Retratos
La revolución de Coco Chanel

Coco diseñó vestuario para el ballet ruso, y también para la película de Jean Cocteau Orphee. Entre sus amigos estaban Pablo Picasso, Igor Stravinsky y Salvador Dalí

Martha Patraca
Licenciada en literatura Latinoamericana Universidad Iberoamericana

Al pensar en Coco Chanel nos viene a la mente la imagen de una mujer exitosa, de una empresaria visionaria, alguien que marcó el siglo XX por el diseño de ropa, perfumes y cosméticos. Su historia es la de alguien que se construye desde abajo, que con sus ideas y trabajo logró romper paradigmas.

Una vida marcada por el abandono
Cuando Coco Chanel era interrogada acerca de sus orígenes, a menudo inventaba historias muy alejadas de una verdadera infancia que siempre quiso olvidar y que le dolía recordar. Gabrielle Bonheur Chanel nació en Saumur, Francia, el 19 de agosto de 1883, en un hospicio. El inicio de la vida de Gabrielle marcó una niñez errante, triste y solitaria: con tan sólo seis años perdió a su madre, Jeanne Devolle, y su padre, un vendedor ambulante siempre ausente, no se hizo cargo de sus cinco hijos, a los que envió a vivir con sus abuelos en Vichy. Cuando estos tampoco quisieron responsabilizarse de sus nietos, Gabrielle y sus dos hermanas ingresaron al orfanato de Aubazine.

Gabrielle pasó años terribles en orfanatos rígidos y estrictos donde lo único que pudo aprender fue a coser. Al fin, a sus 20 años pudo trasladarse a vivir a Moulins, a la casa de una familia propietaria de la mercería conocida como Casa Grampayre, donde empezó a trabajar haciendo arreglos de confección. Con el tiempo pudo independizarse acompañada por su tía Adrienne, dos años mayor que ella, con quien tuvo una vida más o menos feliz, diseñando sus propios vestidos y sus originales sombreros, y atrayendo a la antigua clientela de la mercería Grampayre.

De Gabrielle a Coco Chanel
Como Coco acostumbraba a inventar historias sobre su vida, existen varias hipótesis acerca de su cambio de nombre. Una de ellas es que en algún momento intentó cantar en cabarets. Una de las canciones que más ovaciones levantaba era una famosa melodía titulada “Qui qu’a vu à Coco?” y otra que representaba con especial gracia se titulaba “Ko ko ri ko”. Como en ambas aparecía en el estribillo la palabra Coco, el público y sus amigos terminaron por llamarla “la petite Coco”.

En ese tiempo, además de coser con su tía y divertirse cantando en los bares de moda, Coco conoció al que sería el primer amor de su vida: Étienne Balsan, un militar de 24 años de origen burgués. A pesar de que Balsan ya tenía una amante oficial, Coco no dudó en iniciar una relación con alguien que le podría introducir en la alta sociedad. Así, en 1910, inició lo que se convertiría en una leyenda: Étienne financió el primer proyecto empresarial de Coco, una tienda de sombreros en el 21 de la Rue Cambon llamada Chanel Modes.

Su estilo simple y elegante causó sensación. Para esa época era increíble que trajera el cabello arriba de los hombros, que fuera delgadísima, usara pantalones y estuviera bronceada, sólo las pobres campesinas que trabajaban bajo el rayo del sol tenían ese color de piel. Todo lo contrario de la tendencia: mujeres pálidas, de melena larga y figura redonda. Así, Coco fue ganando fama y buena reputación al vestir actrices famosas y en poco tiempo las mujeres de París empezaron a imitarlo.

Entre la fama y el escándalo
El éxito no tardó en llegar y en 1913 abrió una nueva boutique en Deauville, donde introdujo una colección sport. Su línea de jersey fue totalmente revolucionaria y cambió por completo la relación de la mujer con su cuerpo y su forma de vida. A esta tienda le siguió en 1915 la de Biarritz y después la del número 31 de la Rue Cambon, en 1918, ambas casas de alta costura.

Hacia finales de los veinte, mademoiselle había triunfado. Pero su éxito no se basó en ser considerada una gran diseñadora sino una visionaria de la moda que intuyó las necesidades y deseos de las mujeres. Coco fue la primera diseñadora que entendió el cambio más importante del siglo: una mujer ya no debía crear la impresión de riqueza con la ropa que vestía a diario. “No es la apariencia, es la esencia. No es el dinero, es la educación”.

Como sucede con todo vanguardista, la vida personal de Chanel estuvo siempre marcada por la controversia. Nunca se casó, nunca pudo tener hijos, tuvo numerosos amantes y amó profundamente, incluso estuvo exiliada durante la guerra porque se le asoció con un general nazi y la acusaron de ser espía. Podemos encontrar miles de anécdotas distintas en cada uno de sus biógrafos, pero todas coinciden en retratar la historia apasionante de una mujer que nos dejó un gran legado: una postura ante la moda, y más aún, ante la vida.

El traje sastre femenino
Inspirado en la comodidad y las formas del traje masculino, el original para mujer fue creado justo para confort y practicidad. Constaba de una chaqueta de tweed escocés y falda sencilla y liviana que permitía la libertad de movimientos, además de una blusa de jersey o crepé de seda. La chaqueta tenía botones dorados y no le puso hombreras, además la hizo con un corte recto para procurar facilidad en el movimiento.

El collar de perlas
Uno de los accesorios más usados en los eventos formales es precisamente el collar de perlas, debido a su sofisticación y sobriedad. Estos pueden usarse con casi cualquier mezcla de colores, aspecto que lo ha convertido en un accesorio versátil que nunca pasará de moda.

El zapato bicolor
En los años cincuenta los hombres utilizaban zapatos con la punta negra para disimular las manchas. Coco adaptó ese estilo con un diseño que le daba al pie mayor libertad de movimiento al contar con una cinta elástica para asegurarlo al tobillo. La combinación de colores conseguía acortar el pie debido a la punta negra y, al mismo tiempo, alargar la pierna con el color beige. “Una mujer con unos buenos zapatos nunca será fea”, decía mademoiselle.

Estilo náutico
Inspirándose en Biarritz, en sus viajes en yate, Chanel mezcló la imagen de los marineros con la ropa de calle: playeras a rayas, suéteres con cuellos redondos, pantalones acampanados y alpargatas. Las mujeres de la época copiaron rápidamente su estilo.

Tela de jersey
El triunfo inicial de Coco fue el innovador uso del jersey, un material usualmente manufacturado para la ropa interior, calcetería, ropa para tenis, golf y de playa. Esta tela era considerada como “demasiado ordinaria” para utilizarla en la ropa exterior, además de que era difícil de manejar; sin embargo, la guerra había causado un recorte en muchas telas y muchas mujeres estaban trabajando como enfermeras, en el servicio civil o en fábricas, labores que implicaban esfuerzo físico. Además, este tipo de prendas facilitaban sus traslados en tren, autobús o bicicleta y les permitían vestirse sin ayuda de ningún sirviente.

La bolsa Chanel 2.55
Para liberar a las mujeres del bolso de mano, Chanel creó una bolsa que se colgaba al hombro, bautizada como “2.55” (creada en febrero del 1955). Cada elemento de la versión original tenía un significado profundo para ella: ya sea de jersey o cuero, el diseño capitonado al exterior aludía a las chamarras que utilizan los jockeys; la cadena para colgarla, un recuerdo del internado, donde los vigilantes colgaban sus llaves en cadenas alrededor de la cintura; el revestimiento interior era color borgoña, el mismo que tenían los uniformes que usaba en su juventud.

Petite robe noire
El little black dress (LBD o pequeño vestido negro) de Chanel, es una prenda que ha sobrevivido a todo tipo de modas pasajeras desde su nacimiento en 1926. Durante casi noventa años ha sido un must en todos los guardarropas, es sinónimo de elegancia y, sobre todo, tiene el poder de rescatarnos de cualquier emergencia. ¿Cómo nació uno de los mejores aliados de la mujer?
Aunque en los años veinte del siglo pasado el negro era considerado un color exclusivo para el luto o la servidumbre, por ser fácil de lavar y poco llamativo, Coco Chanel decidió ir al teatro con uno de sus últimos diseños: un vestido negro hasta la rodilla. Este acto fue un símbolo de rebeldía a las reglas de moda de la época, cuando lo aceptado para las mujeres era optar por tonos claros o muy coloridos. Fue tal el impacto que en 1926 apareció una ilustración de su LBD en Vogue America nombrando al vestido como “el Ford de Chanel”, porque el modelo Ford T era el coche más accesible para todas las clases, igual que ese sencillo pero elegante vestido.

Aunque Coco Chanel es la creadora, fue Audrey Hepburn quien lanzó esta prenda a la fama cuando apareció en Breakfast at Tiffany’s con un little black dress de Givenchy, elegante y sofisticado como pocos. Su imagen ha pasado a la historia, convirtiéndose en un ícono de estilo para el universo femenino.