante las campañas, fue ostensible la presencia en el Estado de México del presidente de la República y de varios integrantes de su gabinete. Fluyeron cuantiosos recursos federales (intensamente publicitados como programas sociales). Varios partidos de oposición lo consideraron intervencionismo abierto a favor del candidato del PRI, Alfredo del Mazo Maza.
4) Otro factor que pesó en estos señalamientos asomó como conflicto de interés: el candidato del PRI a la gubernatura y el presidente de México son primos. El padre del primero, Alfredo del Mazo González, ex secretario de Estado, es tío de Enrique Peña Nieto.
Llevados por la costumbre, pocos analistas se detuvieron a pensar que la votación para gobernador del Estado de México está muy lejos de ser el termómetro político, el prolegómeno confiable de lo que será la elección presidencial en el 2018. ¿Por qué?
Porque el aislado sufragio por un gobernador dista mucho de la elección de los 125 alcaldes de otros tantos municipios que tiene la entidad. Es en los municipios donde el gobernante, en este caso los presidentes municipales o quienes aspiren a reemplazarlos, le toman el pulso a los gobernados: se conocen, se saludan en la calle o en los actos públicos, saben cuáles son las necesidades, las demandas, las urgencias de la gente.
¿Esperanzas frustradas?
La esperanza de millones de mexicanos fue puesta una vez más en la vía democrática de las urnas. La definición del cambio, aunque solamente fuera, por ahora, en las cuatro entidades federativas mencionadas, quedó de nueva cuenta en manos de los votantes.
Pero las esperanzas de más y mejor democracia se vieron frustradas por la persistencia de males que llevan décadas arraigados en México: corrupción, compraventa de votos, robo de urnas, intimidación a electores y a funcionarios de casillas (incluso con armas de fuego), uso indebido de recursos públicos, “debates” entre candidatos en los que afloraron la falta de propuestas realistas, acusaciones mutuas, descalificaciones a priori y expresiones que rayaron en el insulto.
Se vulgarizó la política, como notable fue también la ausencia de ética, valores cívicos y morales. El espionaje, las revelaciones sensacionalistas, la difusión de montajes y escándalos infectaron los procesos. Las ideas y las propuestas cedieron ante el lenguaje francamente soez de algunos sedicentes políticos.
Algunos protagonistas dejaron la percepción de que ni siquiera podría medirse (y ser castigado) el flujo de recursos de origen turbio a las campañas electorales. Como si los actores hubieran logrado ya depurar su estrategia truculenta, mañosa y tramposa con métodos inasequibles.
En otros casos las declaraciones protagónicas minaron el piso firme y necesario que demanda la construcción de un sólido proyecto de nación. La oportunidad, por fortuna, sigue vigente.
La partidocracia impuso una estrategia en la que confluyeron el derroche de miles de millones de pesos, la siembra paciente del miedo a votar y añejos e impunes vicios para subordinar el hambre y la miseria de millones a los voraces apetitos de la élite en el poder.
La inequidad estuvo presente. Una aguda crónica del periodista Ricardo Raphael, publicada en El Universal en su edición del lunes 5 de junio, da cuenta puntual de los excesos del partido hoy en el poder federal: compra de votos y pago hasta de 5 mil pesos por la exhibición de mantas publicitarias.
Las campañas dieron lugar a 48 minutos de anuncios televisivos cada día, y sumaron en total 4 millones 800 mil spots en TV hasta antes del 4 de junio.
Hacia el 2018
El próximo año es crucial para México y para las organizaciones políticas progresistas. Es imperativo entender, comprender e interpretar las aspiraciones y exigencias de la sociedad, porque es del lado de la sociedad, por encima de los partidos políticos (que están peor calificados que los gobiernos) y de los falsos líderes, como podrán darse todos los cambios que México necesita.
En el 2018 serán electos 9 gobernadores, habrá 32 elecciones federales (para senadores y diputados) y se disputarán 3 mil 447 cargos más.
De los nueve gobernadores que habrán de ser votados, se destaca la nueva jefatura de gobierno de la Ciudad de México. Además: Chiapas, Guanajuato, Jalisco, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y Yucatán. En términos generales, el PRI gobierna la tercera parte de los habitantes de estos nueve estados.
La gran oportunidad
Contra viento y marea, desde hace años millones de mexicanos batallan políticamente para recuperar los espacios a que tienen derecho en la vida democrática del país.
Nadie mejor que el ciudadano para lograr que sus propios sueños, sus esperanzas, sus legítimas exigencias de bienestar y mayores oportunidades se conviertan en políticas públicas eficientes, llámense leyes u obras, para beneficio colectivo.
El vigoroso impulso democratizador de la ciudadanía no puede, no debe quedarse en las urnas en el 2018. Tiene que ir más allá: fincar los cimientos de una nueva cultura política, del cambio profundo y estructural que demanda México.
Una nueva cultura política cuyas bases sólidas sean los principios y los valores éticos; que fomente el debate creativo y propositivo; que blinde a la política contra las bajezas de la llamada guerra sucia; que coloque a las ideas por encima del insulto, los golpes bajos y la descalificación; que propugne el éxito colectivo sin descalificar el legítimo éxito individual; que destierre el ataque visceral de presuntos análisis disparatados y textos irreflexivos; que oxigene la vida democrática del país, no que la contamine.
En esta tarea habrán de participar también con ánimo y convicción, los líderes políticos y sociales de nuestro movimiento progresista. Con ánimo y convicción, digo, porque ellos deben ser, en buena medida, parte de los hilos conductores hacia un futuro mejor.