La exposición Ciencia y Revolución: una muestra plantea un ejercicio inédito al mostrar una perspectiva diferente de la Revolución Mexicana de 1910. En primer lugar, porque México tuvo una tradición científica ancestral que se consolidó en el último tercio del siglo XIX, gracias al presidente Porfirio Díaz que impulsó el quehacer científico para convertir a nuestro país en una nación moderna.
En segundo lugar, cuando la Revolución estalló la actividad científica disminuyó, pero no desapareció, siguió su desarrollo, aunque a un ritmo más pausado. Incluso se utilizó para atender las urgencias de la guerra, como: curar a los heridos, mejorar el armamento o las tácticas militares.