“Los poetas bajaron del Olimpo”
NICANOR PARRA, EL ANTIPOETA INMORAL

Arturo Sánchez Meyer

Arturo Sánchez Meyer
@meyerarturo

El 23 de enero de 2018, el antipoeta Nicanor Parra murió a los 103 años de edad. Esta es la noticia que publicaron los principales diarios de casi todas las latitudes del mundo.

Parra era el último exponente de una generación de poetas chilenos que marcó un nuevo curso en la poesía hispanoamericana: Gabriela Mistral, Pablo Neruda (ambos premiados con el Nobel de literatura), Vicente Huidobro y Gonzalo Rojas, fueron contemporáneos del antipoeta, quien declaró alguna vez que su secreto para cumplir tantos años era: “la buena vida y la poca vergüenza”.

Al ganador del Premio Cervantes de literatura no le gustaban los homenajes ni las mieles de la fama, tal vez por ello, para que nadie dejara letras marcadas sobre su lápida con palabras grandilocuentes, él mismo había escrito su epitafio muchos años antes de su muerte.
“De estatura mediana,/ Con una voz ni delgada ni gruesa,/ Hijo mayor de profesor primario/ Y de una modista de trastienda; / Flaco de nacimiento/ Aunque devoto de la buena mesa;/De mejillas escuálidas/ Y de más bien abundantes orejas;/Con un rostro cuadrado/ En que los ojos se abren apenas/ Y una nariz de boxeador mulato/ Baja a la boca de ídolo azteca/ -Todo esto bañado/ Por una luz entre irónica y pérfida-/ Ni muy listo ni/ tonto de remate/ Fui lo que fui: una mezcla/ De vinagre y aceite de comer/ ¡Un embutido de ángel y bestia!”

Aunque vivió muchos años alejado del mundo en su casa de Las Cruces, la muerte lo encontró por casualidad en una vivienda que ya nunca visitaba, la de La Reina, en Santiago de Chile. “Falleció a causa de los años. Nada más, es todo”, declaró su sobrino Nano Parra, quien dijo también que lo iban a despedir “bailando y cantando”.

Ante la muerte de Nicanor Parra, decidimos retomar un retrato del poeta que fue publicado en las páginas de El Ciudadano, apenas en septiembre del año pasado. El título del texto era y sigue siendo “Nicanor Parra, el antipoeta inmortal”, porque aunque Parra haya muerto, su poesía está más viva y más vigente que nunca, se repite terca y se renueva frente a las costas del mar chileno que tanto admiró. “Voy&Vuelvo”, escribieron en su ataúd recordando uno de los poemas que el chileno escribió en sus célebres “artefactos”. Sí, Nicanor Parra sigue siendo inmortal.

“Los poetas bajaron del Olimpo”

“Pablo Neruda se paseaba de un lado a otro, como oso enjaulado. Nicanor Parra lo miraba de reojo. Estaban en la casa del autor de Canto general, en La Reina, donde Parra acababa de hacer la primera lectura pública de los antipoemas. Cargados de pólvora y electricidad, sus versos tomaron por sorpresa a los presentes. ‘Esto es muy entretenido, pero no es poesía’, le dijeron. Neruda, en cambio, se movía en silencio. Y se rascaba la nariz. ‘Y cuando Pablo se rascaba la nariz, algo estaba pasando’(recuerda Parra). ‘Me dijo: me equivoqué contigo, pensé que no eras poeta, pero sí eres un poeta. Si publicas un libro entero con esos poemas no vas a dejar títere con cabeza’”. Narró el “antipoeta”, Nicanor Parra, en una entrevista publicada por el diario El País en diciembre del 2011.

En cierto modo, el Nobel de literatura tuvo razón y Nicanor Segundo Parra Sandoval (quien este 5 de septiembre cumplirá 103 años), descabezó a muchos con su obra poética, lo cual le trajo el desprecio de varios críticos y poetas, incluyendo el del propio Neruda quien, a pesar de haber escrito el prólogo del libro Poemas y antipoemas, no se mostró muy complacido al leer uno de los poemas de Parra publicado en 1962: “La montaña rusa”. “Durante medio/ siglo la poesía fue/ el paraíso del tonto solemne./ Hasta que vine yo/ y me instalé con mi montaña rusa./ Suban, si les parece./Claro que yo no respondo si bajan/ echando sangre por boca y narices”. Ante lo cual Pablo Neruda declaró con sorna: “Parece que Parra nos quiere hacer pensar”.

Nicanor Parra logró vencer la condición humilde que sufrió en la infancia gracias a una beca en la Liga de los Estudiantes Pobres, que obtuvo a los 16 años en Santiago de Chile. Sus notas eran altas en humanidades y contrastaban con su bajo rendimiento en las ciencias exactas, así que estudió matemáticas y física en la Universidad de Chile para, según cuenta: “demostrarles a esos desgraciados que no sabían nada de matemáticas».

Parra terminó siendo profesor de ambas materias en la Universidad de Chile. En 1943 viajó a Estados Unidos para estudiar mecánica avanzada; en 1949 a Inglaterra para estudiar cosmología. Por si todo lo anterior fuera poco, en 1954 publicó el libro Poemas y antipoemas, con el que revolucionó la poesía en lengua española y también en otras latitudes del mundo. Poetas connotados como los norteamericanos Allen Ginsberg y William Carlos Williams (por mencionar sólo un par) tradujeron la poesía de Nicanor Parra, la cual ahora se puede leer en inglés, francés, sueco, ruso, finlandés y portugués.

Pero, ¿cuál es el secreto de este chileno (hermano mayor de la cantante y compositora Violeta Parra), quien ha vivido más de un siglo, ha escrito más de 24 libros de poesía y ha sido acreedor a más de 25 premios literarios? Por mencionar sólo algunos, recibió el Premio de Literatura Miguel de Cervantes, el Premio Nacional de Literatura Chilena, el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo. Resulta evidente que Nicanor Parra ha cruzado muchos límites, se ha saltado las buenas formas, ha apostado por el conocimiento, por el arte y en la parte más profunda de su poesía se inclinó por la aparente sencillez, por el desparpajo y la carcajada. Se necesitaba a Parra para que escribiera esas cosas que a otros poetas de “altos vuelos” les parecen mundanas e insignificantes, se necesitaba una voz de denuncia sin ponerse el traje de la militancia.

nicanor01Aquí un ejemplo de este innovador tratamiento poético en el poema “Noticiario 1957”: “Plaga de motonetas en Santiago […] El gobierno detiene la inflación./ Los candidatos a la presidencia tratan de congraciarse con el clero […] El autor se retrata con su perro. […] Rusos lanzan objetos a la Luna./ Escasean el pan y los remedios./ Llegan más automóviles de lujo./ Los estudiantes salen a la calle pero son masacrados como perros./ La policía mata por matar […] la mitad del espíritu es materia […] Monumento de mármol causa ira/ ‘La Mistral debería estar ahí’[…] Charla sobre platillos voladores./ Humillación en casa de una tía./Muere el dios de la moda femenina./ Choque entre Cartagena y San Antonio./ Carabineros cuentan cadáveres como si fueran pepas de sandía./ Otro punto que hay que destacar:/ los dolores de muelas del autor […] pero, de todos modos, nos quedamos/ con el año que está por terminar/ (a pesar de las notas discordantes)/ porque el año que está por empezar/ sólo puede traernos más arrugas”.

En este poema que emula la lectura de un periódico, Nicanor Parra desgrana temas y emociones. A primera vista, podría parecer que el fragmento citado es sólo una enumeración de acontecimientos y pensamientos sin mucho sentido, pero cada palabra que escribe Parra está ahí por un motivo, no le sobra ni le falta nada. Se tocan temas tan delicados como la matanza de estudiantes y el poeta los contrasta con cosas triviales como su dolor de muelas o la fotografía que se tomó con su perro, es así como este autor chileno consigue lo que está buscando: la identificación del lector con su obra.

nicanor02El ejercicio que Parra propone a sus lectores es el de desacralizar a la poesía. Si uno hojea un periódico (en cualquier ciudad caótica, sin importar el año), encontrará una colección de noticias que van desde los desastres más grandes hasta las notas más superficiales. En las líneas citadas anteriormente, el autor de Poemas para combatir la calvicie da un repaso a la política, a la iglesia, a las matanzas policiales, a la poesía, y mezcla estos grandes temas con sus propios problemas comunes y cotidianos; es así como normalmente se lee un diario, la mente de quien lo tiene en las manos repasa las noticias y al mismo tiempo piensa también en sus propias noticias, personales y cotidianas, que al mundo no le interesan en lo más mínimo.

Sin embargo, hay que tener mucho cuidado antes de juzgar a estos poemas como un mero entretenimiento; la técnica y el oficio poético están ahí, pero Nicanor Parra hace que parezcan casi invisibles y lograrlo es mucho más complicado de lo que se piensa. “Creo que no hay gran poesía sin gran técnica. Nada más que en mi caso, y creo que en el caso de cualquier otro que se considere buen poeta, la técnica debe pasar totalmente inadvertida […]Somos hombres antes que poetas […] comprendí que no se debe vivir a lo poeta sino a lo hombre”. Dijo alguna vez el poeta chiapaneco Jaime Sabines, quien pensaba, como Nicanor Parra, que para hacer poesía no se necesitan palabras grandilocuentes ni metáforas obscuras, la poesía puede ser para todos y no por ello perder su calidad y su esencia.

 

A sus 78 años, Nicanor Parra terminó de traducir la obra de William Shakespeare El Rey Lear (la mayoría de los críticos coinciden en que es la mejor traducción que se ha hecho al castellano de este texto dramático). “La sensación que tengo es que yo nací para traducir El Rey Lear”, declaró Parra. “Lear está escrito en un instrumento que es el idioma inglés, entonces, yo quisiera ser el transcriptor de esta composición a otro instrumento que es el idioma español”. Y así lo hizo, con tanto éxito que después de publicado lo presentó ante miles de jóvenes que iban detrás de él: “volvió convertido en un rock star”, cuenta Matías Rivas, editor del libro.

Antipoeta, ermitaño, científico, traductor, rock star, a sus 103 años, Nicanor Parra sigue con la pluma en la mano (“escribe como si al día siguiente fuera a ser electrocutado”, dijo el novelista Roberto Bolaño), alejado del mundo en la costa de Las Cruces, a 200 kilómetros de Santiago de Chile. No le gustan las entrevistas ni la fama. Alguna vez le propusieron participar en un comercial para una marca de leche, él dijo que sí, siempre y cuando le pagaran lo mismo que a Shakira (quien también aparecería en el anuncio cobrando treinta mil dólares por medio minuto); Parra bromea diciendo que, desde ese día, su tarifa es de mil dólares por segundo.