Hoy no tenemos que otorgar derechos civiles como se planteaba hace algunos años, hoy tenemos que resolver si se otorgan los derechos humanos por igual o si se revictimiza a las personas por su preferencia y su condición económica
Diputada Ciudadana
En este segundo periodo legislativo analizamos una iniciativa que en otros años causó división social y que puso a prueba a quienes nos precedieron.
Hablar de matrimonio igualitario, de la unión entre personas del mismo sexo, se les presentó entonces como si fuera una encrucijada entre lo religioso y lo jurídico, entre lo moral y lo ético.
Ante tal presión e incertidumbre, en Yucatán las anteriores legislaturas prefirieron ceder y no entrar en una profunda discusión de Derechos Humanos. Esto dio como resultado el cambio constitucional en el que la definición de matrimonio se ciñó a precisar llanamente que es la unión entre un hombre y una mujer. Esta acción legislativa tuvo como consecuencia una fuerte implosión social que causó una división entre quienes vieron satisfecha su postura y quienes vieron violentado el derecho humano a la igualdad.
Hoy las legislaturas locales se encuentran ante otro panorama completamente distinto, porque en nuestro país el matrimonio entre personas del mismo sexo ya es legal. En cada estado la ciudadanía ya puede contraer matrimonio y tener derechos civiles; además, la sociedad, en su mayoría, ya no ve con ojos prejuiciosos la unión civil entre personas del mismo sexo.
La defensa de los derechos civiles ha tomado cada vez más fuerza entre los jóvenes de mente, de corazón y de edad.
Tenemos muchos pendientes como diputados y como país para poder construir una sociedad donde toda la ciudadanía viva en condiciones de igualdad, en cuanto a políticas públicas y en cuanto a Derechos Humanos, pero en nuestras manos está disminuir la brecha.
Ahora a los diputados locales nos corresponde dirimir si el matrimonio civil será de manera llana o seguirá siendo mediante un amparo. Y en este contexto se presenta la segunda discriminación hacia la comunidad LGBTTTI, la que atañe al derecho de igualdad, pues actualmente si una pareja no tiene dinero para ampararse y seguir un procedimiento jurídico, no puede recibir los derechos legales que otorga el matrimonio civil. Y yo planteo la siguiente pregunta: ¿Vamos a permitir que esto siga sucediendo?
Hoy no tenemos que otorgar derechos civiles como se planteaba hace algunos años, hoy tenemos que resolver si se otorgan los Derechos Humanos por igual o si se revictimiza a las personas por su preferencia y su condición económica. Y, amigas y amigos, no veo en modo alguno el impedimento para salvaguardar los Derechos Humanos y civiles de cualquier ciudadano o ciudadana en Yucatán o de cualquier otro estado de la República.
En Yucatán sufrimos la vergüenza de poder votar en dos ocasiones la aprobación de este dictamen y fallar de la peor manera. Pues, en vez de cumplir con una labor histórica, tan histórica como el voto femenino, que en su tiempo sufrió las mismas trabas de los mismos actores políticos y sociales y que, sin embargo, hoy se ve como algo justo, moral y ético.
Las fracciones del PRI, PAN y MORENA decidieron votar en secreto por la negativa y finalmente desechar el tema. La falta de valor civil y ético que conlleva esta acción, poco les ha importado: dejaron ir la oportunidad de estar a la altura de los mejores juristas que han caracterizado a los yucatecos, hundiendo a este congreso en la oscura vergüenza de la mediocridad.
¿Quién recuerda al político que impugnó las diputaciones de las primeras mujeres en Yucatán? Nadie. Y en cambio, en nuestro recinto tenemos inscritos con letras doradas a Elvia Carrillo, quien junto a otras dos mujeres fue diputada local de Yucatán; y también tenemos a Felipe Carrillo, quien promulgó la ley para el divorcio en nuestro estado.
Hoy en otros estados del país que están ante un momento similar, y que no les pese ni les asuste, sino que los motive a dar el paso, a hacer historia, a marcar el rumbo de igualdad y aceptación entre conciudadanos.
A los diputados de otras entidades, les invito a hacer esta reflexión:
Amigos míos, si no aprueban el dictamen a consideración, ¿en qué afectan los derechos civiles de los que se oponen? En nada. Y si lo aprueban, ¿les cambian la vida a los que no tienen el derecho? Definitivamente sí.
Si no aprueban el dictamen, permiten que se siga dividiendo la ciudadanía entre los de primera clase y los de segunda o tercera. La encrucijada se reduce a decidir los mismos derechos para todos y para todas o la diferencia según la preferencia.
Hoy podemos ser instrumento de división y encono, o ser instrumentos de paz, justicia e igualdad.