Ante un escenario desolador para la industria, muchos artistas, asociaciones civiles, fundaciones e instituciones crearon estrategias para apoyar a la cultura
Hay dichos populares que resuenan inmediatamente en la mente de los mexicanos, sobre todo en épocas de crisis, eso de que “al perro más flaco se le cargan las pulgas” ha sido una especie de destino manifiesto aplicable a muchos sectores en esta pandemia, el de la cultura ha sido de los principales y dentro de él, por supuesto, la industria del libro.
Es cierto que el COVID-19 ha cimbrado a todas las economías y sectores de salud del mundo, pero también es cierto que hay niveles. México es uno de los países que más cara ha pagado esta pandemia: la cantidad de fallecimientos, contagios, empleos perdidos, empresas y negocios en quiebra, han traído consigo el aumento del crimen organizado, la violencia contra las mujeres, las deserciones de miles de alumnos en educación media y básica, y por supuesto, ha puesto en jaque al sistema de salud.
También es cierto que industrias como la de la hospitalidad, la aerocomercial y la del espectáculo han sido especialmente golpeadas por esta pandemia. Pero una vez más, hay niveles. Sin intentar demeritar ninguna de las tragedias que el coronavirus ha acarreado, desde el negocio más pequeño hasta las trasnacionales, también habría que poner en perspectiva que muchos de estos giros no han sido precisamente “el perro más flaco” al que ahora también se le cargan las pulgas.
En este sentido, el sector cultural en nuestro país ha venido sufriendo una crisis severa desde hace varios años por distintos motivos. Dentro de él, la industria del libro ha ido también a la baja, por lo menos desde 2016. A esta realidad cuesta arriba hay que sumar ahora el saldo de la pandemia, que ha cobrado crisis y desempleo a toda la cadena que compone la industria: librerías, editoriales, imprentas, etcétera.
En la web de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem), un texto de Héctor González arroja un estimado en cifras: “Sin contar con un estudio real del impacto de la pandemia en el sector, Juan Luis Arzoz (titular de la Caniem) calcula que las ventas han bajado al menos 40%. En la semana 17 del año, y en comparación con 2019, la venta de unidades bajó 49% y en valores 5%. En lo acumulado del año hasta ahora en unidades la disminución ha sido del 18% y en valores del 20.5%”.
Este panorama ha traído consigo el cierre de librerías e imprentas, impactando en el índice de desempleo para este sector, el cual, según información de Aristegui Noticias, “alcanzó 36%, mientras que los ingresos de los sellos editoriales bajaron 22 puntos porcentuales en promedio, siendo mayo el peor mes, cuando el bache fue de 62.3%. Si en 2019 las empresas relacionadas al ramo ya registraban un 4.2% de decremento en el Producto Interno Bruto, durante el primer semestre de 2020, la caída alcanzó 9.2%”.
Llueve sobre mojado
Como sucedió con gran parte del comercio, en la industria del libro las esperanzas tuvieron que ponerse en una misma canasta: el libro digital. Sin embargo, las cifras no han arrojado mucha luz. En este sentido, el titular de la Caniem, Juan Luis Arzoz, afirmó: “Atravesamos un momento crítico, si bien el comercio digital ha aumentado, la venta de unidades en lo que va del año registra una disminución de 18%”. Y es que en 2019 la venta digital apenas representó el dos por ciento de la facturación total y en 2020, los expertos de la industria afirman que, si bien nos va, alcanzará cuatro por ciento.
Por si fuera poco, a mediados del año pasado, a unos días de que iniciara el regreso a la llamada “nueva normalidad”, el gobierno federal presentó su “plan de reactivación económica”, el cual estableció normas y plazos para transporte, restaurantes, cines, bares e incluso gimnasios, pero la industria del libro brilló por su ausencia. Las librerías no fueron incluidas dentro del rubro de tiendas departamentales, siendo que, claramente, no es comparable el aforo. “Nuestro sector es muy frágil y si no abrimos no hay flujo para toda la cadena. Tenemos un documento donde establecen que los negocios permanecerán cerrados durante las primeras semanas de la reactivación y ahí sí nos incluyen junto con las sex shops, casinos, spas y negocios de alquiler de trajes”, comentó Arzoz.
El fantasma de “La Tasa Cero”
Ante el poco porcentaje de ganancia para el sector del libro por la vía digital, en un intento por abonar al futuro del sector la Caniem ha trabajado con la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados para proponer un cambio en el régimen fiscal: “La Tasa Cero” del IVA para librerías. En el mismo portal de Aristegui Noticias se explicó al respecto que: “De acuerdo a un informe de la Asociación de Librerías de México (ALMAC), el impacto por el cambio de régimen fiscal sería de 140 millones de pesos, lo que representa el .002% del presupuesto de ingreso anual y promovería la creación de estos espacios que, según el reporte, destina 60% al pago de nómina y que en consecuencia de la pandemia ha visto reducida en 12% su plantilla laboral”.
Sin embargo, hasta el inicio del presente año la propuesta se ha quedado solo en eso, Arzoz reiteró que de parte del gobierno no han tenido ninguna respuesta específica sobre apoyos al sector. “Estamos pensando para el año próximo restablecer todas las ferias del libro, que la Ley del Libro nos ayude a la creación de más librerías, es el punto de venta más importante”, comentó en un afán optimista.
La solidaridad de los independientes
Una vez aclarado el panorama y puesto en perspectiva, hay otro dicho popular que ilustra una parte menos árida de lo ocurrido en la pandemia, “no da quien tiene, sino quien quiere”. Ante un escenario desolador para la industria y con el afán de hacer más llevadero el confinamiento, muchos artistas, asociaciones civiles, fundaciones e instituciones crearon estrategias para apoyar a la cultura. Una de ellas es “Puertas cerradas, libros abiertos”, campaña de fomento a la lectura creada por Bajo Palabra Ediciones con el apoyo de la Fundación Cultura en Movimiento.
El objetivo principal de la campaña fue el de recomendar libros a través de videos cortos, proponiendo alternativas para que la gente pudiera viajar con la mente y vivir experiencias estéticas desde el confinamiento. Además, la recomendación de estas lecturas buscó también impulsar la venta de libros, físicos o digitales, y devolver a la lectura por placer el valor que se le ha dejado de dar en nuestro país.
Académicos, escritores, artistas, editores y sobre todo lectores de varios países fueron invitados a participar en esta iniciativa, compartiendo en redes sociales sus recomendaciones en pequeños videos que atrajeron a mucho del público cautivo en estas plataformas.
“Aunque en muchos países se recurrió a la lectura durante las cuarentenas, con ventas sobresalientes en Estados Unidos, Reino Unido o Australia, no fue así en México”, sentencia el sitio web El CEO. Y es cierto que nos falta mucho por hacer, en un país donde la mayoría de la población está enfocada en cubrir sus necesidades básicas, el tiempo y el espacio para la cultura parecen a veces un lujo que no podemos darnos. Pero también es cierto que México se caracteriza por la unión de su gente en tiempos de crisis, una y otra vez nos hemos demostrado que el apoyo que en otros países llega desde el Estado hacia la sociedad, en el nuestro llega desde la solidaridad de los mexicanos. Las estrategias tendrán que ser más creativas, habrá que aguantar la cuesta un tiempo más, pero finalmente, “si la vida nos da limones…”