Ll 10 de diciembre se conmemora el 69 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Si leemos los artículos que la conforman reconoceremos en ellos los ideales comunes de todas las personas y seguramente de todas las naciones; pues todas y todos, sin importar edad, raza, condición social y/o económica, orientación sexual, género o alguna discapacidad, queremos vivir dignamente; gozar de todos los derechos y libertades sin discriminación, tener acceso a la justicia e igualdad de oportunidades, disfrutar una vida libre de violencia, existir sin miedo a que nos maten por ser periodistas, defensores o defensoras de derechos humanos, migrantes, jóvenes o simplemente por ser mujeres. Todos tenemos el derecho a acceder a una buena educación laica y gratuita, y a la cultura.
Estoy convencida de que a todos los ciudadanos nos gustaría ir a una exposición, disfrutar de una buena obra de teatro, visitar regularmente un museo y no sólo cuando se pueda, comprar una pintura si la situación económica y social lo permitiera. El acceso a la cultura también es un derecho humano y es de todos, no sólo de las élites. Tenemos la obligación de socializar la cultura y hacerla accesible en todos los lugares públicos, de tomar la calle. Mediante la cultura también podemos generar un cambio de paradigmas sociales, convertir en un hábito el respeto a los derechos humanos de todas y de todos.
En esta ocasión quiero compartirles que los primeros días del mes de septiembre anterior disfruté un rencuentro con el maestro Juan José Zamarrón y con la fuerza de su pintura. Me pidió inaugurar su exposición en la estación del Metro Tacubaya, y ello sacudió mis recuerdos con diferentes sucesos históricos que tuvieron gran impacto, en quienes fuimos jóvenes durante las tres últimas décadas del siglo XX.
Su colección denominada Mis Años en México me hizo recuperar la memoria. Estoy convencida de que la pintura de Juan José Zamarrón sobre hechos sociales e históricos todavía vigentes, lleva al espectador mediante imágenes, símbolos o ideas conocidas, desde una perspectiva distinta, a sentirse parte de ella y a interpretarla desde el entorno social y político que vivimos actualmente.
En este caso, la pintura tiene la fuerza suficiente para que nos reconozcamos en ella; recuperemos la memoria para mover la realidad, cambiar nuestro presente y apostar por un futuro mejor para México. Estoy convencida de que quien observa una buena obra pictórica puede sentir no sólo su belleza, sino también el dolor, la indignación o la esperanza que mueve en lo particular a cada joven, mujer o niño a vivir con pasión, a solidarizarse con el dolor ajeno, a no olvidar y luchar desde nuestra trinchera por una sociedad más justa, en donde todos y todas tengamos derechos y oportunidades iguales.
Así lo demostramos los mexicanos y mexicanas inmediatamente después de los sismos del 7 y 19 de septiembre. Oaxaca, Morelos, Puebla, CDMX, el Estado de México, Chiapas, Veracruz, Guerrero y Tlaxcala fueron las entidades más afectadas. Todos salimos a la calle a ayudar a quienes perdieron su casa, a aquellos que estaban bajo los escombros; las y los jóvenes desbordaron las calles, al igual que mujeres y hombres de todos los estratos sociales. Universidades, movimientos sociales y establecimientos privados crearon centros de acopio para llevar artículos indispensables a todas las entidades afectadas. Fue paradigmático ver cómo los jóvenes, ante la avalancha de información, desarrollaron una plataforma ciudadana que organizó y difundió información sobre la necesidad de ayuda fundamental en esos días. Hoy la sociedad civil aún continúa movilizándose para la reconstrucción.
Los artistas mexicanos también aportaron su esfuerzo para fortalecer el sentido de comunidad. Tal es el proyecto Muro en Resistencia, que tuve el honor de inaugurar el 27 de octubre último en el muro de la cafetería Marabunta, en Coyoacán, por iniciativa de la pintora Ivonne Ortiz. Ello con el objetivo de sensibilizar a la ciudadanía sobre lo importante que es adquirir conciencia política y poner la pintura al alcance de todos.
Con el apoyo del diputado Armando López Campa, la Secretaría de Derechos Humanos bajo mi responsabilidad llevará a cabo la exposición Mis años en México del maestro Zamarrón, durante la segunda quincena de diciembre en la Asamblea Legislativa de la Ciudad de México. Esperamos contar con la valiosa participación de la Fundación Cultura en Movimiento.