A unos días de que se conmemoraran 64 años de la primera vez que las mujeres mexicanas ejercieron su derecho al voto en una elección federal, y antes de concluir el primer periodo de sesiones en el Senado de la República, Dante Delgado, líder de la bancada de Movimiento Ciudadano, propuso una iniciativa para que la Mesa Directiva sea encabezada por una mujer durante el próximo periodo, hecho que reafirma el espíritu igualitario de nuestros legisladores y abre la puerta al cumplimiento de #ParidadEnTodo.
En caso de ser aprobada la propuesta de nuestro Senador, una mujer presidirá a la Cámara Alta a partir de septiembre, en sustitución de Martí Batres, de Morena.
En Mujeres en Movimiento esperamos consensos a favor de la igualdad. A pesar de que la paridad total es una realidad en la ley de nuestro país, aún existen casos en los que se ha retrocedido, como es la reducción de presupuesto al programa de Estancias Infantiles y a los refugios para mujeres víctimas de violencia y sus familias, recortes que vulneran los derechos de mujeres y niños.
La Coordinadora Nacional de Mujeres en Movimiento, Jessica Ortega de la Cruz, aseguró que todas las mujeres de Movimiento Ciudadano han trabajado de manera solidaria para que se construya un mejor país, y sobre todo, un mejor futuro, pues recordó el compromiso asumido por parte de las candidatas en la más reciente elección, al impulsar y visibilizar la agenda de las mujeres en cada espacio.
Jessica Ortega coincidió con el Senador Dante Delgado al afirmar que aún es largo el camino por recorrer para que las mujeres gocen de todos sus derechos, sin embargo, se muestra optimista por el trabajo que Movimiento Ciudadano ha realizado desde cada trinchera.
En Mujeres en Movimiento continuamos firmes con nuestra ideología: tenemos el compromiso de impulsar la participación activa de las mujeres en la política, así como de generar liderazgos que transformen las realidades de sus comunidades.
La dinámica de la igualdad en la participación política ha crecido de manera exponencial en la última década. Desde el sistema de cuotas como acciones afirmativas hasta la paridad como un mandato constitucional, han permitido a las mujeres visibilizarnos más en el entorno político y participar en los espacios de toma de decisiones al interior de los partidos y en el ejercicio del servicio público. Aunque claramente aún falte mucho por hacer, a partir de la paridad total poco a poco iremos ocupando los espacios que nos corresponden.
Aún son pocas las mujeres que han logrado hacer visible su trabajo, por ello es fundamental comenzar desde ahora a sensibilizar a la sociedad; a proyectar cuadros de mujeres valientes, participativas y activas; impulsar medidas internas que garanticen la participación de las mujeres y, eventualmente, conformar candidaturas sólidas.
A nuestro México le urge una reconfiguración del escenario político, un giro de 180 grados que revitalice la política social y económica, que pondere el desarrollo y bienestar de la ciudadanía por encima de los privilegios políticos que hoy vemos en nuestros funcionarios. La opción puede estar en brindar más oportunidades a las mujeres, en apostar por un gobierno femenino que demuestre que la sensibilidad y la empatía son fundamentales para transformar realidades. A México le urge proyectar los liderazgos de las mujeres, porque los hay, porque han demostrado su capacidad frente a la adversidad política y porque, además, han hecho de la conciliación, el diálogo y los acuerdos una constante en su proceder.
El Senado de la República aprobó por unanimidad la iniciativa de “Paridad en Todo”, lo que significa que la mitad de los cargos públicos a nivel federal, estatal, municipal y en órganos autónomos deberán ser para las mujeres. A partir de esta iniciativa se pretende reforzar los espacios en los que las mujeres seguimos subrepresentadas, por ejemplo, los gabinetes gubernamentales y los órganos de decisión de los partidos políticos.
Si bien la reforma de 2014 ya contemplaba la paridad en candidaturas y espacios de representación popular, e incluso se tomaron medidas afirmativas como la decisión de que las mujeres encabezaran las listas plurinominales, las designaciones en espacios fundamentales para la vida pública apenas representan el 15 por ciento de un población del 51 por ciento en este país, por lo que el avance en materia de igualdad se construía a medias, hasta que la también llamada “paridad total” se hiciera una realidad con 120 votos en el Senado.
El reto que implica para los tres poderes transitar hacia la paridad en todo no es sencillo, pues es claro que las instituciones aún son controladas mayoritariamente por hombres. Es fundamental replantear no sólo mecanismos de selección que se adapten a la necesidad de sustituir gradualmente a hombres, sino equilibrios que permitan a las mujeres igualdad de condiciones para ejercer los cargos que les correspondan.
Las medidas afirmativas que se han tomado para que más mujeres participen en las decisiones públicas no son ideas al vapor, son el reconocimiento de una deuda histórica que el sistema electoral mexicano, los regímenes y la propia sociedad deben saldar con quienes representamos más de la mitad de la población. Además, se dan en cumplimiento al principio de igualdad consagrado en la Constitución política, y aunque hay muchas voces críticas que califican estas medidas como inequitativas, la realidad es que son fundamentales para cerrar las brechas de desigualdad que prevalecen en nuestro país y que son, en muchos aspectos, uno de los grandes males de esta sociedad.
Las mujeres podemos ejercer el poder, tomar decisiones conscientes y efectivas en situaciones de crisis, hacer política y ser estadistas igual que los hombres, pero era necesario abrir los canales para demostrar que es así. No se trata de una competencia de géneros, cada uno tendrá que competir en habilidades y capacidades, sino de una oportunidad de lograr una política más justa, y eventualmente, hacer de la igualdad un ejercicio cotidiano que no necesite ser regulado por ninguna ley sino respetado por todas y todos.