“La fotografía es una herramienta de esperanza para salir de la violencia en los barrios y, a la vez, permite denunciar lo que sucede en el país”: Jair Cabrera
TESTIMONIO DEL FOTOPERIODISTA JAIR CABRERA
Tanto jalar el gatillo de un arma como tomar una fotografía generan un disparo. Esta analogía la plantea el fotoperiodista Jair Cabrera al fotografiar a un joven que le apunta con una pistola en uno de los barrios más violentos del país: Iztapalapa.
El documental Disparos muestra cómo ambas historias se entrelazan al ser amigos de la infancia y vivir en una zona marginada. No obstante, cada joven toma rumbos completamente diferentes: mientras uno está inmiscuido en el mundo de las pandillas y las drogas, Jair decide contar historias y denunciar injusticias a través de las imágenes, gracias al apoyo incondicional de su familia y de su mentor, Jesús Villaseca, quien le enseñó el arte de la fotografía y forjó su carrera como periodista.
Durante 15 años, al lado de su esposa, la fotógrafa Luz Elena Pérez, Villaseca impartió el taller de fotografía en el Faro de Oriente con el objetivo de brindarle a diferentes generaciones de jóvenes una nueva oportunidad de vida, aprendizaje y esperanza al enseñarles este oficio, porque así fue como él logró salir adelante y dejar a un lado las pandillas y las drogas.
El también fotorreportero de La Jornada, acreedor a más de 70 reconocimientos, entre ellos dos Premios Nacionales de Periodismo, se ha dedicado a instruir a cientos de personas, quienes también se han convertido en sus amigos. Actualmente, más de 70 de sus egresados ejercen en diferentes medios de comunicación.
En 2013, al conocer el éxito del taller, los periodistas Rodrigo Hernández y Elpida Nikou decidieron realizar un reportaje sobre la labor de Villaseca, incluyendo el testimonio de algunos estudiantes; más adelante decidieron ampliar la muestra de su trabajo, pero redujeron el número de testimonios. Finalmente se enfocaron en la historia de Jair Cabrera para darle vida al cortometraje Disparos, que implicó un trabajo de seguimiento de cinco años.
A través del testimonio de Cabrera se pretende reflejar la historia de cientos de jóvenes que han salido adelante a pesar de la violencia, el limitado número de espacios culturales y oportunidades laborales. Al mismo tiempo, pretende incitar a quienes se reconozcan en esta historia a creer en que es viable progresar a pesar de las dificultades. Bajo su experiencia, este joven considera que la fotografía es una herramienta de esperanza para salir de la violencia en los barrios y, a la vez, permite denunciar lo que sucede en el país.
Desde hace varios años Iztapalapa es la alcaldía de la Ciudad de México que registra más delitos de alto impacto, como: homicidios, violaciones, lesiones por arma, robo a transeúntes, a pasajeros, a casa habitación, negocios y vehículos.
A su vez, cuenta con el mayor índice de población que asciende a un millón 815 mil 786 habitantes, y tan sólo alberga 19 casas y centros culturales, lo que refleja una mínima apuesta por llevar la cultura a zonas marginadas, de acuerdo con el número de habitantes y centros culturales que posee en comparación con otras demarcaciones.
En enero del 2019 se estrenó Disparos, que forma parte de la gira del festival de cine Ambulante; asimismo, se ha presentado en diversos festivales de cine, recintos culturales, universitarios y zonas marginadas de la República, como: Morelia, Guadalajara, Ciudad Juárez, Ciudad de México, Querétaro, y recientemente en el Festival de Cine de Berlín.
ESTA HISTORIA LA PADECE MUCHA GENTE EN EL PAÍS
Este documental evidencia cómo en cinco años a una persona le ocurren diversos acontecimientos que reflejan la situación que se vive en México: falta de oportunidades, violencia contra periodistas, desaparecidos, asesinatos y corrupción en todos los niveles de gobierno. Esta historia la padece mucha gente en el país, por eso cuando el público ve la cinta me gusta que no se enfoque en mí.
Desde mi perspectiva, ser periodista en México es sumamente complicado porque estamos dentro de una guerra silenciosa en la que no se pueden diferenciar los bandos, entonces no sabes quién está a tu lado y eso hace más difícil nuestro trabajo.
A través de esta labor tocamos muchos aspectos sensibles que afectan los intereses de empresarios o políticos, lo cual pone en riesgo la integridad del periodista. Además, somos un gremio olvidado porque si al activista le quieren quitar sus tierras se acerca con nosotros para que le ayudemos a denunciar, pero cuando asesinan o secuestran a un colega la sociedad no dice nada, nos tiene en el olvido.
En 2016 pedí asilo político en España después de ser retenido por un grupo de la Familia Michoacana mientras cubría el conflicto en Tierra Caliente, Guerrero, junto con otros corresponsales. La experiencia del secuestro me hizo pensar que debo tener más precaución al documentar ciertos sucesos, aunque eso no quiere decir que deje de cubrirlos porque mi objetivo es continuar denunciando.
Como Jesús Villaseca, mi maestro, está inmerso en la lucha social, nos impulsó a denunciar las injusticias sociales a través de la documentación y difusión de los hechos para intentar ayudar a la gente. Siempre ha dicho que debemos empezar por los barrios en donde crecimos porque conocemos el contexto.
IZTAPALAPA, MI BARRIO
En el documental se muestra cómo nacer en Iztapalapa me ha permitido conocer y fotografiar las tradiciones y a compañeros de mi barrio. Es difícil vivir aquí, pero no lo había percibido hasta que salí de México, entonces entendí que esas cosas no eran normales y que la violencia se genera porque a la gente no se le brindan oportunidades. Al convivir todos los días con la violencia, con armas, con amigos asesinados, te acostumbras, sólo piensas que así te tocó vivir y debes sobrevivir.
Desde mi punto de vista, cuando se logra dar el brinco para salir del barrio, aunque no me refiero físicamente porque sigo viviendo aquí, sino de mentalidad al buscar nuevas oportunidades, se empieza a potencializar el talento de la gente. Precisamente porque crecemos sin nada, cuando nos ofrecen algo lo agarramos y ya no lo soltamos. Lo mismo sucede con las cosas negativas, si lo único que le acercan a la gente son armas y drogas, entonces ya no sale de ese ámbito.
Siempre he dicho que las armas no crecen de los árboles, nos las han ido metiendo, ¿por qué mejor no meten cosas positivas? Vivir en Iztapalapa es duro, pero te forja un carácter para enfrentar el mundo; al final uno tampoco se puede martirizar y decir que por vivir así es imposible salir adelante.
LA NOTA ROJA REFLEJA LA REALIDAD DEL PAÍS
Otra de las razones por las que fui elegido para realizar el cortometraje fue que laboraba en el periódico El Universal cubriendo Nota Roja, me dediqué alrededor de cuatro años a trabajar esa fuente. En un inicio me costó superar diversos acontecimientos porque imaginaba que la mujer atropellada podía ser mi madre, o al cubrir el asesinato de mujeres pensaba que lo mismo podía pasarle a mi novia o a mi hermana.
Cuando reflejas lo que estás documentando en las personas cercanas te afecta constantemente, porque no quieres que les pase lo mismo; con el tiempo lo vas controlando, tienes que poner una barrera para no afectar tu vida cotidiana. A mí me costó mucho trabajo, aunque ya casi no me sucede, a veces sigo teniendo pesadillas de gente muerta que vi hace mucho tiempo, me levanto alterado o dicen que grito por las noches.
Hay que darle la vuelta a la página. A mí me ayudó ver películas, leer o entretenerme con cosas relacionadas con la ficción; busco divertirme con los amigos y disfrutar el momento, no te puedes estar torturando, pero cada fotógrafo tiene su propio proceso de asimilación.
Respeto a los compañeros que trabajan en esta fuente porque, contrario a lo que la gente cree, se vuelven más sensibles. Es algo complicado de entender, pero conviven tanto tiempo con la muerte que adquieren mayor consciencia. Un ejemplo son los accidentes automovilísticos, ves que ocurren constantemente porque la gente va alcoholizada o manejando a exceso de velocidad, entonces evitas reproducir el patrón y tus sentidos siempre se mantienen alerta.
Los periodistas que nacimos en zonas conflictivas y retratamos Nota Roja sentimos que vamos por el mismo camino en el que crecimos, con la diferencia de que ahora buscamos denunciar esa violencia. Los periódicos venden muertos porque dejan dinero, pero los fotógrafos tenemos que continuar documentando esa parte de nuestra sociedad porque cuando lo dejemos de hacer se va a decir que disminuyó la violencia, aunque no sea verdad.
Considero que la gente que no conoce la fuente o no la ha trabajado no debería juzgar a los periodistas, muchos compañeros han dejado a un lado su vida porque están comprometidos con su trabajo, incluso algunos se vuelven alcohólicos o se divorcian. Además, todos los días salen sin saber si van a regresar porque van manejando moto, con la adrenalina al 100 por ciento y con la presión que implica realizar este trabajo. De verdad no es fácil, esta fuente debe respetarse y ser valorada dentro del gremio y en el país.
EL APOYO INCONDICIONAL DE LA FAMILIA
No creo que hubiera caído en malos pasos si no hubiese llegado al taller de fotografía de Villaseca; estoy casi seguro de que no me dedicaría a la foto, pero tampoco creo que me hubiera metido en cosas ilegales porque la familia es fundamental para salir adelante.
En mi caso, tuve la fortuna de ser el más pequeño de mis hermanos, mis padres experimentaron con Irving, luego otro poco con Evelyn y a mí me dejaron estar más tiempo en la calle, lo cual facilitaba que me involucrara en otras cosas, pero por ser el menor siempre me ayudaron todos, a diferencia de otros amigos que nunca tuvieron el apoyo de la familia, incluso había quienes ya tenían parientes en la cárcel. Al final son cadenitas y uno aprende lo que ve de niño.
Es duro tener que lidiar el choque de realidad cuando a ti te va bien, ganas bien, conoces muchas cosas y al regresar tus amigos siguen en malos pasos, su vida sigue igual o incluso peor. Siento impotencia al pensar por qué yo sí pude salir adelante y ellos no, también pienso qué podría hacer para ayudarlos.
Cuando uno de mis amigos salió del reclusorio le dije que me sentía mal por su situación, que mi intención algún día sería llevarlo a conocer otros lugares; me respondió que cada quien decidió cómo vivir, pero que ahora mi labor era representar a este barrio para que lo volteen a ver porque hay gente que también quiere salir adelante.
EL FARO DE ORIENTE
Llegué al taller de fotografía del Faro de Oriente porque mi hermano Irving llevaba cursándolo alrededor de seis meses; en ese lapso él sabía que yo no estaba estudiando la prepa ni la universidad, cursé diversos talleres pero por él fui al de foto. Eso sí, desde el primer día que llegué a ese taller ya no quise irme por la vibra de Jesús Villaseca.
En ese momento tenía 17 años, no estaba grande, tampoco era un niño, pero a esa edad no sabía qué iba a hacer de mi vida. La fotografía llegó en el momento exacto, donde yo no sabía para dónde iba. Ahora, en perspectiva, creo que si volviera a nacer estudiaría fotografía otra vez y sería fotógrafo.
MIS SEGUNDOS PADRES: JESÚS VILLASECA Y LUZ ELENA PÉREZ
Hasta la fecha considero que Jesús Villaseca y Luz Elena son como mis segundos padres; así como mis papás biológicos me guiaron en la vida, me enseñaron a caminar, a hablar y a prepararme; Jesús fue mi impulsor, mi padrino, porque a cambio de nada asumió el compromiso de enseñarme fotografía.
No soy el único que lo considera como un padre o un gran amigo, a muchos nos dijo: “tengan esta herramienta, que es la cámara, ahora los voy a empezar a guiar para que ustedes sigan adelante”. Por eso se convirtió en alguien muy especial para mí.
VILLASECA TE ESCUCHA COMO AMIGO
Otra clave del éxito del taller es que estamos acostumbrados a que en las escuelas te obligan a llevar el cabello corto y los maestros también suelen llevarlo así, pero cuando llegas a la clase de Jesús ves a un tipo con un bigote enorme, con el cabello largo, que te habla como camarada y se pone al nivel de cada uno para compartir su conocimiento sin esperar nada a cambio.
Una de las primeras palabras, si no es que la primera que le escuché decir y que cambió mi vida por completo, fue: “aunque ustedes no se vuelvan fotógrafos, sé que la fotografía les va a cambiar la vida”. En efecto, ha pasado mucha gente por ahí, hay quienes no se dedicaron a este oficio, pero le están agradecidos porque les cambió la perspectiva de las cosas.
Jesús y la fotografía son el mejor binomio: todos los viernes y sábados (días en que impartía las clases) era como ir a terapias psicológicas, él hablaba, te explicaba y utilizaba la cámara como herramienta para que expresaras tus emociones sin la necesidad de hablar. Así nos fue llevando para tener ese momento de intimidad hasta conocernos. Esto conlleva escucharte a ti mismo y hablar a través de las imágenes.
En mi caso, en las buenas y en las malas me refugio en mi cámara. Lo más difícil y bonito a la vez para un fotógrafo es cuando termina solo con su cámara, porque en el día puedes convivir con mucha gente, pero cuando empiezas a descargar el material y ves las imágenes generas una conexión con esos momentos que captaste, los cuales se traducen en emociones, ya que inevitablemente si estás triste, alegre o enojado, esos sentimientos repercuten en cada imagen.
El Faro era un espacio abandonado que en el 2000 se trasformó en un centro de cultura, pero le falta difusión porque mucha gente que vive en los alrededores desconoce que ahí se imparten diversos talleres; creo que, si ya dio frutos estando estático, si el Faro se lleva a las calles, a las colonias populares, se obtendrían mejores resultados.
IDENTIFICARSE CON LA TRAGEDIA
Después de presentar el documental en ciertos recintos culturales se solía realizar una charla con los espectadores, quienes siempre me preguntaron si alguna imagen del documental me generó algún conflicto. Ahí explico que cuando fui secuestrado en Guerrero, regresé a mi casa dos días después, pero como no le avisé a mis familiares, cuando toqué la puerta y salió mi madre dio un grito de sorpresa. Hasta la fecha esa imagen me duele mucho porque he cubierto múltiples eventos sobre los desaparecidos en el país y pensaba que ella podía haber quedado con un hijo en la misma situación.
Una señora en Ciudad Juárez me respondió que comprendía mi sentir, pero me “movió” al contarme que tenía dos hijos desaparecidos y así como ella mucha gente en el país estaba dispuesta a vender su alma con tal de reencontrase con su familiar desaparecido.
En Chihuahua también me retroalimentó visitar barrios populares de la región, pues la gente me decía que había crecido con la misma violencia, pero creían que no sucedía los mismo en la Ciudad de México. Considero que cuando entablé charlas con el público lo importante fue que no nos enfocábamos en mi historia o en la de Villaseca, pues las personas hablaban de sus propias experiencias, ya que lamentablemente compartimos los mismos dolores porque es lo que se está viviendo en el país. En contraparte, cuando visité algunas universidades, la experiencia solía ser totalmente diferente porque los mismos jóvenes aceptaban que vivían en un mundo color de rosa y desconocían esta realidad.
ESTA PROFESIÓN IMPLICA CONSTANTE APRENDIZAJE
La fotografía es mi luz de esperanza porque siempre me refugio en ella, tanto en los momentos buenos como malos, y también le he dado alegría a otras personas a través de mis imágenes.
Cada vez que hago una fotografía pienso que ese momento no se va a repetir, es un instante que te regala la vida porque, aunque haya muchos compañeros en el mismo lugar, cada quien capta su propia perspectiva. Con cada imagen pretendo contar la historia de esa gente o enseñarle al mundo cómo se viven ciertas realidades que se desconocen.
Actualmente, al estar más involucrados con los medios audiovisuales la fotografía ha adquirido un mayor peso. A la gente le puedes contar cualquier historia, pero no te cree hasta que ve la imagen, incluso así, a veces no te creen. La fotografía ha sido importante a lo largo de la historia de la humanidad porque se convierte en un testimonio y qué mejor si puede repercutir para mejorar las cosas en nuestro presente.
Los proyectos que tengo en un futuro son realizar libros y exposiciones sobre las experiencias que plasmo en mis fotografías, además pretendo seguir trabajando como periodista porque esta profesión implica un constante aprendizaje.