Opinión
Jubilaciones y Pensiones

ANTONIO ROSADO GARCÍA

Antonio Rosado García

Vamos a dejar por ahora el tema de las aportaciones, los porcentajes, los costos y en general el problema económico con el que el gobierno y la Secretaría de Hacienda principalmente, tratan de hacernos comprender la necesidad de efectuar cambios en los Regímenes de Jubilaciones y Pensiones actuales.

Esta vez vamos a hablar estrictamente de aspectos morales y humanos que deben depender del funcionamiento de esta gran prestación, como lo es principalmente la tranquilidad, que debe acompañar a la gente de la tercera edad en la última etapa de su existencia.

Tratemos de inmiscuirnos en los sentimientos de las personas que al final de su etapa laboral, porque además de la nostalgia por abandonar sus actividades, se ve obligado a cambiar sus costumbres y estilo de vida.

Es común percatarse que la sociedad y sobre todo los políticos y empresarios del país piensan que su compromiso termina cuando el trabajador o el ciudadano común y corriente asume como concluido su actividad laboral.

Sin embargo, la simple ausencia de las personas en el lugar donde desarrollaron su trabajo, sin importar que su nivel de ocupación fuera sencillo o de mayor relevancia, puede llevar a pensar que terminó el compromiso social y humano, incluso que la vida continúa.

Además, en esa etapa de la vida se tienen las mismas necesidades sociales y económicas, aunque frecuentemente resultan mayores por la pérdida de capacidades debido a la edad avanzada.
Por tanto,  se debe considerar que en el momento de la desocupación, muchas personas suelen creer que su existencia terminó y pasan a formar parte de un núcleo de la población que errónamente es catalogada como una carga.

Esta situación afecta la psicología y el comportamiento de los trabajadores, así como a la familia, porque es doloroso y desesperanzador observar que  lo único que espera su familiar es la muerte.
No obstante, tampoco es raro que la misma familia empiece a considerar que la presencia de los jubilados o pensionados resulta un gasto extraordinario, que pesa sostener. Por ello, sus necesidades las dejan en segundo o tercer término, lo cual desencadena un problema moral grave, que se suele ignorar.

Es cierto que el gobierno, especialmente en algunos estados de la República ha decidido otorgar una ayuda para los adultos mayores con la finalidad de palear este sufrimiento. Sin embargo, (y no es reproche), es una cantidad muy pequeña que si bien ayuda no resuelve el problema.

Hay muchas personas que egoístamente piensan que quien vive en precarias circunstancias es porque merece esa vida por la falta de interés, la mala organización o plan de vida. No obstante, se debe considerar que quienes no alcanzaron un progreso suficiente económicamente, es por la falta de oportunidades, la endeble organización del país, la mala redistribución del ingreso y la despreocupación de las autoridades que ocasionan esta situación.

En los periodos políticos de México se habla mucho sobre la importancia que tienen las personas de la tercera edad para la sociedad. Pero en los hechos, muy poco se demuestra la intención de resolver esta situación pues nos damos cuenta que cuando pasa la euforia de estos procesos político-electorales todo vuelve a la normalidad, es decir, a la desatención, pobreza y olvido.

Movimiento Ciudadano se ha echado a cuestas a través de la Comisión de Jubilaciones y Pensiones, el tener vigente la defensa de los derechos sociales de todos los mexicanos, sin importar si son militantes o no, porque la única finalidad es lograr una vida mejor para nuestros compatriotas.