Se considera importante destacar y subrayar que la gran diversidad de estudios, investigaciones, iniciativas, programas y acciones tendrían dividendos más favorables si al interior del ámbito hogareño se fomentara una relación con la defensa o cuidado de la biodiversidad
Ante los eventos climáticos que cada día están evidenciando la necesidad de acción desde todos los ámbitos, es cierto que se han emitido ordenamientos jurídicos que involucran a los tres niveles de gobierno, así como también se han constituido instituciones que actúan en función de los acuerdos a sus ámbitos de responsabilidad, considerando para ello los recursos que se le asignen dentro del presupuesto de egresos de cada año.
Sin embargo, es importante precisar, tal como lo menciona el texto Recursos naturales, medio ambiente y sostenibilidad: 70 años de pensamiento de la CEPAL: “[…] la dificultad de avanzar hacia un estilo de desarrollo que logre gobernar en forma inteligente los recursos naturales, que conjugue la expansión del bienestar con mejores servicios públicos para todos y que reduzca de manera sustancial la concentración de la riqueza y la desigual apropiación del crecimiento económico entre los distintos actores productivos […]”
Resulta necesario destacar que desde los distintos niveles de educación de carácter formal se han multiplicado los esfuerzos con el fin de generar un mayor compromiso de las y los educandos, sus docentes y sus niveles directivos, con la biodiversidad, los ecosistemas y el replanteamiento de todas aquellas actitudes que continúan siendo letales para los procesos de carácter ambiental.
Sea esto en la currícula por asignatura o de manera transversal, así como también mediante la realización de actividades puntuales al respecto. Dada la impostergable necesidad de avanzar hacia una realidad que apunte a la consolidación y profundización de las actitudes que desde distintos ámbitos se promueven y se reivindican con respecto a los procesos de adaptación y mitigación del cambio climático.
Los esfuerzos referidos desde hace varios años se han venido acompañando de propuestas y acciones provenientes de quienes, desde sus espacios académicos, de investigación o comunitarios, se han comprometido para que se conciba de una manera distinta la relación que la especie humana establece con las otras especies vivientes con las que cohabita en el planeta.
Por ello se considera importante destacar y subrayar que la gran diversidad de estudios, investigaciones, iniciativas, programas y acciones tendrían dividendos más favorables si al interior del ámbito hogareño se fomentara una relación con la defensa o cuidado de la biodiversidad, o bien, con el correcto manejo de los desechos que, como familia, se generan. Tal como afirma Conopoima Moreno, Y. C. en El papel de la familia en la formación de valores ambientales: “La familia se erige como núcleo central de las sociedades, donde sus integrantes y en especial a los hijos se les inculcan formas de comportamiento, que van a dar lugar a su accionar dentro de un campo de ciertas reglas, a la asunción de determinados valores, al desarrollo de hábitos específicos y el apreciar o desestimar todo cuanto le rodea […]”
Se requiere que los temas ambientales sean abordados en los eventos en los que coinciden integrantes de la familia de distintas generaciones, con la finalidad de que se priorice el actuar de manera cada día más extendida y cotidiana, con la perspectiva de arribar hacia una realidad más inocua ambientalmente y que, por ende, se generen mejores condiciones para que el desarrollo humano sea un hecho concreto y tangible para los segmentos sociales que en la actualidad se encuentran en una situación de profunda precariedad en los cuatro puntos cardinales del México contemporáneo.