Cuadernos de Ciencia Ficción es la historia de cuatro personajes: María, Juan, Marco y Carmen, que representan cada uno distintas realidades de la sociedad mexicana. Están juntos cuando pasa el fin del calendario maya. Juntos se descubren en un México perfecto. La historia será entregada por capítulos trimestrales, es el resultado de una ficción que resulta de una serie de ensayos sobre el México posible.
J
uan, un panzón simpático, está en el taller mecánico de su familia en la colonia Pensil, no deja de soñar con poder cambiar su vida por un destello de suerte. Está escuchando la radio, esperando los resultados de la lotería de esta semana.
María, bonita y despistada, tiene su futuro cerrado al haberse comprometido con Eduardo, el hijo de uno de esos magnates mexicanos que hicieron su dinero tan rápido que se olvidaron del pueblo de sus abuelos, está esperando a que le entreguen los últimos detalles del banquete de su próxima boda en un despacho en Masaryk, Polanco, uno de los barrios más fresas de la Ciudad.
Es viernes por la tarde, la Ciudad de México vive su caos tradicional de cualquier quincena. El tráfico apesta. La neurosis hace temblar las calles. Algunos quieren escapar de su rutina. Otros quieren aprovechar el esparcimiento para ganarse unos pesos más.
Carmen, una política en su crisis de los 40, cuenta la historia de su última derrota electoral en una estación de radio. Estacionó su coche a unas cuadras de la estación, en el taller de Juan.
Marco, soñador y comprometido con el cambio social, camina por Marina Nacional leyendo el periódico, tiene una bolsa con cempasúchil y un copal que compró en la entrada de las flores de Chapultepec. Lleva también la estatua sagrada, no sabe bien qué es, pero don Celestino, su papá, siempre le dijo que guardaba un gran secreto. Va rumbo al centro de ceremonias de su abuelo, quien prepara el altar para el ritual de los abuelos que se llevará a cabo en una hora para honrar el fin del calendario maya.
6 PM: UNA HORA ANTES DEL FIN DEL MUNDO MAYA
Juan sube al cuarto de su mamá para inyectarla con una dosis de insulina. Tras años con diabetes, ya casi no se para de la cama. Es una situación difícil para Juan, ya que hace mucho abandonó sus estudios para poder cuidar de ella.
María se sube a su coche saliendo del despacho, busca su próxima dirección en Waze, un poco aturdida arranca el coche rumbo a la calle Río San Joaquín. Eduardo le escribe por Whatsapp y ella, apurada para no responder tarde, textea mientras maneja.
EDUARDO:
¿CÓMO VAS, VIEJA?
MARÍA:
¡HOLA, AMOR! ¡MUY BIEN!
María se empieza a desviar.
Carmen, que ya terminó su programa, camina rumbo al estacionamiento donde dejó su coche.
20 MIN ANTES DEL FIN DEL MUNDO MAYA
María se va poniendo nerviosa conforme se pierde por las calles de la colonia Pensil.
MARÍA
¿CÓMO VA TU DÍA?
María se pone todavía más nerviosa y empieza a manejar muy bruscamente, pero no quiere dejar que pase ni un momento para dejar de contestarle a Eduardo.
EDUARDO
QUE BUENO QUE ESTÉS “POR FIN” ACTIVA.
Marco, mientras camina distraído, lee un encabezado en el periódico que dice: “EL SENADO VOTA EN CONTRA DE LA MILITARIZACIÓN”. Cruza la calle, María, texteando, lo logra ver de reojo y da un volantazo chocando contra el poste de la esquina.
Juan, que le está entregando su coche a Carmen, escucha el trancazo y sale corriendo de su taller que está enfrente del choque.
JUAN
A ver güerita hazte pa´lla. ¡Qué navesota güera!, ¿Qué haces aquí?
María se soba la cabeza, se pegó. Marco, nervioso, se sube al coche en el asiento de atrás y deja su morral con las flores y la estatuita tratando de ayudar a María. Carmen trata de llamar a una ambulancia.
5 MINUTOS ANTES DEL FIN DEL MUNDO maya
María vuelve en sí y ve a dos extraños en su coche. Se pone a gritar histérica. Ve a Marco en el asiento de atrás. Ve su bolsa. “¡Mi bolsa!” María le da un puñetazo a Marco y grita, le quita la bolsa y la estatua. Marco grita “la estatua es mía” y la jala. Juan trata de alejarlos y agarra la estatua también. Carmen abre la puerta y trata de jalar a Juan.
EL FIN DEL MUNDO maya
Un terremoto y un rayo marcan el momento.
Paralizados por el espectáculo observan el rayo.
Juan se baja del coche asustado. Carmen toma una foto con su celular, toma una segunda al grupo dentro del coche. María aprovecha para empujar a Marco y sacarlo del coche. Mete reversa y se arranca a toda velocidad. Marco sale corriendo atrás de ella.
MARCO
¡La estatua! ¡Es muy importante!
Al día siguiente, Marco está leyendo el periódico en el cuarto de ceremonias de su abuelo. No puede creer lo que lee. En el periódico no hay noticias de asesinatos, no hay narco. ¿Esto es México? Lee página tras página de convocatorias a movimientos sociales, participación ciudadana, debates, noticias positivas…
Juan abre los ojos. Un nuevo día. Las cosas están raras, su cuarto parece diferente. Muy nuevo. Limpio. Ordenado. Baja a su taller y se lleva una gran sorpresa. Lo que era un taller en decadencia en la colonia Pensil es ahora un taller de alta tecnología con coches de colección. Parecería el taller de James Bond. Juan se pincha el brazo.
DOÑA CELIA
¡¿Juan?!
Juan da un brinco. Doña Celia, su mamá, lo espera en una silla de ruedas automática. “Sigue derecho. Párate junto a la barra”, instruye su mamá. La silla inteligente le obedece.
JUAN
¡Mamá! ¿Qué es esto? ¡¿Por qué estás fuera de tu cama?!
Luego de años de una diabetes complicada, Juan está acostumbrado a que su mamá no pueda moverse de la cama. A él apenas le alcanza con los gastos. Juan se sienta. Simplemente no lo puede comprender.
Suena una voz de un aparato que está en el manubrio de la silla.
ROBOT
“Dosis de insulina”
El aparato se convierte en una pequeña araña mecánica que escala hasta el vientre de su mamá y la inyecta. Regresa a su lugar en el manubrio de la silla.
JUAN
¡AHHH! ¡¿Qué está pasando?! ¡Mamá! ¡El taller! ¿Qué es esto? ¡¿Quién va a pagar esa cosa?!
DOÑA CELIA
¿De qué hablas, Juan? Ahora ya nadie trabaja, todo lo hacen los robots.
Juan se desploma.
María abre los ojos en su cuarto, pero las cosas parecen distintas. “Cuenta hasta diez, María, anda, cuenta hasta diez”, piensa mientras repasa su recámara con la mirada. ¡Uff, qué noche!
MARÍA
¡Chofiii! ¿Me sube un café?
Nadie responde. Toma el celular para escribirle a Eduardo: “AMOR, ¿ESTÁS BIEN? ¿CÓMO ESTÁS DESDE ANOCHE?” Nadie parece responder hoy. Sale de su cuarto rumbo a la cocina. Su casa parece más chica. No hay nadie en el departamento. Por fin le llega una video llamada de Eduardo. Emocionada, responde. En la pantalla se ve un departamento pequeño, escombrado.
MARÍA
Eduardo, ¿dónde estás?
EDUARDO
María, ¿estás bien? ¿Cómo que dónde? En mi casa.
MARÍA
Esa no es tu casa, mi amor, ya no me hagas bromas.
EDUARDO
María… estás rara…
MARÍA
Nada, nada amor, discúlpame, choqué tu coche.
EDUARDO
¿Mi coche? Nadie tiene coche… jajajaja
María le cuelga. ¿Cómo que no hay coches? ¿De qué habla? Ese minidepartamentito no era la casa de Eduardo. Algo pasó anoche. ¿Dónde empezó todo? ¡Afuera del taller de ese!
María, decidida, sale de regreso a la Pensil.
Continuará…