Decidí realizar mi primer informe con niñas y niños; decidí rendirles cuentas a ellas y ellos, quienes verán los resultados de los esfuerzos hechos hoy
Hace un año, después de recorrer todo Jalisco, llegamos al Senado de la República para seguir alzando la voz, para seguir llevando sus causas y exigencias a la máxima tribuna del país. Desde entonces, he puesto todo mi esfuerzo, energía, tiempo e ideas para luchar por dos grandes causas: “Paremos nuestra extinción” y “Lucha como niña”. Estas dos causas, estoy convencida, forman parte de una agenda legislativa de presente, pero sobre todo de futuro.
De presente, porque hoy más que nunca el medio ambiente está amenazado: los seres humanos, por creernos dueños del planeta, estamos contaminando el aire que respiramos, envenenando el agua que bebemos, minando la fuerza vital de la tierra y haciendo del fuego nuestro peor enemigo; estamos construyendo “progreso” sacrificando lo indispensable para seguir vivos, básicamente estamos provocando nuestra propia extinción.
Pero además de la destrucción del medio ambiente, México enfrenta otro gran problema: la violencia que vivimos las mujeres. Ésta ha llegado a tal grado que nueve de cada 10 sufrimos acoso sexual y otras formas de violencias todos los días; hemos llegado a la vergonzosa y alarmante situación en la que cada 24 horas se asesinan a 10 mujeres.
Y, por supuesto, estas dos grandes causas son parte de una agenda de futuro, porque lo que hagamos o no hagamos hoy tendrá un gran impacto en los siguientes años e incluso en las próximas décadas, porque el resultado de lo que decidamos hacer, muy posiblemente ya no lo viviremos nosotras, lo vivirán nuestras niñas y niños. ¿Se han puesto a pensar de manera detenida qué país estamos construyendo para ellas y ellos?, ¿qué estamos haciendo con la responsabilidad histórica que tenemos?
Bajo esa idea decidí realizar mi primer informe con niñas y niños; decidí rendirles cuentas a ellas y ellos, quienes verán los resultados de los esfuerzos hechos hoy. Este ejercicio fue esperanzador: las personas más pequeñas entienden qué está pasando en este país, tienen claro el México en el que les gustaría vivir cuando sean adultos y, vale la pena decirlo, ese país es uno muy distinto al que tenemos hoy.
En este ejercicio tuve la oportunidad de hablarles de lo que para mí es una senadora: una mujer que lucha todos los días con el corazón, con la mente puesta en ellas y ellos para que sean felices, para que tengan todas las oportunidades de alcanzar sus sueños y ser lo que quieran ser.
También platicamos de mis luchas en el Senado para proteger el medio ambiente. Comenzamos por “Sin abejas no hay vida”, esta lucha se centra en la protección de las abejas, el ser vivo más importante del planeta, y la prohibición de los plaguicidas altamente tóxicos porque su uso en nuestros campos está matando a las abejas y poniendo nuestra vida en peligro.
También hablamos de “México libre de plásticos”, nuestra lucha para prohibir los plásticos de un sólo uso que están contaminando nuestros ríos, mares y tierras. Para que se den una idea de lo importante que es lograr esto, cada segundo se tiran 200 kilos de plástico a los océanos del mundo y si seguimos como vamos, para 2050 habrá más plásticos que peces en los mares.
Dentro de esta gran agenda también estoy luchando para combatir la emergencia climática. Esta emergencia significa que la vida de todas y todos está en peligro porque hemos usado todo nuestro poder, energía, fuerza, conocimiento, ciencia y tecnología para destruirnos. Aquí puedo decirles que en el Senado ya logramos que se reconozca la emergencia y se asuma una serie de compromisos, pero no nos quedaremos ahí y vamos a luchar para que el Gobierno Federal haga lo propio para que paremos nuestra extinción.
Nuestra otra gran agenda, “Lucha como niña”, se trata de reivindicar desde el lenguaje lo que representa ser niña, de dejar claro que ellas son igual de importantes y que hacer las cosas como niña significa hacerlas bien y es motivo de orgullo; se centra en el combate a los estereotipos y roles de género, porque lo único que hacen es limitar a nuestras niñas y detener sus sueños. Esta causa también incluye la lucha para prohibir el matrimonio infantil, algo que ya logramos y ahora es una ley en todo México. Asimismo, el combate al acoso, los feminicidios, la desigualdad salarial que padecemos las mujeres: en ciertos trabajos, por el simple hecho de ser mujer se gana 35 por ciento menos, a pesar de tener el mismo trabajo y las mismas responsabilidades.
Concluyo esta columna diciéndoles que ser Senadora es el más alto honor y la responsabilidad más grande que he tenido en mi vida. No tengan duda de que seguiré luchando para que todas y todos vivamos en un mejor país, para que nuestros niños y niñas vivan en un México donde puedan soñar, crecer libres, seguras y sean lo que decidan ser. Esa es la razón de mis causas, esa es la razón de mis luchas en el Senado.