“Lo aparente no es lo verdadero”
Arturo Sánchez Meyer
E
l artista y pedagogo Marco Antonio (Antonio es su apellido) me concedió con amabilidad una larga entrevista telefónica. Nos separaba una distancia considerable en nuestra plática: mientras él tomaba café en la ciudad veracruzana de Coatepec, yo lo escuchaba en la colonia Nápoles, en la Ciudad de México.
Hablamos principalmente de un sistema de pedagogía llamado “Waldorf”. Marco Antonio ha sido maestro en varias escuelas que emplean esta forma de enseñanza, que es también, y sobre todo, una manera de entender e interpretar el mundo.
Marco Antonio me contó (con acento argentino) los antecedentes históricos del sistema Waldorf y también, con una gran facilidad de palabra, me explicó lo que éste significa para él y cómo lo interpreta.
Transformar la prosa y convertirla en poesía
Lo que más le gusta a los niños es jugar, y el juego es la preparación para el trabajo. Quien entiende que el hombre sólo es libre cuando juega podrá ser feliz también cuando trabaja, porque va a sentir que el trabajo es una extensión del juego. ¿Qué es lo que sucede en los juegos? Jugando, una maderita puede ser un avión, un barquito, un gigante, un árbol, cualquier cosa.
La fantasía se despliega más allá de lo que nuestros sentidos nos transmiten, uno puede decir: “no, lo que tienes en la mano es un tronquito”, pero para el niño ese pedacito de madera es otra cosa y así desarrolla su fantasía. Claro que eso pasa en un momento determinado, si un niño de cuarenta años ve de esa misma manera a su celular, resulta evidente que ya se le pasó la hora, pero si lo has hecho en tu niñez, desarrollas una capacidad creativa que llevarás contigo el resto de la vida.
El espacio del juego, el desarrollo de la fantasía y dentro de ella la capacidad de captar las imágenes que tienes del mundo, forman todo un tesoro que vas guardando dentro de tu alma, con el cual desarrollarás la capacidad de conocer.
De esta manera, en algún momento vas a entrar en un lugar donde lo aparente no es lo verdadero, ese es el comienzo de la virtualidad. Se desarrollan nuevas capacidades para que también tu pensamiento sea capaz de crear lo que todavía no existe y entrar en un mundo que va más allá del que conoces a través de los sentidos, para que puedas sumergirte en ti mismo y hacer de una prosa una poesía. Cuando transformas la prosa en poesía haces que la palabra tenga un lugar que antes no tenía: en ese preciso momento es cuando te has convertido en un creador.
Cuerpo, alma y espíritu
El sistema Waldorf tiene casi cien años, surge en Europa entre las dos guerras. Su fundador, Rudolf Steiner (Croacia, 1861-1925), estaba abocado a la búsqueda de soluciones sociales entre los patrones y los empleados.
Ante la dificultad que existía por el avance del bolchevismo y el capitalismo, y la incapacidad de diálogo entre ambas corrientes, se le propuso trabajar con los niños porque ellos están aún formando su propia individualidad.
Steiner se preguntó entonces cómo podía educar a estos niños para que cuando llegaran a la edad adulta se sintieran y se supieran libres para elegir, y no estuvieran determinados por ideas preexistentes, por costumbres, por tradiciones y por todos los factores externos que determinan muchas de nuestras acciones.
Con esta idea, Rudolf Steiner creó una escuela que denominó “libre”, en la que cada sede tiene su propia naturaleza e identidad, pero todas trabajan desde la misma idea regida por la antroposofía, que reivindica una imagen del ser humano formado por cuerpo, alma y espíritu.
La fuente de la eterna juventud
Para poner un ejemplo práctico, podríamos preguntarnos: ¿cuándo un niño está listo para aprender a leer y a escribir? En la cultura de hoy la respuesta sería que con tres o cuatro años ya puede hacerlo, pero no estoy seguro de que quienes afirman esto contemplen el desarrollo del cuerpo, del alma y del espíritu. Los que somos maestros sabemos las dificultades que tienen los niños pequeños para incorporar algo que todavía no les interesa.
Hay mucha gente que se jacta diciendo: “mi hijo ya sabe leer y escribir a los cinco años”, lo que no saben es cuánto sacrificó ese niño para su vida adulta. Todos cuando somos niños queremos ser buenos y satisfacer a los padres, así que nos entregamos a leer y a escribir, nos encerramos en nuestra casa y hacemos un montón de páginas de letras y nos olvidamos de jugar, nos olvidamos de desarrollar nuestras capacidades creativas.
Si al niño se le permite que el aprendizaje se dé cuando es el momento natural tendrá un recuerdo maravilloso de su infancia y esa es la fuente de la eterna juventud, tener una niñez maravillosa.
¿Los niños que salen del sistema Waldorf no van a poder adaptarse al mundo real?
¡Eso es un cuento chino! Son los miedos que tenemos como padres, queremos un mundo diferente pero teniendo a nuestros hijos adaptados a este mundo que hemos creado.
En la escuela donde yo daba clases en Cuernavaca hay, una vez al año, un día de puertas abiertas al que asisten los exalumnos. Le preguntaron a uno de los jóvenes que estudió toda la primaria en el sistema Waldorf cómo le había ido al salir, si había logrado adaptarse y él respondió: “yo no soy una persona que ha sido educada para adaptarse sino para realizar los cambios que considero necesario hacer”. Te estoy hablando de un exalumno que es empresario.
Yo te diría que, contrario a lo que algunas personas piensan, en las preparatorias son muy requeridos los alumnos Waldorf porque tienen iniciativa, tienen interés, estudian, son creativos, esas capacidades son muy importantes en el mundo de hoy.
Así que si a alguien como padre le parece que el mundo esta bien así como está y quiere que su hijo se adapte a él, que no lo lleve a una escuela Waldorf, hay otros sistemas que adaptan al ser humano, muchas veces a costa de su salud. Yo no juzgo a la sociedad actual porque vivo en ella y soy agradecido, lo que me parece fundamental es que cada uno tenga la libertad de hacer su propio camino.