Los conflictos armados, las guerras civiles, la violencia generalizada y las condiciones de ingobernabilidad y desgobernanza en la mayoría de las naciones provocaron el aumento dramático de los refugiados en las últimas dos décadas. México no está exento de esta problemática: anualmente llegan a nuestro país desplazados y refugiados provenientes de Centroamérica y América del Sur.
De acuerdo con el Estatuto de la primera Convención de Refugiados de Naciones Unidas, un refugiado es una persona que se halla fuera de su país de origen por motivos de temor fundamentado y/o persecución por razones de etnia, religión, nacionalidad, pertenencia o razones políticas o ideológicas, y que no puede o no quiere reclamar la protección de su país para volver a él. El órgano encargado de revisar y defender los derechos de los refugiados es el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
En la antigüedad el concepto de refugiado estaba asociado al de asilados políticos o religiosos. Esta concepción aparece por primera vez en la Edad Media reflejada en el código de leyes de Etelberto, que permitía buscar asilo en una iglesia o algún lugar sacro. Sin embargo, fue hasta el Siglo XVIII cuando los estados dieron un mayor reconocimiento a la nacionalidad y a la ciudadanía.
La cantidad de personas desplazadas en la Primera Guerra Mundial provocó que la Sociedad de Naciones, preámbulo de la ONU, creara una comisión especial para los refugiados a cargo de Fridtjof, cuyo objetivo fue valorar la situación de la población rusa desplazada por la revolución y los armenios que huyeron del extinto Imperio Turco-Otomano.
En 1930 se estableció la Oficina Internacional Nansen para los Refugiados, cuya principal aportación fue crear un pasaporte especial para los asilados y consiguió que al menos 14 estados miembros de la Sociedad de Naciones ratificaran el estatuto de la Convención de 1933.
La Segunda Guerra Mundial provocó que los refugiados se incrementaran dramáticamente. Tan sólo en Europa el conflicto armado provocó un total de 400 millones de seres humanos que huyeron y no querían regresar a su país de origen. Por este motivo en 1943 se creó la Administración de Socorro y Rehabilitación de las Naciones Unidas (UNRRA), cuyo objetivo era ayudar a las personas desplazadas en la zonas ocupadas militarmente por los países del Eje. Se calcula que para 1945 había casi cinco millones de refugiados en todo el mundo.
La ocupación soviética posterior a la guerra provocó una gran migración de refugiados provenientes de Europa del Este. Al menos 600 mil personas llegaron a la República Federal Alemana entre 1945 y 1961.
Frente a este problema creciente, el 14 de diciembre de 1950 se creó el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), con objetivos específicos de protección y apoyo, a petición de un gobierno o de las Naciones Unidas, que permitan su posible regreso a su lugar de origen.
Es importante mencionar que la ACNUR no sólo presta ayuda a los refugiados sino que también protege a personas asiladas políticas, apátridas, y retornadas. Es necesario establecer la diferencia entre refugiados y solicitantes de asilo, ya que estos últimos piden de manera formal su reconocimiento como personas refugiadas y su situación es evaluada por el estado receptor, en tanto que las personas que no realizan este trámite son consideradas como refugiados “prima facie”. Por su parte, los apátridas son las personas no reconocidas como ciudadanos por ningún país, mientras que las retornadas son las que regresaron a su país de origen.
Esta Agencia de Naciones Unidas también ayuda a desplazados internos, es decir, a quienes no han abandonado su país y cuya situación se ajusta a la definición de refugiado establecida en la Convención sobre el Estatuto de Refugiados de 1951 y el Protocolo de 1967. Por su destacada labor ACNUR mereció el Premio Nobel de la Paz en 1954 y 1981.
De acuerdo a su sitio oficial en Internet, este órgano especializado de Naciones Unidas cuenta con el apoyo de diez mil 966 funcionarios en 130 países que brindan protección y asistencia a más de 46 millones de personas. Es importante señalar que en Medio Oriente existe un órgano especial denominado Agencia Especial de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos en Oriente Próximo (UNRWA).
El principal mandato de ambos órganos es la protección de los derechos de los refugiados de cualquier género y la no devolución contra su voluntad a su lugar de origen. La ACNUR trabaja de la mano de muchos gobiernos para hacer valer los tratados internacionales y regionales basados en el derecho internacional humanitario, los derechos humanos y el derecho internacional de los refugiados, por lo que colabora con las autoridades locales para el establecimiento de estructuras de asilo.
Como se establece en el programa de acción de ACNUR, la protección internacional de los refugiados comienza por asegurar su admisión en un país de asilo seguro, garantizar su reconocimiento jurídico y cerciorarse del respeto a sus derechos mínimos, incluido el principio de no devolución o “non refoulement”. No sólo busca garantizar la protección legal y física de los desplazados sino que incluso actúa para reducir los riesgos de violencia, incluso la violencia sexual; brinda asistencia a grupos vulnerables como mujeres, niños, adultos mayores y personas con discapacidad e interviene además en casos extremos en los que los refugiados son amenazados por la violencia que genera el narcotráfico, crimen organizado, guerras civiles, persecución religiosa, genocidio y crímenes de lesa humanidad. Esta protección termina, en algunos casos, con la repatriación voluntaria, en condiciones libres y seguras.
Dentro de las principales funciones de ACNUR están garantizar autosuficiencia en las comunidades que los reciben y buscar soluciones definitivas contra el desplazamiento y la migración forzada en sus países de origen, mediante la generación de condiciones de bienestar y sustentabilidad. Hay tres soluciones duraderas: la repatriación voluntaria, la integración local y el reasentamiento, que consiste en que las personas refugiadas son transferidas a un tercer estado dispuesto a admitirles de forma permanente.
La situación de los refugiados va de la mano de los procesos migratorios en todos los continentes. Desde el punto de vista social y antropológico los refugiados son en realidad un tipo de migración forzada, en la que las personas se ven obligadas a huir por razones culturales, étnicas, lingüísticas y por desastres naturales. En este último apartado cabe mencionar las acciones conjuntas que ha llevado a cabo ACNUR y Naciones Unidas con los gobiernos locales para generar ciudades o regiones “resilientes”; es decir, conformadas por personas con capacidad para recuperarse frente a la adversidad. En ocasiones, las circunstancias difíciles o los traumas permiten desarrollar recursos que se encontraban latentes y que el individuo desconocía hasta el momento. Lo anterior incluye que hagan frente al desafío del cambio climático y su impacto repentino como inundaciones o cataclismos, o de impacto lento, como sequías, degradación ambiental y calentamiento global.
La mayoría de los gobiernos consideran a la población inmigrante como un problema de seguridad nacional, por lo que la ACNUR ha tenido que intervenir para que se respeten los derechos de los refugiados. Las rutas que siguen los migrantes voluntarios y los refugiados son las mismas, por lo que ambos grupos están expuestos al tráfico de personas, explotación laboral y sexual, violencia, así como controles migratorios abusivos y extremos.
En sus estatutos ACNUR reconoce la importancia de los controles fronterizos y migratorios que los gobiernos establecen para proteger su soberanía, pero actúa para que las medidas establecidas no se realicen de forma indiscriminada o desproporcionada, que provoquen la criminalización y deportación de la población refugiada.
El Observatorio sobre el Desplazamiento Interno del Consejo Noruego para Refugiados (IDMC) concluyó que en 2015 había hasta 40.8 millones de desplazados internos por causas de conflictos armados, de los cuales el 53% se concentra en cinco países: Siria, Colombia, Irak, Sudán y Yemen.
El informe anual de ACNUR en 2016 revela que la población aumentó de 33.9 millones de desplazados a nivel mundial en 1997 a 65 millones a finales de 2016. En 2016 hubo 300 mil refugiados más que el año anterior. En promedio cada minuto 20 personas se ven obligadas a huir y buscar protección en otros países; 40 millones 300 mil personas son consideradas como desplazados internos, 22,5 millones son refugiadas, hay 2.8 millones de solicitudes de asilo, diez millones son considerados apátridas, 189 mil 300 seres humanos han sido reasentados en 37 países, mientras que hay 552 mil 200 refugiados retornados a su lugar de origen.
La mayor parte de la población refugiada se concentra en tres naciones: Siria con 5.5 millones, Afganistán con 2.5 millones y Sudán del Sur con 1.4 millones. El 84% de la población en estas condiciones ha sido acogida por países desarrollados.
En el caso de los desplazados internos Colombia tiene el primer lugar con 7.4 millones de personas, le siguen Siria con 6.3 millones e Irak con 3.6 millones. Los desplazados internos se concentraron en África, América Latina y el sudeste asiático. En África preocupa la situación de países como Somalia con 2.6 millones de desplazados internos, Nigeria con 2.2 millones y República Centroafricana con 411 mil personas. En Asia, 2.1 millones de personas han sido desplazadas en Yemen, mientras que casi 500 mil refugiados provenían de Myanmar. En el caso de América Latina se destaca que existen 545 mil solicitudes de asilo a Estados Unidos y México de personas provenientes de Guatemala, el Salvador y Honduras.
Los países receptores de población refugiada sufren graves distorsiones económicas y sociales por estas migraciones forzadas. En 2016 la cercanía de Turquía al Norte de África y Medio Oriente, provocó que fuera el país con mayor población refugiada con 2.9 millones de personas. Es importante considerar el tamaño de la población nacional para calcular el impacto de la población refugiada acogida en cada país. Por ejemplo, en el caso de Líbano registra 169 refugiados por cada mil habitantes.
En Europa otros países significativamente afectados fueron Alemania, que recibió casi 722 mil 400 solicitudes de asilo, de las cuales una de cada 20 fue presentada por un menor de edad, e Italia que recibió 181 mil 400 refugiados el último año. En el continente americano, Estados Unidos y Canadá fueron los mayores receptores de refugiados. EU recibió 97 mil refugiados, mientras que Canadá alrededor de 47 mil personas.
La labor de ACNUR es titánica porque tiene que brindar apoyo y protección a 65 millones de personas desplazadas, sin embargo su financiamiento es de contribuciones voluntarias. El 87% proviene de los fondos de los gobiernos y de la Unión Europea, 3% lo aportan organizaciones intergubernamentales, y el 9% son donativos del sector privado, fundaciones y público en general. Aunque su presupuesto en 2016 llegó a siete mil 500 millones de dólares, las contribuciones públicas son insuficientes para atender el problema de los desplazados a nivel global. A pesar de su limitado financiamiento, ACNUR brinda protección a 17.2 millones de refugiados.
En el caso particular de México, ACNUR trabaja de la mano con organizaciones de la sociedad civil y el gobierno. Su tarea se ha concentrado en la frontera sur debido al número de desplazados y refugiados que llegan de Centroamérica, la mayoría de ellos de El Salvador, Guatemala y Honduras, así como países de América del Sur como Colombia y Venezuela. Un gran porcentaje de los desplazados y refugiados son jóvenes que huyen de la persecución de grupos criminales y la violencia extendida. En el caso mexicano ACNUR insiste en diferenciar entre la población migrante y la población refugiada, ya que esta última se vio forzada a huir de su lugar de origen.
En su libro México, país de refugio, Pablo Yankelevich muestra como nuestra nación fue solidaria y brindó protección a muchos exiliados en el siglo XX. Como lo menciona Yankelevich: “desde la década de los veinte, México tuvo una sensibilidad particular hacia los problemas del subcontinente haciéndose presente por medio de acciones que dibujan una insoslayable coherencia como: la condena a la dictadura de Juan Vicente Gómez en Venezuela, el apoyo a la gesta de Augusto César Sandino, la solidaridad con los gobiernos de Juan José Arévalo y Jacobo Arbenz en Guatemala, así como la cercanía con el gobierno de Salvador Allende en Chile”.
En la década de los 70’s las guerrillas y los movimientos de insurgencia provocaron desplazamiento interno y migración forzada de muchos centroamericanos a México. Ante esta situación, el 22 de julio de 1980 se creó por decreto presidencial la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados. La COMAR es un órgano intersecretarial de carácter permanente conformado por las Secretarías de Gobernación, Relaciones Exteriores y del Trabajo y Previsión Social, y por conducto de su coordinación general se encarga de reconocer o no la condición de refugiado, así como de otorgar protección y asistencia a la población vulnerable.
Según cifras de la Secretaría de Gobernación en la década de los 80´s México recibió a 46 mil guatemaltecos que se refugiaron en el estado de Chiapas. Para 1989 más de cuatro mil refugiados regresaron a Guatemala bajo el programa de repatriación voluntaria y en 1999 ya habían regresado 42 mil 737.
En 1990 la Ley General de Población expidió una nueva documentación para quienes encuadraran en la característica migratoria de refugiado. En junio del 2000, el gobierno mexicano depositó los instrumentos de adhesión para ser parte de la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 y su Protocolo de 1967. En 2002 el gobierno reconoció a la COMAR como el órgano especializado para analizar cada solicitud de asilo o refugio en colaboración con ACNUR.
El 30 de octubre de 2014 se reformó en nuestro país la Ley sobre Refugiados y Protección Complementaria y se denominó Ley sobre Refugiados, Protección Complementaria y Asilo Político (LRPCAP). La reforma adiciona el reconocimiento al asilo político como condición o estatus jurídico específico y separado del reconocimiento de la condición de refugiado bajo los motivos que establece la Constitución mexicana.
Algunas de las asociaciones que actualmente trabajan conjuntamente con ACNUR y apoyan a los refugiados son: La Casa del Migrante Saltillo, el Albergue Belén y el Buen Pastor del Pobre y Migrante, ambos en Tapachula, Chiapas, así como el Albergue 72 en Tenosique, Tabasco. De acuerdo a la COMAR, el aumento de población desplazada en todo el mundo en la última década provocó que México recibiera a un mayor número de refugiados y asilados provenientes de otras naciones como Eritrea, Etiopía, Irak, Myanmar, República Democrática del Congo, Somalia y Sri Lanka. El reto para México y organismos internacionales como Naciones Unidas y sus agencias especializadas como ACNUR, es mayúsculo. Sólo una aldea global más democrática, sustentable y con capacidad para superar adversidades, puede garantizar desarrollo, bienestar y felicidad para los habitantes del planeta.