Primero desde nuestro nacimiento como Convergencia, el 1º de agosto de 1999, cuando el entonces Instituto Federal Electoral (IFE) notificó que Convergencia había obtenido formal y legalmente su registro y personalidad jurídica como Partido Político Nacional, y después el 31 de julio de 2011, cuando la Tercera Asamblea Nacional de Convergencia aprobó reformas históricas y de fondo a los documentos básicos que convirtieron a nuestra organización en Movimiento Ciudadano (reformas que el Consejo General del IFE declaró procedentes y constitucionalmente válidas el 07 de octubre de 2011), asumimos promover la igualdad y la equidad, la protección de los débiles, la libertad como autonomía; ningún derecho sin responsabilidad, ninguna autoridad sin democracia; el pluralismo y la defensa de los derechos fundamentales del ser humano, entre otros.
Entre esas libertades declaramos entonces, y lo reafirmamos hoy, nuestro respeto irrestricto a la libertad de información y de expresión, sustento insustituible de toda democracia, particularmente cuando un país como nuestro México, avanza en busca de las libertades plenas que debe garantizar toda democracia.
Sin renunciar a nuestros principios de respeto irrevocable a la libertad de expresión e información, hemos de reconocer hoy, con pena, que en el avance tecnológico de las redes sociales en Internet y otros vehículos informativos o comunicadores, cuya utilidad mediática está más que probada, se han cobijado numerosos e impunes ataques a nuestra todavía vulnerable transición democrática.
El asedio a nuestra democracia asoma en cobardes golpes desde el anonimato que ofrecen las redes sociales (Facebook, Twitter, etcétera). El blanco es todo movimiento, todo esfuerzo social que amenace a un sistema corroído por la ineptitud, la corrupción y la impunidad, como el nuestro.
Habremos de perseverar para descorrer las nieblas del espejismo: la mentira, el engaño, la falsedad, la perversidad. Seguiremos en nuestra tarea. Tarde o temprano serán exhibidos quienes se aferran al México paradisíaco de unos cuantos, y de dolor y miseria para la inmensa mayoría de nuestros compatriotas.